Imagen principal
Clave del inmueble
MX-SC-DGSMPC-BI-003932
Nombre del Inmueble
El Hospitalito
Periodo legal del inmueble
Circunscripción eclesiástica
Época
Siglo XVII
Siglo de creación
Antecedentes históricos
Como se sabe, los evangelizadores franciscanos que misionaron en ésta y en otras regiones de Jalisco desde el siglo XVI fundaron o reorganizaron asentamientos sobre la base de la coexistencia de dos tipos de instalaciones: una fue la iglesia de los religiosos, a la que generalmente se asociaba un convento o una casa de visita, y la otra fue el hospital, conjunto en el que se recibía a viajeros o en los que se alojaba a los pobres, a los viejos, a los heridos o a los menesterosos. Los hospitales, que funcionaron para asistir a los naturales, siempre incluyeron una capilla, siempre dedicada a la Purísima Concepción y siempre, con sólo algunas excepciones, situada en el mismo eje de composición que la iglesia mayor.
Las ruinas conocidas localmente como "el hospitalito" corresponden a la capilla de hospital, o de indios, de la localidad de San Juan Cosalá si bien estos vestigios no se encuentran en el mismo sistema de trazo de la que ahora es la parroquia de San Juan Bautista, el patrono de la población. La antigua capilla se alzaba en la acera frontal al predio que ocupa la parroquia, y fue construida con la orientación contraria, es decir, viendo al oriente, pero fuera del eje que ahora la iglesia mayor sólo comparte con la plaza central de la localidad.
La capilla de hospital debió prestar sus servicios por muchos años, sin duda. Pero luego sufrió algunos deterioros y finalmente, por falta de atención, cayó en la ruina y ahora es un edificio abandonado cuyo terreno, incluso, hace las veces de bodega de algunos enseres de la propia parroquia. El hospital de indios desapareció hace mucho tiempo y la capilla, que siempre tuvo un atrio de muy reducidas dimensiones, terminó siendo una especie de lote baldío entre construcciones que comenzaron a aparecer en el centro del poblado quizá desde mediados del siglo XIX, después de la expulsión de sus espacios de los grupos de religiosos y después de la consolidación de los espacios municipales de Jalisco. La capilla, en esa perspectiva, conserva sólo una parte de lo que fue su atrio, especialmente el predio que se extiende justo frente a su fachada, es decir, un terreno de escasos siete metros de ancho.
La capilla se encuentra en ruinas porque, entre otras razones, su techo fue víctima de un colapso. Después de ese suceso quedaron en pie el muro de la fachada principal, restos de los muros laterales y la torre del campanario. En vista de que, como se anotaba, los vestigios han estado a disposición de la parroquia, la fachada principal, y el que fue el vano de acceso al recinto, se encuentran cubiertos por una pintura en la que se evoca a la Virgen de Guadalupe si bien no es posible saber si se buscó reutilizar parte del espacio o si se buscó cubrir una ruina que cada día se enfrenta al riesgo del colapso definitivo.
Es pues muy difícil apreciar las cualidades compositivas del paramento que fue la fachada principal del conjunto, pero, vista desde lo que fue el interior del recinto sí se puede saber que ese muro -o lo que queda de él- fue una obra de adobe a la que completaron algunos trabajos de cantería en las piezas que formaron el arco de acceso y la ventana del coro. El adobe es un material de construcción habitual en la región desde épocas remotas si bien muchas de las obras en la zona fueron conseguidas con mamposterías de piedra y de tabique. Llama pues la atención que, a pesar de todo, todavía exista la posibilidad de conocer con detalle un conjunto con esos antecedentes.
El muro que formó la fachada fue el que correspondió a un edificio de planta rectangular y al que se terminó con un remate semicircular. Ha resistido no sólo el colapso de los otros elementos del edificio y luego la acción de los agentes atmosféricos porque el adobe, a pesar de las adversidades, comenzó a regresar a la tierra de una manera que todavía tendría que estudiarse. La nave fue desplantada en su momento sobre un trazo rectangular muy sencillo: de ello dan fe los muros laterales y sólo algunos vestigios de lo que fue el testero. Todos esos componentes también son, todavía, construcciones de adobe a los que se terminó con una cornisa saliente, probablemente vigas de arrastre, mechinales y quizá una viguería de madera que, por muchas razones ya terminó por desaparecer.
El espacio interior, que ahora tiene el encanto propio de sólo algunas ruinas, es una lección de historia y, desde luego, un llamado a la conservación de las evidencias del pasado: para ello, por ejemplo, ahí sigue la torre de un campanario de extrema modestia pero de valor suficiente como para advertir la verdad de las aportaciones de otros tiempos: la torre es de dos cuerpos y termina en un remate. Se trata de una obra vertical de plantas cuadradas y de vanos terminados en arcos de medio punto, uno en cada cara.
Poco puede añadirse de una ruina que está en el borde mismo del peligro de desaparecer: antes de que ello ocurra, tendría que plantearse por lo menos un registro algo más cuidadoso. Y, desde luego, sería necesario formar una imagen más completa de las características básicas de un edificio que se extingue y que, al hacerlo, termina con el conocimiento de las prácticas regionales de la arquitectura.
Planta arquitectónica (original)
Rectangular
Categoría arquitectónica
Estado, Municipio, Localidad
Nombre de la vialidad o calle
Del Cardenal
Número y/o identificador de la vialidad o calle
s/n
Nombre del tipo de asentamiento humano o colonia
Centro
Código Postal
45800
Orden religiosa (original)
Clero Secular