Imagen principal
Clave del bien mueble
MX-SC-DGSMPC-BM-000385-000085-002
Número de Cédula
85
Tipo de objeto (texto)
Retablo
Tipo de objeto
Nombre o título del objeto
Retablo dedicado a San Felipe de Jesús
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
San Francisco
Estudio Monográfico
Nombre del Inmueble
San Francisco
Autor
Anónimo
Época
S. XIX
Siglo de creación
Descripción del bien mueble
Retablo neoclásico conformado por sotobanco, predela, un cuerpo y remate. Una calle central y dos entrecalles. El sotobanco es completamente liso. La predela esta interrumpida al centro por un espacio en el que se encuentra una representación de San Buenaventura, a cada lado a manera de nicho entre dos pilastras se encuentran dos esculturas, rematando la predela se encuentra una cornisa con entrantes y salientes. En el cuerpo, en la calle central un nicho con copete flanqueado por dos columnas de cada lado, se encuentra una escultura de San Felipe de Jesús, en las dos calles flanqueadas entre dos columnas de grandes dimenciones, basas decoradas, fustes estriados y capiteles corintios se localizan dos esculturas de Santa Teresa de Jesús y San Buenaventura sobre unas grandes peanas. El remate en forma de medio punto aloja al centro una pintura de gran formato de Santa Margarita de Cortona entre dos columnas de fuste estriado y capitel corintio, a los costados dos pasajes de la vida del Beato Sebastián de Aparicio.
SAN FELIPE DE JESUS.
Mártir (1597 D.C.) Pertenece al siglo de los primeros santos verdaderamente internacionales. Nació en el momento en que los misioneros, al lado siempre de los descubridores, extendían la fe por toda la tierra y la Iglesia llegaba a ser completamente universal. Los puntos geográficos que tienen relación con su vida se extienden a lo largo de la mitad del globo. Sus padres llegaron a la Nueva España se habían casado poco antes en Sevilla y a los pocos meses de su arribo, el 1o. de mayo de 1572, nació Felipe en la ciudad de México. A los veintiún años, encontrándose en las Islas Filipinas, a donde había ido en busca de aventura, ingresó en la Orden Franciscana, y cuatro años después, el 5 de febrero de 1597, murió martirizado en Japón. Felipe de las Casas Martínez era el mayor de una familia de once hermanos, de los que otros dos siguieron la vida religiosa. Por su padre estaba emparentado con otro notable monje y evangelizador de América, Fray Bartolomé de las Casas. Felipe estudió gramática en el colegio de San Pedro y San Pablo de la ciudad de México, dirigido por los jesuitas; y mostró interés por la artesanía de la plata. Por eso, cuando Felipe fue beatificado, el gremio de los plateros lo nombró su patrón. A los veinte años Felipe pasó a Manila, la ciudad que era como la avanzada española en la conquista del imperio de las especias. Los hijos de los mercaderes ricos, cuando emprendían un viaje tan largo, en aquellos tiempos, no lo hacían generalmente por motivos piadosos. Ni tampoco predominaba lo espiritual en el ambiente de aquella ciudad conquistada apenas en 1571. Sin embargo, en aquel mercado cosmopolita que vivía sobre todo del comercio con China, entre las transacciones agitadas y los planes de conquistas militares, Felipe de Las Casas sintió la vocación por la vida religiosa. El mes en que cumplió veintiún años, ingresó a la Orden Franciscana en el convento de Santa María de los Ángeles de Manila. Al año siguiente: 22 de mayo de 1594, Fray Felipe de Jesús hizo su profesión religiosa. Cuando tres años después se acercaba el tiempo de la ordenación, el 12 de julio de 1596, partió en el galeón San Felipe rumbo a México, pues en las Filipinas no había un obispo que lo pudiera ordenar. El viaje de las Filipinas a Nueva España era una aventura peligrosa que se podía prolongar hasta siete u ocho meses. En aquella ocasión la aventura estuvo a punto de ser desastrosa. Durante un mes (18 de septiembre a 18 de octubre) la nave estuvo a la deriva, arrojada por las tempestades de un lado a otro hasta que, destrozada y sin gobierno, fue a dar a la costa del Japón. Los viajeros llegaban a un Japón en que se habían despertado sospechas respecto de las intenciones de los misioneros. Siguieron unos meses de incertidumbre, durante los cuales los náufragos ignoraban cuál sería su suerte. Fray Felipe de Jesús, después de recorrer los caminos de aquel país desconocido, se refugió en Meaco, donde los franciscanos tenían escuela y hospital. El 30 de diciembre todos los frailes fueron hechos prisioneros junto con un grupo de cristianos japoneses. Comenzaba el martirio. El día 3 de enero les cortaron a todos la oreja izquierda. Luego, emprendieron una penosa marcha que se prolongó durante un mes, en pleno invierno, a través del Japón, hasta Nagasaki. Ahí fue, el 5 de febrero. Veintiséis cristianos fueron colgados de otras tantas cruces sobre una colina en las afueras de Nagasaki. Veintiséis mártires fueron fijados a las maderas mediante argollas de hierro: en el cuello, en los brazos y en las piernas, para ser atravesados por las lanzas. El primero fue Felipe de Jesús. Las argollas que debían sostenerle las piernas estaban mal sujetas. El cuerpo resbaló, y quedó pendiente de la argolla que sujetaba el cuello, la que comenzó a ahogarlo. Dos lanzadas en el pecho le abrieron el pórtico de la Gloria. Había tenido que recorrer medio mundo para entrar por la puerta angosta. Fue beatificado, junto con sus compañeros, el 14 de septiembre de 1627 y canonizado el 8 de julio de 1862.
Observaciones del bien mueble
El retablo esta completamente repintado.
Materiales constitutivos
madera, pigmentos, hoja de oro
Técnica de manufactura
Madera tallada y dorada
Alto 1
8.5
Ancho 1
7.15
Profundidad 1
0