Escuetamente dice el relato de Marcos que Jesús fue elevado a los cielos, en cambio, nuevamente Lucas (24, 44-53) es quien narra el momento en que Jesús condujo a los apóstoles afuera, camino de Betania "y, levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía se fue separando de ellos, y era elevado al cielo". El momento está bien resuelto. Cristo está rodeado de nubes, es el centro de un luminoso rompimiento de gloria, pies y manos muestran con claridad las huellas de su martirio. Nada es forzado y el cuerpo parece elevarse con suavidad por sobre el grupo que asombrado, abre los brazos y eleva sus ojos al cielo.