Imagen principal
Clave del inmueble
MX-SC-DGSMPC-BI-003681
Nombre del Inmueble
San Miguel Arcángel
Periodo legal del inmueble
Circunscripción eclesiástica
Época
Siglo XVII
Siglo de creación
Antecedentes históricos
El conjunto de la actual parroquia de San Miguel Arcángel no se encuentra frente a la plaza principal del pueblo sino que el poblado se ha desarrollado en torno de la obra más importante de una vasta región de Texcoco. El que fuera convento franciscano, y cuya iglesia fue secularizada a mediados del siglo XIX, ha sido la fuente más brillante de estímulos para la consolidación y el crecimiento de la localidad, de manera que es comprensible que su atrio y sus perfiles sigan siendo los motivos básicos en la integración del conjunto ahora urbano.
El atrio de la parroquia no es, desde luego, lo mismo que fue el atrio del convento. Ahora ese espacio es una parte considerable de las circulaciones y de las áreas abiertas en el centro de la comunidad. Gracias a ello, y para fortuna de los habitantes del sitio, las portadas del atrio conservan sus calidades y su prestancia: la principal, que es de tres arcos, permanece en su lugar y constituye una de las fachadas de la plaza, pero la lateral que se abre al norte sigue siendo la más interesante sobre todo porque las piezas de los fustes de las jambas incluyen piedras labradas en la época prehispánica del conjunto, lo que revela no sólo la reutilización de materiales sino la incorporación real de la comunidad a los empeños constructivos de los menores.
El volumen de la parroquia, que fue construido sobre todo con piedra y que durante muchos años conservó sus aplanados a base de cal y arena, ha sido despojado de aquellos acabados y ahora se ostenta con la piedra expuesta. Esa circunstancia, que no procede sino de la interpretación equivocada de una moda lamentable, puede ser reversible aunque ahora será muy difícil que alguna persona tome la decisión de reponer los materiales que fueron dispuestos para proteger la piedra.
Esas modas que a veces se instalan entre los gustos de los mexicanos respetaron, en el caso de Coatlinchan, el elemento más interesante del conjunto, que es el complejo arquitectónico de la fachada principal: ese paramento está compuesto con la torre del campanario y la portada de acceso. La primera se alza sobre un cubo que ha sido integrado a los paños de la segunda y luego consta de tres cuerpos y un remate en forma de capulín. Esa torre, que probablemente sea también una aportación del siglo XVIII, va cubierta con motivos ornamentales de gran importancia en los que se advierte, sin duda, la posibilidad de trascendencia que se concedió a la imaginación y no sólo a la mano de obra popular. Como ocurre igual en la portada, el orden conceptual en la torre queda establecido con la presencia de apoyos salomónicos, es decir, con columnas medias muestras de trazo helicoidal.
La portada es de dos cuerpos y remate; el primero lleva columnas clásicas de fuste liso en las dos terceras partes de su altura que cubren nichos en los intercolumnios y flanquean la puerta de ingreso, que va inscrita en un arco de medio punto. Esas columnas apoyan el entablamento que separa los dos cuerpos de la composición, una propuesta de cierto volumen en el que parece que el arquitrabe asume en parte las funciones del friso, elemento que apenas destaca para recibir la cornisa. El segundo cuerpo es mucho más interesante por la extraordinaria calidad de la ventana de coro, de trazo octagonal a la que enmarca un listón realizado en argamasa de calidad y elegancia.
El material principal en la ejecución de la portada es, desde luego, la argamasa, esa mezcla de cal, arena y algunos componentes regionales vinculados con aspectos simbólicos y tradicionales muy respetables. El segundo cuerpo reúne los mejores ejemplos de la combinación de ese material y la técnica que exige dominar, por ejemplo en la solución de las helicoides de las columnas medias muestras, en los capiteles y en los perfiles de los nichos que, también, se encuentran en los espacios intercolumnios.
El remate de la portada es un nicho enmarcado por nuevas aunque muy pequeñas columnas medias muestras y un pequeño entablamento que sirve de base al desarrollo de los roleos y las curvas que definen el pretil del muro del frontis. Los cuatro nichos de la portada llevan esculturas en piedra que han estado demasiado tiempo expuestas a la acción de los agentes externos: ahora, en diciembre de 2005, que la portada ha sido encalada y blanqueada como parte de los procesos de mantenimiento, se han perdido algunos de los efectos de claroscuro que formaron parte del diseño original y las piedras de las esculturas han sufrido alguna indiferencia.
En el paño de la fachada principal, igual que en general en el costado sur del conjunto, perduran los trazos y algunos cuantos elementos de lo que fue el establecimiento conventual de los franciscanos; la portada del monasterio ha sido transformada, como los otros espacios, según lo ha dictado las necesidades de la casa parroquial. El convento conserva el patio pero, sobre todo, los componentes que han podido ser aprovechados para los nuevos usos. Deben destacarse, sin embargo, los dos claustros que limitan el patio: se trata de arquerías de muy buena calidad, de piezas rebajadas en el nivel bajo, y de arcos de medio punto en la planta alta. Los apoyos de ambas arquerías son columnas de piedra a las que soportan basas hondamente relacionadas con las que fueron construidas en Nueva España en los primeros conventos franciscanos.
El interior de la nave de la iglesia revela buena parte de las calidades de la estructura en la medida en que se integra con los muros altos y las pilastras adosadas que definen sus tramos y los espacios que cubren las bóvedas vaídas de su cubierta. Ese espacio interior ha sido modificado y adaptado varias veces. Conserva, a pesar de todo, tres retablos de alta calidad: uno pintado al fresco sobre el muro lateral norte; otro, también pintado, pero sobre lienzos, y uno tercero, tradicional, con madera tallada y dorada.
Todo en el interior de la nave de feligresía, empero, está presidido por la decisión de adoptar al estilo neoclásico como representante de los gustos de la comunidad, por lo menos la de la primera mitad del siglo XIX, o la que se formó alrededor de la época de la secularización, a mediados de esa misma centuria.
El espacio interior está dominado, pues, por las intenciones plásticas neoclásicas, pero, sobre todo, por una versión contemporánea de los acabados de la piedra ciertamente peculiares, como la pintura que se aplicó a los fustes de las pilastras. El presbiterio, que es el objeto visual más importante del conjunto, lleva un arreglo a manera de retablo que consiste en un triple pórtico hecho con columnas de aliento corintio y un ciprés que avanza hacia la zona del altar: en los vanos laterales van representaciones del arcángel y en la caja del ciprés un Cristo en la Cruz que, con frecuencia, deja su lugar a arreglos temporales, como a San José y a la Virgen en ocasión del Nacimiento del Niño Jesús.
La iglesia está decorada, además, con varios lienzos que han perdurado a pesar de todas las acechanzas y todas las intervenciones que suelen estar presentes en los templos situados en áreas suburbanas de Texcoco.
Planta arquitectónica (original)
Rectangular
Categoría arquitectónica
Estado, Municipio, Localidad
Nombre de la vialidad o calle
Plaza Principal
Orden religiosa (original)
Orden De Frailes Menores
Responsable del levantamiento del inmueble
Fecha del levantamiento del inmueble
1 octubre, 2005