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Nombre del Inmueble
San Diego
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000513
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000513
Contenidos
1.-ANTECEDENTES E HISTORIA
La pequeña población del Valle de Guayangareo, hoy Morelía, comenzó a desarrollarse hasta que se trasladn de la capital provincial a su recinto los poderes civiles y la sede episcopal, lo que ocurre en 1579 y 1580, esto significa un cambio fundamental para Valladolid, ya que prominentes familias llegan a la ciudad.
Además la arquitectura civil y religiosa llegan a su máximo esplendor, lo cual trae como resultado la construcción de obras como San Francisco, San Agustín, El Carmen y la Merced, La Catedral, conventos de monjas y el Templo de San Diego entre otros. Este se empezó a construir en 1708 por disposición del Obispo Juan José de Escalona y Calatayud, a extramuros de la ciudad de Valladolid, el santuario está consagrado a la Virgen de Guadalupe y la posible fecha de terminación de obra es en 1716, la cual aparece grabada en la torre.
Años después, entre 1729 y 1737, por indicaciones del propio Obispo Escalona, se levantó, al norte del santuario, una casa de ejercicios espirituales o de retiro, con el propósito de que ahí se prepararan los miembros del clero y, en particular los obispos antes de hacerse cargo de la diócesis.
El culto del santuario se sostenía con las rentas de algunos terrenos donados por el Ayuntamiento según escritura del 25 de abril de 1733, los cuales, puestos a censo, se repartieron en lotes entre los vecinos del barrio.
En 1747, los franciscanos descalzos de la provincia de San Diego se interesaron en establecer una casa en Valladolid, y para tal efecto don Pedro Carriedo, rico vecino de la ciudad, legó 212,000.00 pesos, con la condición de que el Cabildo donara el santuario de Guadalupe y el sitio donde habría de levantarse el convento. La idea de los franciscanos fue acogida con beneplácito por el Ayuntamiento, el deán, el cabildo eclesiástico y las diferentes órdenes monásticas radicadas en la ciudad, y se destinó a los mencionados religiosos la casa anexa al santuario. Varios años después, el 5 de marzo de 1760, se expidió la Real Cécula que concedía permiso para la fundación del convento, y el virrey, Marqués de Cruilla, dió el pase respectivo el 22 de enero del año siguiente. Los frailes Francisco de las Llagas y Mariano de San Pedro Regalado fueron comisionados para que procedieran a instalar el convento.
Se ignora la fecha exacta en que comenzaron las obras, mas el año en que terminaron se indicó en el lado sur del patio principal, mediante la inscripción FINIT IV DECEBR ADNI 1769. Los trabajos fueron dirigidos por el maestro alarife Diego Durán.
Un cuadro de la capilla de San Antonio, fechado en mayo de 1777, hace suponer que por esa época se estaba reconstruyendo el templo por parte del mismo Durán, agregándole la cúpula, los cruceros y el presbiterio. El altar mayor que lo adorna fue levantado muchos años después de la consumación de la Independencia; la obra estuvo a cargo de Nicolás Luna, arquitecto notable que dirigió también la construcción de la parroquia de Tlazazalca y de la catedral de Zamora. El actual decorado del templo fue hecho por Joaquín Horta Menchaca, entre 1907 y 1912.
Conforme a la Ley del 12 de julio de 1859, se exclaustró a todos los religiosos residentes en el Estado, incluidos los diequinos. El convento quedó en manos del gobierno, destinándosele a diversos usos. En 1861 se trasladó a su recinto el Hospital de San Juan de Dios, y a partir del 30 de noviembre de 1863 el edificio volvió a poder del clero, aunque sin retomar sus antiguas funciones.
Al triunfo de la Rep ública el gobierno recuperó el inmueble, donde en 1869 permitió que instalara unos telares una compañía fundada para explotar el cultivo de la morera. En 1873 el antiguo convento albergó una escuela particular de artes. El edificio estuvo abandonado hasta que, el 16 de septiembre de 1877, acogió a la primera exposición agrícola, industrial y artística de Michoacán. En 1882 fue sede del Hospital del Corazón de Jesús; de 1892 a 1894, del hospicio de hombres y posteriormente de un internado de niñas, mediando una reconstrucción del edificio que se llevó a cabo de febrero de 1894 al 31 de octubre del año siguiente.
Posteriormente fue hospital militar, residencia para estudiantes de la Universidad Michoacana y actualmente Escuela de Derecho. Una modificación considerable de techos y muro se hizo en 1966.
Entre los sucesos notables que ocurrieron en el santuario de Guadalupe cabe señalar que fueron inhumados en él los restos del general Mariano Michelena, autor del primer plan de Independencia y Ministro del Poder Ejecutivo en 1823.
2.-EMPLAZAMIENTO
El Santuario de Guadalupe, también conocido como Templo de San Diego por ser la de los Dieguinos la orden que lo fundó, está situado en el Sector Nueva España, al oriente de la ciudad y sobre la calle Tata Vasco.
Colindando con el templo se encuentran, al sur de éste, el ex-convento de San Diego, que actualmente aloja a la Facultad de Derecho de la Universidad de San Nicolás de Hidalgo, edificio ligado a la historia del templo y de la ciudad, y cuyas características, conservadas venturosamente a la fecha, enriquecen el amplio acervo arquitectónico e histórico de Morelia: al norte del templo, se sitúa una plaza de buenas dimensiones, quizá resto del atrio original, recientemente rehabilitada con elementos característicos de las plazas morelianas. Al centro de ésta, una cruz atrial de cantera con tronco y brazos labrados con una bella greca en toda su extensión, preside el espacio; al fondo de la plaza, a la altura del crucero del templo, edificios de poca altura, modernos en su mayoría pero con las características formales de la arquitectura tradicional de la ciudad, cierran el ámbito con una solución agradable al tener dos lados cerrados, por el templo y estos edificios, dos abiertos a las calles de Tata Vasco y Fray A. de Lisboa.
3.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
El volumen de este templo se yergue, con su fachada de proporciones verticales, al paño mismo de la calle en que se ubica, sin ningún espacio atrial o que mínimamente vestibule la entrada. Construido totalmente en cantera, contrasta el corte y labrado de la que forma la portada, con el rústico mamposteo del resto dell edificio, que originalmente estuvo recubierto de aplanado y actualmente, merced a una moda impuesta en la ciudad hace algunos decenios, presenta al observador el noble pero burdo material de su estructura. Se acentúa el contraste por la vecindad del ex-convento de San Diego, cuya fachada, de cantera labrada, enriquece lo que fuera el original conjunto Dieguino con su hermoso diseño.
Se aprecian desde la plaza anexa, además de la portada y torre, la fachada lateral norte, la cúpula y brazos del crucero y el volumen, adosado a la nave, que aloja a la capilla de San Antonio, de una altura que alcanza apenas la mitad de la del Templo. La fachada principal, consta en su composición de tres elementos básicos que acentúan su verticalidad; del lado derecho, la torre de cuatro cuerpos, los dos inferiores cerrados, mismos que llegan a la altura de la nave, y los dos superiores clareados, el primero de ellos de planta cuadrada con dos vanos cerrados por arcos de medio punto. El último cuerpo de la torre, de planta octagonal, tiene un vano en cada lado, cerrado con arco poligonal; separa a estos dos cuerpos una rica y ligera balaustrada que se desplanta sobre el saliente de una cornisa de cantera labrada. Remata a la torre un cupulín de gajos, de cuyas nervaduras se desprenden roleos, o adornos en forma de espiral de cantera que rompen con la geometría de la torre, y por último, una sencilla cruz de cantera corona al conjunto.
El segundo elemento de la fachada es un contrafuerte cuya sencillez y severidad cierra el lado izquierdo de ésta. Entre ambos, la portada ricamente labrada, consta de dos cuerpos; en el inferior una puerta formada por pilastras, se cierra con un arco de medio punto moldurado. En la clave, piedra central del arco, una hornacina o nicho actualmente vacío, remata la puerta. Forman marco a ésta dos columnas adosadas y con estrías, rematadas con grandes capiteles y una gran cornisa que cierra este primer cuerpo. En el segundo, se continúan las columnas del inferior transformadas en pilastras cortas que se rematan con pináculos sobre los que se asientan medallones moldurados que debieron contener escudos de la orden fundadora y que hoy están borrados. Una segunda cornisa con grandes repisas soporta dos finas pilastras similares a las columnas inferiores, que se cierran en otra cornisa cortada, y en el centro de este marco se abre el vano de la ventana del coro, con arco de medio punto cuya clave se adorna con roleos. Todavía por encima de este cuerpo e independiente de él se encuentra un nicho con la escultura en cantera de la Virgen de Guadalupe; bajo el nicho corre una cornisa con tres guardamalletas o elemento decorativo, y a los lados del nicho dos escudos labrados en bajo relieve le dan realce. Una pequeña cornisa y sobre ésta una cruz labrada cierran la portada. El perfil de la fachada, en el que se destacan las dos pendientes pronunciadas de un triángulo cortado por el remate cuadrado que aloja a la cruz mencionada, singulariza el templo por lo poco común de su composición. Una cornisa sencilla protege a todo lo largo de su desarrollo a la fachada, y corre por el pretil de la fachada lateral, acentuando con pináculos de cantera cada uno de los cinco contrafuertes que contiene. En cada entre-eje se aloja una ventana alta, y los brazos del crucero sobresalen del paño de la nave.
La cúpula, que solamente se aprecia lateralmente por la altura de la fachada principal, es de las llamadas de media naranja o semiesférica, y se desplanta sobre un alto tambor octagonal, cuyas aristas bordean pilastras de poco realce y estridas, colocadas en pares, enmarcando a las lucarnas o vanos que iluminan el interior. Separa la cúpula del tambor una fina cornisa de cantera con pináculos en cada arista y la bóveda está cortada al exterior por nervaduras de cantera que forman ocho gajos. Un cupulín que repite el esquema del tambor con columnas pareadas, lucarnas y un casquete esférico, corona el conjunto, rematado con una cruz de cantera.
En el interior, se suman a la planta de cruz latina la ya mencionada capilla de San Antonio, otra capilla menor al lado izquierdo del presbiterio y al lado derecho la sacristía. Cada uno de los entre-ejes está separado del siguiente por grandes pilastras cuadradas que corresponden a los contrafuertes exteriores; sobre ellos, arcos de medio punto o semicirculares soportan la bóveda de medio cañón con grandes lunetos. De los seis entre-ejes del templo, el primero lo ocupa el coro y el quinto el crucero, en cuyos brazos se encuentran las dos capillas laterales del templo. El coro alto se apoya en un arco de tres centros o tres porciones de circunferencia, que contrasta con los de medio punto de la bóveda; una balaustrada cierra el coro alto y lo divide de la nave. Una gran cornisa y una greca, colocadas sobre los capiteles de las pilastras, separan la bóveda de la nave de los muros.
El altar principal, totalmente dorado, consta de tres cuerpos; el central, con un pequeño crucifijo en su parte central, consta de una gran cornisa soportada por columnas cuyo fuste tiene al centro esferas. Sobre la cornisa, un lienzo con la imagen de la Guadalupana se cubre con un dosel dorado en forma de corona y rematado por una esfera con la cruz sobre ella. Los dos cuerpos laterales, simétricos, se sostienen por cuatro columnas que soportan un entablamento con cornisa y remates mixtilíneos de singular diseño.
En las capillas laterales, altares neoclásicos de sencilla factura, pintados y con aplicaciones doradas, completan el conjunto, aunque su calidad es menor que la del altar principal.
Toda la decoración del templo, tal como la contemplamos hoy, fue realizada en el segundo decenio de este siglo por el maestro Joaquín Horta Menchaca, mismo a quien se debe el decorado del templo de Tlalpujahua. La riqueza de la decoración toda de yesería y con profusión de flores, plantas y figuras geométricas, con colores vivos, rosas, azules y rojos y gran predominio de los dorados, es digna de admiración; ya que además de su riqueza imaginativa, acentúa los elementos constructivos del edificio. Así, los arcos de cada entre-eje se enriquecen con motivos que recuerdan el mudéjar; las aristas de la bóveda son remarcadas con bellas grecas; cornisas y pilastras; arcos y marcos de puertas, son motivo para que la decoración tenga una explosión de forma y color sin que ésta disminuya el valor de la estructura.
La cúpula contiene en su interior la misma decoración, aunque menos abigarrada que en el resto de la cubierta, y se acusan en ella los ocho gajos de la misma con franjas ornamentadas con los mismos motivos que en el resto del templo. En las pechinas que sos tienen al tambor, aparecen sendos medallones con escenas alusivas a las apariciones de la Virgen de Guadalupe, en bajorrelieves y policromadas.
La capilla de San Antonio, adosada al costado izquierdo de la nave, es de época posterior a la de la construcción original, y de altura mucho menor que la de ésta. Su cubierta es mixta, ya que parte de ella se conforma con una bóveda de arista y el resto es de viguería y terrado. Su altar principal es pequeño, de cantera con aplicaciones de oro y la imagen de San Antonio, patrón de ella.
En resumen, el templo presenta características de las distintas épocas por las que ha transcurrido su historia, sumando de cada una de ellas valores documentales y estéticos que lo significan como un ejemplo único de nuestro rico patrimonio cultural.
4.-OBRAS DE ARTE
Las obras de arte que contiene el templo son numerosas y de variada calidad, y al describirlas deberemos seguir en orden no jerárquico, para lo cual las ordenaremos según su colocación dentro del templo y anexos.
En el altar mayor, encontramos un crucifijo de pequeñas dimensiones y buena factura, probablemente del siglo XVII o principios del XIX, ocupando el sitio de honor. Sobre él, se encuentra el lienzo que representa a la Virgen de Guadalupe. Este tiene características similares a la imagen original que se venera en la Basílica de Guadalupe, tanto en aspecto como en dimensiones, y parece provenir del siglo XIX. En los cuerpos laterales del mismo altar se encuentran dos esculturas de santos policromados, siendo el del lado izquierdo la imagen de San Francisco de Asís. Ambos de tamaño natural, su calidad no llega a hacerlos notables, así como también dificulta ubicar su factura en una fecha determinada.
En los altares de las capillas laterales correspondientes a los brazos de la cruz, se encuentran dos imágenes exculpidas y polícromas; la de un Sagrado Corazón de Jesús en el del lado izquierdo y un San José en el correspondiente al lado derecho. Su tamaño y calidad son similares a las mencionadas anteriormente.
Los muros laterales de la nave se adornan con cuadros de grandes dimensiones que representan diversas escenas de la evangelización en la Nueva España y de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, enmarcadas ricamente con motivos integrados a la decoración total de la nave. Son estos cuadros de realización reciente, probablemente de principios de siglo, y de aceptable calidad. Un órgano tubular, instrumento tradicional en los templos y actualmente a punto de desaparecer de ellos por incalificable abandono, preside el coro alto. En el muro derecho de la nave y ocupando la esquina que forma ésta con el crucero según uso litúrgico, un magnífico púlpito de madera estofada y ricamente labrada, con su correspondiente capelo, destaca entre la rica decoración del Templo.
La capilla de San Antonio contiene tres imágenes, todas de bulto, y que corresponden a San Antonio en el altar principal, y sobre los muros laterales, un crucifijo y un Ecce Homo. De éstas, la más pobre en calidad es la del santo patrono, destacándose en cambio el crucifijo por su bien lograda expresión y forma.
En la pequeña capilla anexa al presbiterio, tres ex-culturas de buena factura se alojan en el altar principal; son las imágenes de San José, Señora Santa Ana y al centro la Asunción de María, todas de tamaño mayor que el natural y policromadas. Dos cuadros de magnífica calidad adornan los muros laterales, de grandes dimensiones ambos. El primero, en el muro izquierdo representa a San José con Jesús Niño, y en una cartela situada en la parte inferior, contiene la siguiente leyenda que lo fecha e identifica: A devoción del Capitán Miguel Joseph Pérez de Ponce de León Manuel y San Miguel. La firma dice José Manuel de Paez hizo en México en el año de 1778. El colocado sobre el muro derecho representa a San Francisco de Asís en el momento de recibir la gracia de las llagas de Cristo; en él, una figura mexla de Jesús y Espíritu Santo aparece en el lado superior izquierdo entre rayos luminosos mientras un gracioso angelillo sostiene el escudo de la Orden Franciscana; no tiene fecha ni firma, pero debe ser posterior al primero, y como éste, está realizado al óleo sobre tela.
No podemos cerrar el capítulo de obras artísticas que contiene el templo, sin insist ir en la gran calidad de la decoración realizada por Joaquín Horta Menchaca. La capacidad y sensibilidad demostrada al decorar el antiguo templo entendiendo perfectamente los espacios y elementos estructurales que lo integran, acentuando aquellos que se deseaba destacar, manejando no sólo la forma y el color sino aprovechando la luz como elemento que enriquece la decoración, ubican a esta obra como un ejemplo a seguir en la posibilidad de restauración de los interiores de aquellos templos que han sido semidestruidos y saqueados, aplicando el arte con un sentido actual que se adapte a la estructura antigua.
5.-BIBLIOGRAFIA
González Galván, Manuel, La Arquitectura de Morelia, ARTES DE MEXICO, 1967, Año IV, No. 100- 101.
González Galván, Manuel. ARTE VIRREINAL EN MICHOACAN, México, Frente de Afirmación Hispanista, 1978.
Morelos Z., Rafael, GUIA PARA VISITAR LA CIUDAD DE MORELIA, Morelia, Editorial Morelia, 1951.
Romero Ramírez, Esperanza. CATALOGO DE CONSTRUCCIONES ARTISTICAS, CIVILES Y RELIGIOSAS DE MORELIA, México, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1981.
ELABORO: ARQ. RAMON M. BONFIL
FECHA: 1985.
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