Imagen principal
Clave del bien mueble
MX-SC-DGSMPC-BM-000385-000142-000
Número de Cédula
142
Tipo de objeto (texto)
Pintura
Tipo de objeto
Nombre o título del objeto
Santiago el Mayor
Estudio Monográfico
Nombre del Inmueble
San Francisco
Autor
Catalina Moreno
Época
S. XX
Siglo de creación
Descripción del bien mueble
Representación de cuerpo entero de perfil, viste una túnica guinda y un manto café su sombreo se apoya en la espalda al igual que un saco. Con la mano derecha sostiene un libro y en la izquierda lleva un bastón. Su rostro de tres cuartos, barbado, dirige la mirada al espectador, el fondo es un paisaje semiárido. En la parte inferior se puede leer: "SANTIAGO EL MAYOR".
Santiago Apóstol o el Mayor: Hijo del pescador Galileo Zebedeo, era hermano primogénito de San Juan Evangelista y no de Santiago al Menor al que se le suele tomar por su hermano pequeño. Junto con Juan fue llamado por Cristo para convertirse, junto a Pedro y Andrés, en uno de los apóstoles. El epíteto "el Mayor" significa que fue uno de los primeros llamados. Junto a San Pedro y San Juan asistió a la Transfiguración, y Agonía de Cristo en el Monte de los Olivos. No se sabe nada de su actividad apostólica después de la Ascensión. Se suponía que había predicado la fe en Siria y en Judea, y que cuando regresó a Jerusalén, en el año 44, habría sido decapitado por orden de Herodes Agripa. De esa manera, uno de los primeros apóstoles convocados por Jesús habría sido el primer llamado por Dios. El principal milagro que se le atribuía era la conversión del mago Hermógenes, evidentemente copiado de la historia de Simón el Mago, derrotado por el apóstol Pedro. Hermógenes envió a su discípulo Fileto para que empleara sus sortilegios contra Santiago. Pero éste, al ver que Santiago curaba a los enfermos e incluso resucitaba a los muertos, se convirtió, y de vuelta junto a Hermógenes, intentó convertir a éste. El mago, enfurecido, lo dejó paralítico, y Fileto pudo recuperar el uso de sus miembros gracias al apóstol, quien le prestó su manto milagroso. Entonces Hermógenes pidió a los demonios que le entregaran a Santiago y a su neófito encadenados. Pero Santiago ordenó a su vez a los demonios que hicieran a su enemigo el daño que éste quisiera infligirles. Los agentes de Satanás, subyugados por una fuerza superior, encadenaron a Herrnógenes y lo entregaron atado de pies y manos. Entonces el mago reconoció su error, y prosternándose a los pies del apóstol Santiago, quien le hizo desatar, solicitó el bautismo y arrojó los libros de magia al mar. De acuerdo con la tradición española, que contradice a la leyenda palestina, el apóstol Santiago habría viajado a España para predicar el Evangelio, desembarcó en Cartagena, y luego, en Zaragoza, se le habría aparecido la Virgen en lo alto de una columna de jaspe (Virgen del Pilár), rodeada por un coro de ángeles. Tal sería el origen de la célebre basílica de peregrinación de Nuestra Señora del Pilar, en Zaragoza. En Lérida debió detenerse durante la noche a causa de una espina en el pie. Habría conseguido quitarse dicha espina gracias a los ángeles descendidos del cielo. Más tarde, el cuerpo del apóstol, después de su martirio, habría navegado hasta Galicia en una harca conducida por un ángel. Esta leyenda tardía se explica por el ardiente deseo que animó a todos los países de la cristiandad de vincular la fundación de sus iglesias locales con uno de los discípulos de Cristo. Roma vindicaba a san Pedro, Grecia y Rusia a su hermano San Andrés. La España cristiana quiso atribuirse al apóstol Santiago, orgullosa de asegurarse de esa manera el patronazgo de un discípulo directo de Cristo, mientras que Francia debía contentarse con San Dionisio, confundido con san Dionisio Areopagita, e Inglaterra con San Jorge. En realidad, el apóstol Santiago nunca estuvo en España y sus reliquias jamás fueron trasladadas a Galicia. Esta leyenda nació de la cruzada contra los moros (Reconquista) y de la peregrinación a Santiago de Compostela. Dicha peregrinación, organizada por los monjes de Cluny para socorrer a los cristianos de España en su cruzada contra los moros, se remonta al siglo X. Por tanto, fue en esa época cuando se forjó la leyenda española del apóstol Santiago. Se pretendió antidataria. Un documento apócrifo, presentado como un texto del siglo VII, afirma que el apóstol Santiago había llegado a España para evangelizarla. Hacia 830 circuló un rumor acerca del descubrimiento de la tumba del apóstol en Galicia, y para exaltar el valor de los cruzados, se contó que en 834, en la batalla de Clavijo, el apóstol Santiago montado en un caballo blanco, había derrotado a los infieles blandiendo su estandarte. Por último, en 860, el Martirologio de Adón certificó que la tumba del santo, que acogió sus huesos enviados desde Jerusalén se encuentra en Galicia. Gracias a las investigaciones fundamentales realizadas por Monseñor Duchesne y a excavaciones arqueológicas recientes (1955), que permitieron a René Louis precisar las indicaciones suministradas por los textos históricos o legendarios, en la actualidad estamos en condiciones de seguir casi paso a paso la génesis de un culto tardío y forjado íntegramente entre los siglos IX y XI. Es necesario distinguir entre dos leyendas, que aparecieron sucesivamente: la del apostolado de Santiago en España y la de su Sepultura en Galicia. En vano se buscaría un texto que mencionara el apostolado de Santiago en la península ibérica con anterioridad al siglo VE. Los poetas latinos Prudencio y Fortunato, Isidoro de Sevilla y san Martín de Braga (Galicia), no lo mencionan. La leyenda tiene su fuente fuera de España, en el Breviarum Apostolorum. En España apareció a finales del siglo VIII, en el Comentario del Apocalipsis, del Beato de Liébana. En cuanto a la leyenda de la sepultura de Santiago en Galicia, la primera mención apareció en 806, en el Martirologio de Florus de Lyon. La iglesia de peregrinación construida bajo los pretendidos huesos del Apóstol ya existía en 874, puesto que ese año el rey Alfonso III de León, y su esposa Jimena ofrendaron una magnífica cruz de oro. Apartir de ese momento los peregrinos afluyeron hacia la tumba del apóstol, convertido en el patrón de la España cristiana en guerra contra los moros. Textos apócrifos y tradiciones orales al margen de toda prueba contribuyeron, como es natural, a enriquecer y embellecer la leyenda forjada por los clérigos. Era necesario explicar la traslación de las reliquias del apóstol desde Palestina hasta Galicia, y su invención en un sarcófago de mármol (arca marmorica) descubierto en medio de un antiguo cementerio romano. Fue del nombre de dicho cementerio, "Compostum ubi ossa componuntur" que en el siglo XI se creó el nombre Compostela, que la etimología popular, a base de juegos de palabras, convirtió en Campus stellae (Campo de la Estrella). Algunas de estas leyendas de peregrinación o de cruzada deben recordarse aquí, porque han inspirado gran número de obras de arte. La primera es la traslación del cuerpo del apóstol desde ioppc (jafa, Palestina) hasta Santiago de Cornpostela, en Galicia. Conducido por un ángel, el cuerpo santo, transportado sobre un navío, o bien en un sarcófago de mármol flotante, cruzó las Columnas de Hércules o Estrecho de Gibraltar, y recaló en las costas gallegas. La reina Lupa (o Luparia) ordenó uncir al sarcófago toros salvajes, para que se rompiese contra las rocas, pero los toros, al punto domesticados con una señal de la cruz, se volvieron mansos como corderos, y arrastraron las reliquias hasta el patio del palacio de la reina, quien se convirtió y transformó su castillo en monasterio: ese edificio sería la cuna de la célebre peregrinación de Santiago de Compostela. Santiago era el patrón de los peregrinos y de los caballeros: se necesitaban leyendas especiales para uso de una y otra categoría de devotos. Los peregrinos no se cansaban de oír el Milagro de la horca o del Ahorcado desahorcado. A decir verdad, dicho milagro, como el del mago Hermógenes, es un plagio. Pertenece a la leyenda de otro santo Domingo, Domingo de la Calzada, quien había merecido el reconocimiento de los peregrinos compostelanos porque mejoró el "Camino de Santiago". Dos esposos devotos se dirigían en peregrinación a Santiago de Compostela desde Toulouse. Una tarde se alojaron en una posada donde la hija del posadero se enamoró del jovencito. Rechazada por este nuevo José, la mujer, para vengarse, discurrió introducir secretamente en el zurrón de peregrino del joven desdeñoso una copa de plata, para luego acusarle de robo. El juez, convocado de inmediato, comprobó el flagrante delito y condenó a la horca al presunto ladrón. Sus padres, consternados, siguieron la ruta hasta Santiago de Compostela, y en su aflicción, rogaron con ardor al apóstol Santiago que demostrase la inocencia de su hijo. En el camino de regreso, cuando pasaron por el sitio donde el joven fuera ahorcado, lo encontraron colgado, pero milagrosamente vivo: él les contó que lo habían sostenido la Santísima Virgen y el apóstol Santiago, quienes le salvaron la vida. Los padres fueron a buscar al juez, a quien encontraron sentado a la mesa, cortando un gallo y una gallina asados. Le dijeron que el hijo de ambos, suspendido en la horca desde hacía varias semanas, aún estaba vivo. El juez se negó a creer y respondió con una burla: "Vuestro hijo está tan vivo como el gallo y la gallina que están sobre la mesa ". Las aves aludidas echaron a cantar al punto. Estupefacto, el juez aceptó entonces seguir a los padres del salvado hasta el cadalso. Luego liberó al inocente, e hizo colgar en su lugar al posadero y a su hija. El gallo y la gallina resucitados se enjaularon y condujeron a la iglesia donde se los cuidó con mimo hasta que murieron de viejos. Al mismo tiempo que la leyenda de la peregrinación se difundió la de la cruzada, que popularizó la orden de Los Caballeros de Santiago. En vísperas de una batalla contra los musulmanes que se libró en Clavijo, en 930, el rey Ramiro I de Asturias, como lo hiciera antes el emperador Constantino, vio aparecer en sueños al santo patrón de España, quien montado en un caballo blanco derrotó a los moros y los puso en fuga. Asistido por el santo Matamoros, Ramiro consiguió la victoria. Fue a partir de entonces que "¡Santiago!" se convirtió en el grito de guerra de los ejércitos españoles.
Observaciones del bien mueble
El marco tallado de estilo colonial español.
En el ángulo inferior derecho se puede observar la firma.
Materiales constitutivos
madera, tela, pigmentos
Técnica de manufactura
Óleo sobre lienzo
Alto 1
2.3
Ancho 1
1.1
Profundidad 1
0