Nombre del Inmueble
Santa Teresa
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000380
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
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Contenidos
1.-CONTEXTO URBANO
El templo conocido como Santa Teresa la Antigua, ubicado en la esquina de las calles 2 Norte y 8 Oriente, es lo único que queda de lo que alguna vez fué el conjunto conventual de San José, de las Carmelitas Descalzas. Sin embargo, los cambios drásticos de las postrimerías del siglo XIX y de todo lo que va del presente siglo, que tanto afectaron otros templos poblanos, en este no se echan de ver tanto, en parte porque el conjunto casas decimonónicas que se contruyó al fraccionarse el convento no contrasta demasiado, ni por su altura ni por sus acabados, con otras casonas más antiguas que aún subsisten en las inmediaciones. Como si la herida causada por la desaparición del edificio conventual se hubiera cerrado sin dejar cicatrices muy visibles. En ese sentido, Santa Teresa no sufre tanto por los contrastes en su alrededor. Sólo algunas construcciones recientes sobre la calle 8 Oriente se disparan un poco del resto.
Algunas de las casas más antiguas son ejemplos valiosos de la arquitectura doméstica tradicional poblana de los siglos XVII y XVIII. Las primeras se distinguen sobre todo por sus sobrias portadas de cantera labrada, con canaladuras perimetrales en sus jambas o sus dinteles. Hay unas incluso, en la contraesquina del templo, que muestran en sus paramentos intrincadas combinaciones de ladrillo y azulejo, más complejas que las que se emplearon en épocas posteriores. En cambio, los ejemplos dieciochescos se reconocen fácilmente por sus blancas portadas estucadas, el predominio del ladrillo en los paramentos y los robustos enrejados de los balcones, como en la casa que está en la esquina frontera al testero del templo.
Las construcciones del siglo XIX son, por lo general, más sencillas, si bien no prescinden totalmente todos los elementos anteriormente mencionados: canteras, azulejos, estucos y enrejados. Simplemente les dan otro carácter, más ligero quizá.
Su cromática también es distinta, ya que recurren preferentemente a colores claros y apastelados.
2.-ANTECEDENTES E HISTORIA
La rama femenina de los carmelitas descalzos es casi tan antigua como su homóloga masculina y siguíó una evolución paralela a ésta última. Sin embargo, la personalidad de Santa Teresa de Jesús (Teresa de Cepeda y Ahumada, 1515-1582) sobresale en su historia, ya que a ella y a su mentor, San Juan de la Cruz, se deben las reformas que llevaron al establecimiento de la rama de las carmelitas descalzas en el convento de San José, Avila, en1562. La orden reformada se extendió ampliamente por Europa y América aún antes de que la aprobara Clemente VII más de tres décadas despúes.1
La Segunda Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo, reafirmada en su voto de pobreza y en el sometimiento a la estricta norma restablecida por Santa Teresa, tuvo su primer establecimiento novohispano definitivo en la ciudad de Puebla por causas fortuitas. Dos señoras nobles originarias de la ciudad de Gibraleón, en España, doña Ana y doña Beatriz Núñez, se trasladaron a Veracruz cuando murieron sus padres, alrededor de 1585. En ese puerto vivía un hermano suyo, Pedro Núñez de Montalbán, quien había amasado una gran fortuna. Poco después de haber sido recibidas por su familiar, éste murió dejándoles todos su bienes. Entonces, doña Beatriz se casó con Juan Bautista Machorro, mientras que doña Ana decidió vivir en recogimiento en una habitación apartada de la casa. Ahí comenzó a recibir a diversas mujeres que llegaban a Veracruz, como doña Elvira Suárez (que perdió a su marido llegando al puerto), doña Juana y doña María Fajardo.
En este recogimiento improvisado, la mujeres recibieron de un religioso franciscano un libro de Santa Teresa, que había muerto poco antes, en1582. Después de leer el texto de la reformadora carmelita, pensaron en fundar un convento de religiosas descalzas en la propia ciudad deVeracruz.
Consultaron el asunto con su confesor, el jesuita Alonso Ruiz, y él les recomendó que solicitaran las licencias necesarias al sumo pontífice. Mientras legaba la autorización, se cambiaron de casa al sitio donde pretendían erigir el monasterio. Ahí recibieron la autorización del obispo Diego Romano para funcionar como un recogimiento provisional, con la posibilidad de tener un oratorio y capellán, puesto que fue ocupado por el clérigo Juan Ruiz Carrillo. Mientras tato, Beatriz Núñez quedó viuda y se integró al grupo de mujeres en recogimiento, junto con una sobrina del confesor, doña María de Vides.
Ya en los últimos años del siglo XVI, las devotas decidieron cambiarse de ciudad, a causa de la insalubridad que había en Veracruz. Cuando comentaron la situación con el obispo Romano, éste les sugirió que se trasladaran a Puebla, donde se establecieron, en 1601, en una casa alquilada junto a la iglesia de San Marcos.2
El 5 de julio de 1602, el papa Clemente VIII dio su licencia para la fundación del convento de carmelitas descalzas. Sin embargo, la acción requería de algo más que las autorizaciones: para cubrir los gastos que implicaba, las mujeres dispusieron de 13,000 pesos para la labor constructiva yde 800 pesos de renta anual para el sostenimiento de las religiosas. Además, el 27 de febrero de 1604, el obispo les donó la iglesia de San Marcos y unos solares contiguos que se habían comprado a Juan Jiménez, donde posteriormente se erigiría el Colegio de San Ildefonso. Por su parte, las futuras religiosas compraron otras casas de Antonio de Valdescaria.
El 23 de noviembre del mismo año presentaron al prelado el breve pontificio en que se autorizaba la fundación, haciéndose los preparativos para inaugurar el convento bajo la advocación de San José, lo cual sucedió el 20 de diciembre. Por esos días, las fundadoras tomaron los hábitos de manos del chantre Pedro de Pisa, vicario de monjas, y profesaron el 28 de diciembre de 1605.3
Sin embargo, las casas donde se establecieron se encontraban en los límites de la ciudad hacia el poniente, por lo que juzgaron necesario trasladarse a un lugar más céntrico. Doña María Fajardo, hermana de una de las fundadoras, proporcionó 6,000 pesos para la compra de otros edificios, donde se encuentra actualmente la iglesia. El 29 de mayo de 1607, se concertó la compra con el dueño, Pedro de Pascual, y de inmediato se iniciaron las obras de adaptación y reconstrucción, en las que parece haber trabajado el capitán Francisco de Aguilar.4 El 26 de junio de este último año, estando vacante la sede episcopal, el cabildo eclesiástico autorizó la mudanza, misma que se efectuó al día siguiente.
Una pieza baja se acondicionó temporalmente como templo. Luego, en 1608, las monjas compraron otras casas anexas para la edificación de la iglesia definitiva. Se desconoce cuande se inició la obra, sin embargo, en junio de 1618 el mayordomo del convento, Pedro Jáuregui Bárcena, contrató al capitán Francisco de Aguilar, quien entonces era alguacil mayor en Cholula, para la edificación del templo. Su monto ascendería a 28,680 pesos, 4 tomines, con el compromiso de terminarlo en dos años.5 Ni el importe ni el plazo se cumplieron, ya que la obra no se concluyó sino hasta 1626, a un costo de 47,503 pesos 4 tomines. Eso, sin contar sin contar la decoración interior y la sacristía, que fueron financiados por el capitán Andrés de Arano, quien proporcionó 80,000 pesos para ese propósito.
Con esta última cantidad, fue posible contratar la factura de retablos, aun antes de que se terminara la edificación. El año de 1619 se contrató al ensamblador Juan Bautista, quien contó con la colaboración del dorador Juan Cejalvo y del esultor Felipe Rodríguez. El retablo estaría dedicado a la Purísima Concepción, y debía llevar lienzos de Juan de Chávez o de Juan de Arrúe. En 1623, el ensamblador Lucas Méndez se comprometió a fabricar un retablo dorado, para el que contaría con el auxilio del pintor José de Cuellar. El mercader Diego de Herrera fué el patrocinador de esta pieza.
La elaboración del decorado interior prosiguió durante el tránsito del siglo XVII al XVIII, Hacia 1690, el ensamblador José Jacinto de la Mora se encargó de la fábrica del retablo principal, con tres cuerpos y columnas huecas. Y en 1707, Miguel de los Reyes Prieto y Marcos de la Cruz Prieto, su hijo, ambos maestros ensambladores, hicieron un retablo dedicado a San Juan y la Magdalena. Desgraciadamente, ninguno de estos valores artísticos, labrados a lo largo de un siglo, se conserva en la actualidad.6
Hacia fines del siglo XVII, el convento de San José tenía dos claustros, uno de ellos cubierto con bóvedas. A pesar de su capacidad, nunca albergó a más de 30 religiosas, ya que ese era el límite establecido por la regla de las carmelitas descalzas. Además, era uno de los pocos establecimientos monacales femeninos en que no había auxiliares domésticas, puesto que las mismas monjas tenían que hacer todo el trabajo.7
Durante el siglo XVIII, la tradición popular comenzó a cambiar el nombre del monasterio de San José. Como era de religiosas de la norma teresiana, el sitio empezó a llamarse de Santa Teresa, y cuando se fundó el segundo convento carmelita en Puebla (el de La Soledad), al primero se le llamó Santa Teresa la Antigua.8
Ya en la siguiente centuria, alrededor de 1835, se fabricaron altares neoclásicos, substituyendo a los retablos barrocos. Tres décadas después, en 1861, las teresianas de San José fueron sacadas de su clausura y llevadas al convento de la Soledad, de donde fueron expulsadas por el gobierno liberal en 1862. A partir de entonces, el convento fue fraccionado y vendido a particulares, quienes lo destruyeron para levantar en su lugar habitaciones. Cuando el triunfo francés (1863) permitió a algunas ordenes volver a sus conventos, las de San José se hospedaron temporalmente en ciertas casas que se hallaban en las esquina de las calles de Belén y el Venado. Sin embargo, fueron definitivamente exclaustradas el 6 de abril de 1867. 9
A pesar del destino de las monjas, el templo subsistió y, para el siglo XX, siguió prestando sus servicios religiosos a la comunidad católica. En julio de 1935, el recinto sufrió los embates de una tormenta que lo dañó severamente, causándole cuarteaduras en la torre. Sin embargo, se reparó al poco tiempo y el problema no pasó a mayores. En cambio, su interior presentaba, hacia 1944, muestras significativas de deterioro que en su tiempo se atribuyeron al relativo abandono en que se encontraba. Finalmente fue rehabilitado en esa misma década, y vuelto a restaurar en 1962.
1 Ethel Correa y Roberto Zavala, Recuento mínimo..., p. 9-10.
2 Agustín de la Madre de Dios, Tesoro escondido en el Monte Carmelo mexicano..., p. 310-312.
3 Ibid., p. 312, y F. de E. y Veytia, Historia de la fundación..., t. II, p. 440-443.
4 Castro Morales, n. 351 en F. de E. y Veytia, op. cit., t. II, p. 446
5 Ibid. n.350.
6 Ibid., n. 352.
7 Zerón Zapata, La Puebla de los Angeles..., p. 93-94.
8 Leicht, Las calles de Puebla..., p. 432.
9 Ibid., p. 426-426.
3.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
El templo y su sacristía ocupan casi toda la superficie del terreno. Sólo queda libre la angosta franja atrial sobre la calle 2 Norte, delimitada por tramos de reja entre pilares de piedra labrada, algunos de los cuales conservan jarrones del mismo material en su cúspide.
La nave, de sólo cuatro tramos, corre de norte a sur a lo largo de 35 metros. Debe haber sufrido, a fines del siglo pasado, la destrucción de dos tramos más, a juzgar por el testimonio de Veytia a finales del siglo XVIII, que se refiere a ...seis bóvedas, inclusas las del presbiterio y una que ocupa el coro... 10
Los primeros dos tramos de la nave subsistente, cada uno sobre respectivas entradas laterales, están cubiertos por bóvedas de arista. En el tercero se levanta la cúpula, sostenida por los muros laterales, arcos y pechinas entre ambos. El cuarto lleva una bóveda vaída sobre el presbiterio.
El aspecto interior es sumamente austero, con los elementos estructurales (pilastras, arcos, entablamento perimetral, y anillo de desplante de la cúpula) bien delineados. Las bóvedas muestran discreta decoración pictórica y la cúpula ostenta un encasetonado.
No debió ser este el aspecto original del edificio en el último cuarto del siglo XVII en que, según refiere Pedro Salmerón, citado por De la Maza: ...La iglesia era muy suntuosa y grande, de cuatro bóvedas labradas de yeso, con su cornisa y algunos artesones dorados.... Además, según la misma fuente, el coro bajo y sus rejas se hallaban a un lado del presbiterio11
La presencia de sólo cuatro bóvedas con yeserías y algunos artesonados podría indicar que, o bien el templo construído por el capitán Francisco de Aguilar fué ampliado posteriormente a seis bóvedas sin que se tenga registro de cuando ocurrió ello, o bien se trataba de una estructura mixta, de transición, en la que las bóvedas alternaban con un cimborrio de madera, artesonado, ocupando el lugar actual de la cúpula, y quizá otro más en el tramo del coro alto, ya desaparecido. En la historia de los templos de Puebla abundan ejemplos de cambio de un sistema constructivo a otro, precisamente durante el siglo XVII, así que éste podría ser un caso en que los artesonados a que se refiere Salmerón, combinaron su esplendor con el de las yeserías en las bóvedas.
La misma cita indica, más adelante, que el templo tuvo: ...en la esquina su torre y campanario bien curioso: es de los mejores y más fuertes que hay en esta tierra.... Lo cual mueve a reflexionar sobre el efecto que hoy produce el exterior de la caja del edificio, que es muy anómalo, precisamente porque carece de torre y de campanario, y la espadañita en la esquina suroeste luce como una solución provisoria. No se ve, hoy en día, donde pudo haber estado ese fuerte volumen, ya que en la esquina sólo hay un contrafuerte, apenas un poco más ancho que los demás de la nave. Algunos sondeos someros en la cimentación de esta esquina quizá pudieran resolver ese enigma.
Sin embargo, las portadas gemelas de ingreso son ejemplos dignos de la arquitectura de la primera mitad del siglo XVII, en que la vertiente purista del manierismo comienza a registrar otras aspiraciones barrocas. Cada una llega al lecho bajo de la respeciva ventana alta de la nave y consta de dos cuerpos. En el primero, de piedra labrada, el vano de ingreso se delimita con jambas lisas, sin plintos que las apoyen y casi sin capitel, de las que surge el arco de medio punto; un marco de pilastras y traspilastras toscanas con delicad os filetes escalonados en el perímetro del fuste, un par de enjutas lisas y un entablamento igualmente desprovisto de adornos completan este primer tramo de extrema sobriedad. En el segundo, ejecutado con procedimientos de albañilería, Aguilar se permitió algunos toques que le restan severidad a cada portada. Un corto banco decorado con relieves de argamasa, y dos plintoe minúsculos en los extremos, rematados por flameros, preparan el segundo cuerpo, que es más angosto que el primero. En el centro hay un nicho de concha orlada, con una escultura de argamasa: se trata de San José y el Niño en la portada principal y Santa Teresa en la portada gemela. Un par de pilastrillas de fuste almohadillado con traspilastras y angosto entablamento enmarcan al nicho, y a su vez se ven enmarcadas por un filete trilobulado y otro marco similar, pero de mayores dimensiones, formado con pilastras estriadas y dobles traspilastras lisas, ligadoas entre sí por la cornisa donde da comienzo el vano abocinado de la ventana de la nave, flanqueada por dos flameros a manera de pináculos sobre las pilastras del segundo cuerpo.
Todo este juego de traspilastras, que hacen el papel de ecos o sombras de la pilastra, y de marcos que se duplican a distintas escalas,12 forman parte ya del espíritu barroco, que tanto gustaba de los efectos, los reflejos y las reiteraciones.
Son como las variaciones sobre un mismo tema que se daban en el campo de la música de esa época, presentes en las formas del canon, de la pasacalle y de la fuga.
Cabe mencionar, por último, que la cúpula de Santa Teresa casi no se aprecia desde las inmediacines del templo. Sólo alcanza a verse en perspectivas más alejadas.
10 M. F. de Echeverría y Veytia, Historia de la fundación..., p. 446.
11 F. de la Maza, Arquitectura de los coros de monjas... pp. 68-70.
12 En otros casos se duplica el tema de los frontones quebrados, como en las portadas atriales de La Merced, Santo Domingo y San Juan de Dios, por ejemplo.
4.-OBRAS DE ARTE
Poco es lo que le quedó de bienes muebles valiosos a este templo. El retablo mayor es neoclásico, afortunadamente sencillo, de buenas proporcines y correcta factura. Del sotobanco y el volumen escalonado del altar se alza un ciprés de planta circular, que se destaca enmarcado por relieve de un arco triunfal en el muro testero. Los dorados capiteles corintios en las esbeltas columnas del cimborrio soportan un entablamento anular del que surge el tambor calado del cupulín gallonado, aperaltado, que remata en un fanal. La figura de bulto de Santa Teresa ocupa ahora el sitio de honor en el ciprés, mientras que a los lados hay sendas imágenes de Nuestra Señora del Carmen y San José sobre capiteles y fustes truncos de columna a manera de peanas. Las tres figuras son tallas de madera estofada y policromada de excelente calidad, y seguramente provienen de algún retablo barroco antiguo.
Los muros laterales carecen de altares. Sólo se ven figuras de bulto en nichos desnudos, dos de las cuales, un Cristo crucificado y un Santo Domingo son de muy buena factura. En el muro que ahora corresponde a los pies de la iglesia hay cuatro pinturas virreinales notables: en las tres inferiores se representan tres escenas de la Pasión de Cristo, con la Crucifixión en el sitio central, mientras que en el tímpano, en el lugar que correspondería al abanico del coro alto, se aprecia un lienzo de complicada composición que, según De la Maza:...parece [de] Joaquín Magón. En él, la Virgen del Carmen reparte documentos, en el sentido de consejos, a un obispo, dos clérigos y a San Juan de la Cruz y a Santa Teresa, quienes, a su vez, los dan a unas monjas. Uno de esos consejos lo escribe el propio Niño Jesús, a quien le presenta un tintero San Miguel Arcángel.
No tendría nada de extraño, si la atribución de De la Maza es correcta, que sean la escritura y los papeles el medio representado en esta escena para transmitir los deseos divinos a la esfera de los mortales: José Joaquín Magón fué, además de famoso pintor poblano, reconocido poeta en el último tercio del siglo XVIII. 13
Hay más pinturas en lo alto de la nave. Las pechinas muestran las efigies de los Evangelistas, pintadas a fines del siglo pasado o principios del presente. Más interesantes son los tercios de tímpanos que flanquean a las ventanas. Están incompletos y no se aprecian bien por la altura en que se encuentran y por los estragos del tiempo y el humo de las veladoras, que los ha oscurecido. No parecen responder a un programa iconológico y probablemente son de distintas épcas. Hay algunas escenas de la Pasión, junto con otras de temas diferentes. .
13 Toussaint, Pintura Colonial en México, pp. 181-182
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