En la fachada de la capilla destacan los cinco pináculos peraltados, ópticamente más prolongados dada la verticalidad de las pilastras donde se apoyan. Igualmente, sobresale el óculo a manera de rosetón de seis pétalos que funge a manera de ventana coral, aunque en este templo no existe espacio para coro. Mejor conocida como capilla del Diezmo. Su construcción data entre 1886 y 1889 y se debió a la iniciativa de Antonio Sánchez Castellanos y su señora esposa María Guadalupe Bonilla de Sánchez Castellanos. Aunque fue bendecida en 1889, para 1910 no se encontraba terminada. Esta pareja era la dueña del Hotel Oriente -el primero de Jerez-, de una compañía de diligencias que viajaba a Zacatecas y de la fábrica de jabón "El Boliche". A ellos se debió también la fundación de un Montepío. La casa de este matrimonio ubicada en la calle de Aurora, fue construida por el maestro Dámaso Muñetón, por lo que alguno suponen que la obra de la capilla fue obra del mismo. Aunque, debe advertirse, existen otras hipótesis de que fue obra del maestro Domingo Román. Este templo es sin duda el más significativo de los que se construyeron en la etapa porfiriana y, aunque no fue concluido en su tiempo, su fachada da una idea magnífica de lo que pretendió ser.
La composición de la fachada se organiza verticalmente en tres calles, marcadas por pilastras y, horizontalmente, en dos cuerpos y un remate separados por cornisas. El primer cuerpo sorprende por su pesantez y por el acento que se confiere al enfatizar su horizontalidad, tan contraria a la intención gótica de la verticalidad. En principio, tanto las numerosas molduras inferiores como las superiores del zócalo y de los pedestales en las calles laterales, enfatizan la horizontalidad del basamento a partir del cual se eleva toda la estructura. Las pilastras de la fachada presentan en su fuste, a manera de estrías, líneas verticales remetidas que suavizan su proporción. Una serie de finas molduras constituyen la cornisa que separa el primer cuerpo del segundo; ésta corre a lo largo de toda la fachada, elevándose triangularmente en la calle principal para formar una especie de gablete que, por su escasa altura, parece más bien un frontón. El gablete corona un arco trilobulado moldurado que descansa en impostas sencillas, apoyadas a su vez en unas jambas cuyos extremos hacia la puerta de acceso se decoran con un rayado que da la impresión, sin serlo, de una fina columnilla. El tímpano del gablete indica el año de 1889 con números labrados en relieve, fecha en que el templo fue bendecido. Las pilastras centrales que flanquean la puerta de acceso, se coronan por gabletes de altura poco pronunciada con horadaciones trilobuladas. En las calles laterales del segundo cuerpo, los fustes de las pilastras presentan una decoración a base de líneas verticales paralelas remetidas, que en su extremo superior dibujan sendos arcos conopiales. La misma decoración poseen las pilastras interiores, con la deferencia que, en lugar de presentar dos conopios y dos gabletes, sólo ostentan uno. Los paramentos que quedan entre las pilastras se decoran con un gran tablero que exhibe en su interior, con finos esgrafiados y por lo tanto en "negativo", un panel que evoca aquellos tan empleados en el barroco rococó. La separación entre el segundo cuerpo y el remate se hace también mediante una cornisa corrida que se interrumpe en la calle central para dar lugar al óculo del coro. A partir del gablete y casi tocando las pilastras centrales de la fachada, se elevan una delgadas pilastrillas que penetran el remate para formar un marco rectangular que se cierra arriba con una estrecha cornisa que une ambas pilastrillas. Otra cornisa, con menos molduras que la anterior, une también las pilastrillas casi en su parte media por lo que la calle central del segundo cuerpo queda dividida en dos partes, La parte inferior está decorada por una serie de pináculos y gabletes resaltados, en tanto que la superior exhibe el óculo ya citado. Este óculo ocupa el lugar del rosetón en forma de estrella o flor de seis picos o pétalos según el caso. Alrededor del óculo y en las cuatro esquinas o enjutas del paramento, aparecen finísimos diseños esgrafiados que armonizan e integran esta calle central del segundo cuerpo, con los laterales del mismo. Finalmente, el remate es la parte más compleja y dinámica del conjunto. Siguiendo los ejes de las pilastras, estas se coronan por una serie de pináculos y gabletes sobrepuestos que se elevan hasta rematar con cuatro agujas a las que se suma una más, cuyo pináculo sigue el eje del arco de acceso al templo y el del óculo coral. Las distintas alturas y proporción de los pináculos, así como las de sus gabletes, otorgan un ritmo excepcional al conjunto a la vez que su escalonamiento acentúa la sección central del edificio que es también la más alta. Una cruz con veleta, dos pararrayos y dos remates simples de herrería coronan finalmente cada una de las agujas.
