Imagen principal
Clave del inmueble
MX-SC-DGSMPC-BI-001305
Nombre del Inmueble
San Miguel
Periodo legal del inmueble
Registro Federal Inmobiliario (RFI)
31 1794 3
Circunscripción eclesiástica
Época
Siglo XVI
Siglo de creación
Antecedentes históricos
El conjunto conventual de maní es el tercero más antiguo de la región, su edificación data del año de 1549; para 1588 el padre Ponce refiere que el convento estaba acabado con su claustro alto y bajo, dormitorios, celdas e iglesia, así mismo menciona la existencia de la huerta con su noria, la capilla abierta con su gran ramada, el atrio de grandes dimensiones con sus capillas pozas en las esquinas.
La siguiente información fue tomada textualmente del Catálogo de Construcciones Religiosas del estado de Yucatán. Editado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Dirección General de Bienes Nacionales. Formada por la Comisión de Inventarios de la Cuarta Zona 1929 - 1933. Recopilado por Justino Fernández.
"SAN MIGUEL.
HISTORIA DEL PUEBLO. A mediados del siglo XV, después de la destrucción de la famosa ciudad de Mayapán, donde Tutul-Xiu había establecido la corte de su poderoso reino, y como consecuencia del reparto de éste entre los principales jefes que contribuyeron a dicha destrucción, formáronse los varios cacicazgos en que quedó dividida la península, designándosele a Tutul-Xiu la región que desde entonces tomó el nombre de Provincia de Maní. Esta comprendía los pueblos de Tekít, Oxkutzcab, Ponabchen, Sacalum, Teabo, Pencuyut, Muna, Tipikal, Mama, Chumayel y, posiblemente, muchos más de los que actualmente forman los partidos de Ticul y de Tekax.
A pesar de su derrota, Tutul-Xiú quedó dominando una extensa zona del país, llegando a ser Maní uno de los pueblos más poblados e importantes a la llegada de los españoles; siendo esa importancia mayor, si se tiene en cuenta la espontánea sumisión de dicho cacique y su alianza con Montejo, contribuyendo de esta manera y, en gran parte, al éxito alcanzado en un principio por los conquistadores.
El P. Ponce al referirse a este pueblo dice: "El pueblo de Maní, que es el mayor de la provincia de Yucatán, tenía más de tres mil tributarios y hay en él mucha gente ahidalgada. Hay en aquel pueblo un buen hospital labrado de cal y canto, en el que está fundada una cofradía de la Concepción. Hay también unas casas reales muy grandes de cal y canto. Hay dos parcialidades, la una se llama Maní y la otra Tezul (Zul), cada una con Gobernador, alcaldes, cabildo y jurisdicción... "
Las terribles epidemias que azotaron la península y la no menos terrible guerra de castas, despobló considerablemente esta región, que desde entonces vino a menos, hasta llegar a ser, el actual Maní, un pueblo pobre con reducido número de vecinos.
Del hospital que estaba en Tipikal y de las casas reales de que habla el P. Ponce, ya no queda nada, pero todavía existe aunque casi en ruinas, la casa que construyó y habitó Titul-Xiú. Está situada al sur de la plaza principal del pueblo, estando instaladas en ella la presidencia y guardias municipales que ocupan las pocas piezas útiles. En la clave de su sencilla portada de piedra, está grabada una figura que dicen representa al cacique, y que, por su importancia, han intentado desprender y trasladar al Museo de Mérida, no habiéndole logrado por oposición de los indios de ese lugar.
Como un atractivo para los que visitan este pueblo, existe un cenote como de 150 metros hacia el sudeste de la plaza, que llaman los indios "Cablachén" (pozo bajo), y en él unas grutas que se bifurcan en varias direcciones. En una de ellas se encuentra una piedra de una sonoridad extraordinaria, y en otra, la roca forma una figura a la que han puesto el nombre de "Ych-Cizin" (cara o m áscara del diablo). Algunas gentes del pueblo influenciadas por las leyendas que se han formado respecto a estas grutas, conservan la creencia de que una de esas galerías conduce a la ciudad de Mérida, pero, como es natural, nadie se ha atrevido a comprobarlo. Siendo muy escasa el agua en esta región, este cenote surte de ella a los vecinos, y por las gradas que en la misma roca han formado, bajan las mujeres y llenan sus cántaros.
Un acontecimiento en la historia de Yucatán, tuvo lugar en el pueblo de Maní por los años de 1561 a 62, cuando acababa de ser electo provincial de la Orden Franciscana Fr. Diego de Landa. Este, queriendo poner remedio a las prácticas idólatras y llevado de un radicalismo, llevó a cabo, en Maní, uno de aquellos autos de fe con resultados desastrosos, pues, además de las víctimas que ocasionó, fueron quemados y destruidos valiosísimos documentos que hubieran dado mucha luz, sobre los orígenes y acontecimientos más notables de los mayas.
Don justo Sierra, en el apéndice que puso a la segunda edición de la Historia de Cogolludo, publica una relación, probablemente incompleta, de los objetos que destruyó Landa en esa ocasión. La relación es la siguiente: "5,000 ídolos de distintas formas y dimensiones, 13 piedras grandes, que servían de altares. 23 piedras pequeñas de varias formas. 27 rollos de signos y jeroglíficos en piel de venado y 197 vasos de todas dimensiones y figuras".
HISTORIA DEL PREDIO. En los primeros tiempos de la conquista de Yucatán, cuando ya una parte de ella estaba sometida y los misioneros franciscanos empezaron a catequizar a los indios, el P. Villalpando y sus compañeros se dirigieron a Maní tanto por ser la región menos peligrosa por ser aliada, como por indicación del Adelantado que la había escogido como encomienda.
A pesar de esa alianza, la campaña emprendida por los misioneros no dejó de estar llena de peligros, siendo uno de tantos el que el historiador don Eligio Ancona relata así: "... Con motivo de un discurso dirigido a los indios por el P. Villalpando en el que dijo que para poder administrarles el bautizo tenían que darles libertad a sus esclavos, resolvieron asesinar a los predicadores. Sabido esto por los misioneros, se encerraron en su choza de paja resueltos a aguardar en ella la muerte, y así transcurrió la primera mitad de la noche. Poco después dejóse oír una gritería inmensa que se aproximaba a la choza, la cual no tardó en hallarse cercada por un gran número de los asesinos. Los indios armados con sus armas y provistos de teas encendidas, llenaron de improperios a los frailes, llamándolos embusteros, y cuando ya creían llegada su última hora, cesó todo ruido y se retiraron los asaltantes. Un destacamento que se encaminaba a Petu, por haber tenido noticias de sublevación en ese lugar, salvó la vida de los misioneros que consideraron esto como un milagro. Los jefes del tumulto fueron aprehendidos con cooperación de uno de los caciques llamado Kukum-Xiu, probablemente hijo o hermano del que seis años antes se había sometido voluntariamente al yugo español y llevados a Mérida, fueron puestos después en manos del P. Villalpando, quien los puso en libertad... "
Esa choza que fue el primer asilo de los frailes, y en donde estuvieron en peligro de perder la vida tan admirables misioneros, fue construida, según el mismo don EIigio Ancona, de la siguiente manera: "VillaIpando pidió a los caciques que se les construyera una iglesia y un convento, y al día siguiente con g ran asombro vieron que se presentaron dos mil indios y habiéndose repartido el trabajo y salido del pueblo por algunas horas, volvieron luego, trayendo palmas de guano, madera y bejucos, que acababan de cortar en los bosques vecinos. Enseguida, se pusieron a construir su obra y cuando llegó la noche, ya los religiosos tenían iglesia y habitación, sin que en fábrica tan singular se hubiese empleado un solo clavo ni material alguno, que costase un solo óbolo a nadie. Esto fue en los últimos días del año de I547..."
Tiene el convento de Maní el tercer lugar de antigüedad en la provincia, datando su fundación del año de 1549; dos años después de haber empezado el P. Villalpando su conquista espiritual por esa región. Pocos años después, se hizo la construcción de la iglesia y convento, según noticias del explorador Stephens y el P. Ponce, que los visitó en 1588. Este dice: "El convento de Maní cuya advocación es de San Miguel, está acabado, con su claustro alto y bajo, dormitorios, celdas e iglesia; todo es de cal y canto y la iglesia de bóveda, con su capilla de lo mismo y algunos lazos de canterías; tiene una bonita huerta, en la que hay muchos árboles frutales y se riegan con el agua de una noria que está en la misma huerta. Los indios tienen una ramada grandísima y muy vistosa de más de doscientos pies de largo y de más de ochenta de ancho; en ésta tienen arrimada al convento su capilla, hecha de cal y canto y de bóveda con algunos lazos, y a esta llaman San Francisco. Aquella ramada está dentro de un patio cuadrado en que hay muchos naranjos y cuatro capillas en cada esquina la suya. Dentro de este patio, arrimada a la iglesia, está la escuela de los indios, la mejor de aquella provincia, de donde más y mejores cantores salen, porque tienen renta para los maestros y fiscales, y así se tiene en todo muy grande cuidado. Puso en orden aquella escuela en tiempos pasados, un fraile lego llamado Fr. Juan de Herrera, muy hábil y de muy buenas trazas, cual está la capilla y ramada de los indios. Moraban allí dos religiosos".
Cuando Stephens visitó este pueblo, ya habían pasado muchos años del paso de P. Ponce por estos lugares; y el convento, abandonado por los frailes, empezaba a sufrir los rigores del tiempo y del abandono en que se encontraba. En su relato dice: "Hacia la tarde nos dirigimos a la iglesia y al convento, que entre las mayores estructuras de aquel género erigidas en Yucatán, puede contarse por los más atrevidos monumentos del celo y los trabajos apostólicos de los antiguos franciscanos. Uno y otro habían sido fabricados por Fr. Juan de Mérida, quien se distinguió como guerrero y conquistador, pero al fin, colgó su espada para revestirse el hábito monacal". "Concluyéronse ambas fábricas, según refiere CogolIudo (Tomo II, Pág. 96), en el corto espacio de siete meses, habiendo contribuido el cacique, aquél que había sido el Régulo del país, con el trabajo de seis mil indios.
"Construidos sobre las ruinas de otra raza, les ha llegado su turno de hallarse vacilantes y próximos a convertirse en cabal ruina. El convento tiene dos pisos con una basta galería que le circunda; pero las puertas están rotas, las ventanas son unos cóncavos, el agua penetra en las habitaciones y el piso interior está cubierto de yerbas.
"El techo de la iglesia forma un gran paseo, desde el cual se obtiene una vista espléndida de toda aquella región, de que Maní viene a ser como centro. En los confines del horizonte, hasta donde el ojo podría alcan zar, se veía correr la sierra de oriente a poniente, formando una faja obscura a lo largo de la llanura dilatada... Todo lo demás, aparecía llano con uno u otro claro que indicaba el asiento de las poblaciones. El guía me enseñaba con el dedo, a Tekax, Oxkutzcab, Pustunich, Ticul, Canshacab, Mama, Teabo, los mismos pueblos que aparecían designados en el mapa antiguo, y cuyos caciques fueron, trescientos años antes, a establecer los límites de sus tierras, añadiendo el guía que cuando la atmósfera estaba despejada, se descubrían otros varios pueblos más... "
El P. Ponce en su relación habla de una capilla arrimada al convento que, con la ramada colocada al frente, estaba destinada a los indios, y Cogolludo dice: "Siendo guardián del convento de Maní el R. P. Fr. Cristóbal de Rivera, en 1630, comenzó a fabricar una iglesia muy capaz, de tres naves (para los indios). Por su enfermedad y calamidades de esta tierra, no terminó su obra". (El P. Rivera murió en 1645).
Probablemente al construirse el convento y antes de hacer la fábrica de la iglesia, los frailes construyeron la capilla abierta donde decían misa y doctrinaban a los indios. Esta capilla, a juzgar por las huellas que de ella existen, estaba al frente del convento, y al norte del templo actual, viéndose todavía claramente la estructura del gran arco de su fachada, adosado al cual estaba la ramada de grandes dimensiones.
Establecidos los españoles en el pueblo, que según el P. Ponce eran numerosos (... y hay en él mucha gente ahidalgada...), se construyó la iglesia para ellos, quedando la capilla y ramada para los indios; pero después, cuando ya los frailes tenían mayores seguridades y contaban con más elementos, el P. Rivera creyó conveniente, para seguir conservando la separación entre los españoles y los indios, construirles a éstos su iglesia, aprovechando la capilla ya existente. No habiéndose realizado el proyecto del citado P. Rivera, que no pasó de los cimientos (de los cuales quedan rastros); y estando ya casi abolida la diferencia de clases en este sentido, resultaba poca la capacidad de la iglesia para los numerosos vecinos del lugar. En vista de esto, se procedió a ampliar la citada iglesia y suprimir la capilla abierta, que quedó formando parte del convento.
Antes de ser ampliada la iglesia, llegaba solamente hasta la actual Capilla del Santo Sepulcro, según la división marcada en la bóveda, y una piedra que, por el exterior y en la mencionada división, tiene grabada la siguiente inscripción: "Año de... 6. Se añadió esta Iglesia por el M. R. P. JPH -Ventura- de Zevallos". Desgraciadamente se han borrado por completo las cifras que indicaban el año, no quedando más que la última casi invisible, pero por las características de la construcción, debe haber sido hecho este aumento a fines del siglo XVII.
Si se examina el plano de la iglesia y convento, se notan claramente las modificaciones que fueron hechas al ampliarse aquélla, siendo la más visible, la que sufrió el portal del convento que, de tres arcos al frente y uno cabecero, quedó reducido a dos, y una pequeña fracción del tercero que quedó empotrado en los muros de la iglesia y tapado por el saliente de la parte agregada. El primitivo bautisterio fue destinado a la mencionada Capilla del Santo Sepulcro. Fue retirado el coro de madera que antes tenía, cerrándose su comunicación con el convento, y en vez de él, fue construido el actual de mampostería; y, por último, fue modificada la fachada aprovechándos e algunos de los elementos que componían la primitiva.
Respecto a la escuela para los indios mencionada, fue construida al costado sur de la iglesia, junto a la actual Capilla del Sagrario, habiendo servido después de la supresión de las Ordenes Monásticas como escuela oficial. Con el tiempo fue convirtiéndose en ruinas, hasta acabar por desaparecer; pues en la actualidad, sólo queda el patio que la unía y comunicaba con la iglesia, y pocos restos de sus muros.
En el centro del patio, rodeado por el claustro, existió durante mucho tiempo, un crucifijo de piedra, muy antiguo, que fue hecho pedazos, probablemente en 1915, durante el gobierno del general Alvarado. Unidos los pedazos con cemento, fue trasladado a la iglesia, y colocado a la izquierda de la puerta principal, donde se encuentra hasta la fecha.
El cementerio fue clausurado y su capilla abandonada hasta convertirse en ruinas; y la hermosa huerta con buenos árboles frutales, invadida en parte por el Ayuntamiento y particulares que han construido en ella, es ahora un solar aprovechado para siembra de maíz, siendo muy contados los árboles frutales que han resistido el completo abandono en que se encuentra.
DESCRIPClÓN. Los componentes del predio son: el atrio, el templo, el ex convento y la huerta.
El atrio con una superficie de 7,268.72 metros cuadrados, es una gran explanada algo más alta que el nivel de las calles, limitada por un pretil bajo de mampostería.
El templo, cuya superficie es de 1,168.06 metros cuadrados, está construido en su totalidad de mampostería, de una sola nave cubierta con bóveda de cañón hasta el presbiterio, que la tiene vaída o de pañuelo, con sencillas lacerías que le dan aspecto de bóveda de crucería. Tiene cuatro capillas que son: las del Sagrario, del Santo Sepulcro, de las Animas y la del Bautisterio, cubiertas todas con bóveda de cañón, más bajas que la de la nave. La del Sagrario, que es la mayor, está cerca del presbiterio; la del Santo Sepulcro, muy cerca de la entrada en el costado sur del templo, fue probablemente el primitivo bautisterio; y las otras dos, muy pequeñas, forman los salientes de la fachada a los costados de la puerta principal. El bautisterio tiene pila de piedra labrada muy sencilla y reja de madera torneada muy vieja.
El coro está en alto sobre bóveda vaída, y ocupa parte de lo que fue agregado a la iglesia. Lo cierra hacia el interior un barandal de madera torneada, y se sube a él por la escalera del ex convento.
Además de la puerta principal, hay dos laterales al sur y tres al norte, siendo una de ellas la entrada a la sacristía. Las ventanas son cuatro, todas ellas altas, correspondiendo la del frente al coro; y, además, se nota la comunicación ya cerrada del primitivo coro, con las huellas que dejaron en el muro las vigas de madera que lo sostenían.
Al sur del templo, junto a la Capilla del Sagrario, existe un patio y restos de los muros que pertenecieron a la vieja escuela de los indios. Estos muros son tenidos por el Ayuntamiento de la población, como límite del predio por este lado.
Por el exterior presenta el templo, en su conjunto, el aspecto de una fortaleza, sobre todo, mirado por detrás. Su fachada principal, sumamente sencilla, se ve coronada por campanarios típicos de Yucatán en forma de espadaña, ligados por un pequeño frontón central, en el que aparece una hornacina con la escultura en piedra de San Miguel. La portada y ventana del coro completan la fachada, formando el elemento ce ntral en ella. En el del campanario del norte hay dos campanas, una de ellas tiene la siguiente inscripción: "Año de 1828 de la Constitución".
Los muros laterales y del fondo son completamente lisos y rematados por pretil almenado. En el fondo hay dos altos y macizos contrafuertes.
El interior está todo aplanado y pintado a la cal en colores rosa y amarillo, menos la bóveda del presbiterio, en que están pintadas unas alegorías. Su piso es de hormigón bien conservado.
Es rica en altares esta iglesia, si no por el número de ellos, sí por sus indiscutibles méritos. El retablo mayor, que cubre la pared del fondo del presbiterio, es de tres cuerpos divididos verticalmente por columnas corintias, entre las cuales y IIenando los espacios, se encuentran nichos con esculturas de santos, menos el último cuerpo que tiene un bajorrelieve representando al Padre Eterno. De estas esculturas, hay algunas como la de San Francisco, San Pedro y San Pablo, que son antiguas y de mérito. Todo este retablo está pintado de blanco, rojo y oro, pero por desgracia, sus colores no son los primitivos.
Al lado derecho de la nave se encuentran los altares de San Antonio y de la Virgen de la Luz, colocados en nichos de medio punto sacados del grueso de los muros. El primero es de un solo cuerpo, dividido verticalmente por cuatro cariátides y ornado por primorosos bajorrelieves, que hacen de él un ejemplar entre los muy contados retablos que se conservan en Yucatán.
El de la Virgen de la Luz, en nicho como el interior, es de dos cuerpos con columnas corintias. Es también de mérito, pero ha sido también repintado.
Del otro lado de la nave, se encuentran los altares de la Asunción, de la Pasión, Santa Lucía y la Sagrada Familia. De éstos, el de la Asunción es muy parecido al ya descrito de la Virgen de la Luz, pero con columnas salomónicas; el de Santa Lucía es igual al de la Virgen de la Luz y el último, no tiene ninguna importancia.
En las capillas del Sagrario y del Santo Entierro, también hay altares, pero no tienen ningún valor artístico.
El ex convento construido también de mampostería, se encuentra al norte de la iglesia, abarcando una superficie de 1,691.09 metros cuadrados. Es de dos pisos, teniendo el primero al frente, un pequeño portal y dos piezas de las cuales una formó parte de la primitiva capilla abierta. Siguen a estas piezas, un patio y la capillita del cementerio. Después de esta crujía de fachada, se encuentra una serie de seis piezas y la escalera principal que rodean el claustro. Una de estas piezas, comunicada con la iglesia, hace las veces de sacristía, con una más pequeña junto a ella.
El portal y las piezas del frente están techadas con vigas de madera (rollizos), y todas las demás con bóvedas de cañón. Aquéllas conservan sus hojas de puertas y ventanas y éstas, no sólo no las tienen, sino que hasta las piedras labradas de sus marcos han sido desprendidas. Todas las piezas que conservan sus techos tienen pisos de hormigón.
El resto del edificio está en completa ruina, no existiendo más que los muros invadidos por la vegetación.
El segundo piso tiene al frente tres piezas, de las cuales sólo la que corresponde a la antigua capilla abierta conserva su cubierta de bóveda. Las que rodean al claustro son diez, más la escalera y dos pasillos. La mayor parte conserva sus techos de bóveda, por lo regular, en mal estado, y todas tienen sus puertas y ventanas en las mismas condiciones que las del primer piso.
La huerta ac tualmente ocupa una superficie de 10,428.73 metros cuadrados, estando incluido en ella lo que fue cementerio, que le fue anexado desde su clausura. Está cercada en parte con barda de mampostería y en parte con albarrada, y encuéntrese dividida en dos fracciones por una albarrada, que partiendo de la parte del ex convento en ruinas por el oriente y siguiendo esta misma dirección, termina sobre la calle 26. Hacia el norte y cerca del ex convento, se encuentra un pozo que antiguamente tenía una de las norias para el riego.
La iglesia de San Miguel Arcángel en Maní, es una de las que más marcadas, tiene las características propias de la arquitectura religiosa en Yucatán, en los primeros años de la conquista. Construida a mediados del siglo XVI por los franciscanos, es del tipo de las que pudiéramos llamar iglesias - fortaleza. Grandes muros lisos coronados por almenas, en las que se destacan las espadañas o típicos campanarios constituidas por dos o más cuerpos con arcadas sobrepuestas. En la iglesia de Maní, todo es sencillo, sin dejar de tener mucho de grandiosidad. Los muros altos y lisos, las espadañas ligadas por el frontón con nicho, los recios contrafuertes posteriores y los pretiles almenados, son suficientes para contarla entre las del tipo mencionado.
La portada con arco de medio punto, pilastras estriadas y cornisa de un orden que remeda al dórico, entra también entre las características propias del estilo colonial yucateco; y, como complemento, el colorido muy especial que, por la calidad de los materiales empleados, tienen sus muros.
El interior es de una sencillez extraordinaria. Los muros desprovistos hasta de la más insignificante moldura, se prolongan para formar la bóveda de cañón que cubre la nave hasta el arco del triunfo. En medio de esta gran austeridad, se destacan el retablo mayor y los pequeños altares con su plateresco policromado, con la intención, tal vez, de no distraer la atención de los fieles que deben tenerla fija en ellas al elevar sus oraciones.
El viejo convento tiene también la traza y aspecto muy propios de los de Yucatán. Teniendo los frailes necesidad de contrarrestar los rigores del clima, construyeron, con el acierto que en éste puede verse confirmado, sus habitaciones amplias, de espesos muros y elevadas bóvedas y, como de rigor, el claustro pequeño con corredores que apenas pasan en anchura al espesor de los muros (tal como vemos en los grandiosos edificios mayas), y en ellos, las sencillas arcadas de medio punto.
CONDICIONES MATERIALES. El templo se conserva en buen estado. El ex convento está en su mayor parte, en ruinas, y la huerta convertida parte en milpería y parte en monte, por la abundante vegetación que la cubre y que invade hasta los muros del ex convento.
En el atrio y los patios, crece también la yerba, y en aquél, como no tiene rejas que lo cierren y a pesar de estar algo más alto que las calles, se ven con frecuencia pastando las bestias.
La huerta es utilizada para siembra de maíz. Pasada la cosecha es abandonada durante algún tiempo, en el cual se convierte en monte. La barda de mampostería que la cerraba, se ha caído en grandes tramos, habiendo sido substituida por albarrada."
Planta arquitectónica (original)
Una Nave
Categoría arquitectónica
Estado, Municipio, Localidad
Nombre de la vialidad o calle
28 X 25
Número y/o identificador de la vialidad o calle
s/n
Nombre del tipo de asentamiento humano o colonia
N/A
Código Postal
N/A
Otra localización
Mani
Tipo de uso del inmueble
Uso actual del inmueble
Orden religiosa (original)
Sin Identificar