Imagen principal
Nombre del Inmueble
La Sangre de Cristo
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000354
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000354
Contenidos
1.-ANTECEDENTES E HISTORIA
El sitio donde hoy se levanta el templo de La Sangre de Cristo fue el panteón principal de Oaxaca hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XVII. Al parecer, al aproximarse el siglo XVIII se había transformado en un obstáculo para la consolidación de la parte central de la ciudad, y además constituía un foco de infección, por lo que el presbítero Lorenzo de Olivera compró el terreno y dispuso la construcción de un templo en ese lugar, según Martínez Gracida para borrar las preocupaciones de la gente sencilla... (1). El templo se consagró en 1689, y fue inicialmente ayuda de parroquia.
Bien pronto, en 1696, sufrió sus primeros daños causados por los terremotos que periódicamente ocurren en Oaxaca. En 1787 y en 1801 volvió a ser afectado por temblores, pero en cada ocasión, el fervor de la feligresía del barrio proveyó lo necesario para su reparación. La reconstrucción que se realizó en los primeros años del siglo XIX debió ser bastante efectiva, ya que su estructura no ha vuelto a deteriorarse desde entonces.
El edificio tampoco sufrió daño serio durante las luchas entre liberales y conservadores en el siglo pasado, a pesar de que en 1833, 1858, 1860, 1864 y 1866 sirvió alternativamente como fortaleza de ambos bandos. Con ese motivo, sus torres se empleaban como parapetos, y la casa del capellán servía de cuartel.
Es muy probable que su ornamentación interior, sí haya sufrido daños y a eso se deba que ahora no cuente con retablos y cuadros antiguos, como muchos otros templos oaxaqueños decorados en la misma época.
Al aproximarse el siglo XX, y bajo el impulso que dio el obispo Eulogio Gillow a la diócesis de Oaxaca, el templo de La Sangre de Cristo fue elevado al rango de parroquia. En aquella época había en el atrio una caja de agua que servía de surtidor a las casas del barrio.
Por todos esos antecedentes, el templo goza de un arraigo popular que se hace sentir con más fuerza en las grandes festividades del año litúrgico, sobre todo durante la Semana Mayor. Martínez Gracida da cuenta, a principio de este siglo, de las vísperas y solemnidades que se acostumbraban en esas ocasiones: de la iluminación y los adornos del templo y las casas circunvecinas; de los repiques de campanas y el estruendo de la cohetería (2).
2.-EMPLAZAMIENTO
El templo de La Sangre de Cristo ocupa la esquina que forman las calles de Macedonio Alcalá y Nicolás Bravo. Media cuadra más hacia el norte, sobre la acera de enfrente, se encuentra su prestigioso vecino, el conjunto de Santo Domingo, y más arriba, en la misma dirección y sobre la misma acera, queda la parte posterior del Carmen Alto.
En la contraesquina se abre la plazuela Labastida, un amable espacio alargado que llega hasta la calle de 5 de Mayo, arreglado con césped, áreas peatonales, bancas de hierro colado, frondosos laureles y un busto de bronce del compositor oaxaqueño Macedonio Alcalá.
En el contexto edificado que rodea al templo hay algunas casonas que sobresalen de las demás por su antigüedad, como la que está en el número 118 de la plazuela Labastida, o la llamada Casa de Cortés, a cuadra y media de distancia rumbo al sur, sobre la acera de enfrente de la calle de Alcalá. Ambas ostentan nobles fachadas de cantera labrada, y sus portadas corresponden a la importancia de las familias que las erigieron durante el virreinato.
3.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
El atrio frente al templo es de reducidas dimensiones, unos 16 metros de frente por 9.50 de fondo: apenas lo necesario para crear un espacio de dispersión frente a la entrada principal. Actualmente está delimitado por sencillas jardineras, y ocupa un nivel de medio metro arriba de la banqueta. Del lado derecho hay un angosto paso entre el templo y la colindancia, que conduce a los anexos.
La disposición arquitectónica es de una sola nave, de 33 metros de longitud y 8 de ancho, cuyo eje principal corre de oriente a poniente. El espacio interior carece de crucero y cúpula, y está cubierto por un solo cañón corrido, dividido en tres tramos mediante arcos fajones. En el primero están el coro y el sotocoro. El sotocoro lleva una bóveda de perfil rebajado, decorada con franjas y filetes muy sencillos. Del lado derecho hay una capillita en forma de nicho profundo que hace las veces de bautisterio. El segundo tramo es el más extenso, y por el lado izquierdo cuenta con un acceso lateral desde la calle. El último tramo es el presbiterio, y desde el mismo se accede a la sacristía que se encuentra a la derecha, así como al resto de los anexos parroquiales.
El exterior del templo es mucho más interesante que el interior: su fachada principal es austera pero armoniosa; en la fachada lateral hay un juego vigoroso de volúmenes y una portadita no exenta de interés; a ello hay que agregar la calidad y la textura que le otorgan las extensas superficies de cantera color ocre-verdoso con que fue labrada.
En la fachada principal, los cubos de los campanarios y el imafronte forman un solo paramento que enmarca la portada de cuatro cuerpos de anchura decreciente. En el primero de ellos se encuentra el vano de la puerta, delimitado por jambas con capitel toscano y arco de medio punto sin clave realzada. Tanto las jambas como el arco llevan canaladuras perimetrales. Por su parte las hojas del portón de madera tienen postigos de cerramiento mixtilíneo y protuberantes bulas o remaches de bronce en los tablones. Un par de anchas pilastras apoyadas sobre plintos con rombos en bajorrelieve flanquean el conjunto descrito. Sus fustes también llevan canaladuras perimetrales y capiteles toscanos. Entre ambas soportan un entablamento de vigorosa cornisa, donde la parte central es plana y ostenta una ingeniosa decoración de siete medallones ligados por filetes que los van delineando, mientras que sobre los capiteles de las pilastras se forman resaltos abultados. Entre el entablamento y el arco de medio punto aparecen enjutas que muestran medallones labrados con flores cuadripétalas.
En el segundo cuerpo está la ventana del coro, protegida por una reja de hierro forjado. El vano está delimitado por sencillas jambas de capitel toscano y un arco escarzano. El tratamiento a base de canaladuras perimetrales en las jambas, el arco y las pilastras laterales del cuerpo inferior se repite también en este cuerpo. En cambio, no se utilizó entablamento, sólo una molduración que liga entre sí los capiteles de las pilastras.
A diferencia de los dos cuerpos inferiores de piedra labrada, los dos últimos son obra de albañilería de ladrillo con revoque. El espacio central del tercer cuerpo lo ocupa un nicho de medio punto donde se aloja una figura de bulto de excepcional calidad. Se trata del arcángel Uriel, que aparece con una pluma en la mano. Las pilastras que flanquean al nicho ostentan capiteles de aire toscano, pero en realidad, tanto éstos como el entablamento son sucesiones d e molduras con las que el artesano de albañilería interpretó libremente el cañón. Algo similar ocurre en el último cuerpo, donde hay otro nicho central con una hermosa cruz de Lorena delicadamente labrada en cantera, flanqueada por dos toscas pilastras. A los lados, el perfil mixtilíneo del imafronte asciende suavemente hasta el sencillo remate con astabandera que corona la portada.
Las dos torres gemelas en los extremos de la fachada apenas sobresalen del resto del edificio. Los campanarios son de planta cuadrada, y presentan en cada lado vanos de medio punto flanqueados por curiosas pilastras de fuste abalaustrado con filete al centro. Los toscos capiteles de albañilería se repiten en las esquinas, formando así otras pilastras esquineras. Luego de un corto entablamento rematado por pináculos, hay zócalos octagonales sobre los que se elevan los cupulines, coronados a su vez por linternillas ciegas. La de la torre sur ostenta todavía una hermosa cruz de hierro forjado.
La fachada lateral vale por la volumetría de los cubos de las torres y los poderosos contrafuertes que soportan el empuje de los dos arcos fajones del interior de la nave. Como está orientada al sur, se producen interesantes juegos de luces y sombras a toda hora del día y durante la mayor parte del año. Lleva tres vanos altos que permiten iluminar la nave, todos con cerramientos escarzanos y derrames o capialzados, que hacen que el perfil del vano vaya ensanchándose a medida que se acerca al paramento exterior del muro. Un cuarto vano, con arco de medio punto, corresponde a la entrada lateral, donde se dispuso una sencilla portadita de dos cuerpos. En el primero está el portón de madera con sus bulas semejantes a las de la puerta principal. Las jambas, el arco y el tímpano que lo enmarcan son obras de albañilería terminadas en aplanado liso. Sólo hay discretas molduras labradas entre las jambas y el arco, y una sencilla cornisa que corre entre el primero y el segundo cuerpos. En este último hay un nicho con arco de medio punto que contiene la figura de un santo.
4.-OBRAS DE ARTE
Martínez Gracida describe varios medallones o retablos menores de orden dórico y compuesto que adornaban los muros laterales del templo a principios de este siglo. (3) Probablemente se trataba de elementos neoclásicos realizados en tiempos del obispo Guillow, una vez que se pudo recuperar el templo del abandono y el pillaje debidos a las luchas entre liberales y conservadores. Pero ni siquiera eso queda hoy día. La mayor parte de los objetos muebles son de reciente factura y escasa calidad. No obstante, puede verse en el nicho-bautisterio un óleo antiguo que representa a la Santísima Trinidad. Por su estilo parece una obra popular realizada entre los siglos XVIII y XIX.
Sobre una peana en el muro del testero hay un crucifijo notable por la posición naturalista que guarda el cuerpo de Cristo. A la izquierda se encuentra una imagen de la Virgen de los Dolores y a los lados dos ángeles de factura reciente. Otras seis figuras de yeso sobre peanas y dos cuerpos complementan la exigua decoración de la nave.
En cambio, en la sacristía puede apreciarse un cuadro en el que se representa el Triunfo de la Iglesia. Martínez Gracida lo describió a principios de este siglo ubicado en el sotocoro, y es interesante por sus reducidas dimensiones, ya que usualmente se reservaban formatos mayores para este tema. No obstante, es de buena calidad. Muestra una procesión triunfal en la que la Santísima Trinidad va sobre un carruaje de oro; y su elaboración debe ser del siglo XVIII.
El interior del templo no acusa mayores transformaciones.
En el exterior cuando se llevaron a efecto las obras de rehabilitación de la calle de Macedonio Alcalá durante 1985 -obras que implicaron la restauración de muchas edificaciones civiles y el cierre de la calle al tránsito vehicular-, la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología demolió la barda atrial y los anexos recientes que obstruían la vista de la fachada principal del templo, rehabilitó el atrio y su pavimento e hizo la limpieza de la portada. Con estos cambios quedó restaurada una imagen del templo que revela su edad y su concepción original.
ELABORO: ARQ. ALBERTO GONZALEZ POZO
FECHA: 1986.
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
Preciosa Sangre de Cristo