Emergiendo de entre un mar de hojarasca, y apoyado en la moldura que limita la decoración sobre la Santísima Trinidad, se ve el torso de un Angel, que por su posición recuerda los ángeles descendentes del barroco mexicano. Enigmático personaje no mencionado en los múltiples estudios que se han hecho sobre la fachada, desde Don Antonio Cortés en 1933, hasta Víctor Manuel Villegas en 1989.