Con una pluma en la mano, y frente a una mesa que lo identifica como Doctor de la Iglesia, San Gregorio Magno, recibe la inspiración del Espíritu Santo, que en forma de paloma lanza su halo divino. La tiara papal sobre la mesa, lo identifica también como Papa. Dos pares de querubines y un angelito que sostiene un cortinaje, completan la escena.