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Nombre del Inmueble
San Miguel Arcángel
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000189
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
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Contenidos
1.-ANTECEDENTES
La enorme importancia de esta construcción está respaldada por la información que sobre ella existe. Huejotzingo es mencionado en todos los libros que se ocupan de la arquitectura colonial en general o de aquélla del siglo XVI. Debe decirse, sin embargo, que no todos los datos a la mano, siendo tan abundantes como son, permiten responder con claridad a preguntas tan simples como las de cuándo se construyó y quién lo construyó.
Ya en 1924 Gerardo Murillo -conocido por su seudónimo de pintor Dr. Atl- decía, en relación con las iglesias de Puebla: La historia de las construcciones poblanas, como la mayor parte de la historia de las iglesias de México -salvo excepciones- está formada por una serie de noticias y de anécdotas que nos muestran el celo de los padres franciscanos... para elevar un templo, o la generosidad de tal o cual viuda... o ricachón.... Otra serie de noticias nos indican las extorsiones que los reverendos padres de todas las órdenes ejercieron constantemente sobre millares de indígenas para obligarlos a edificar templos y conventos. Pero tanto la lectura de... (los diversos textos) y de los escasos documentos relacionados con las iglesias de Puebla, no es posible obtener datos precisos sobre estos dos puntos capitales: quiénes fueron los autores de determinada construcción y la fecha exacta en que fue levantada u ornada (1).
Aunque en los sesenta años que han pasado desde que se escribió el texto citado mucho se ha avanzado en la historiografía del arte y la arquitectura mexicanos, incluyendo el siglo XVI, el asunto central que preocupaba al Dr. Atl sigue vigente en buena medida.
No hay dudas al respecto de que en la región de Huejotzingo hubo un núcleo importante de población indígena, aunque no se asentaba en el sitio actual, sino en algún lugar a los pies del Iztaccíhuatl, de topografía irregular y difícil acceso. En este antiguo asentamiento los frailes erigieron un convento, uno de los cuatro primeros que levantaron los franciscanos (junto con los de México, Texcoco y Tlaxcala), lo que da una idea de la importancia que tenía Huejotzingo hacia esa época. El traslado es dispuesto en 1529, y fue el fraile Juan de Alameda, arquitecto de oficio, quien se encargó de la operación. Se atribuye usualmente al mismo Alameda la construcción del convento y la iglesia actuales, pero el asunto es polémico. En todo caso, la actividad de los frailes fue intensa, y se sabe que aquí estuvo fray Toribio de Benavente, Motolinia. En Huejotzingo se celebraron por primera vez matrimonios y bautismos cristianos. Hay información abundante sobre las actividades religiosas de los frailes en Huejotzingo, de los conflictos que tuvieron con las autoridades civiles en su empeño de proteger a los indios, así como de las calamidades que sufrió la población, como la mortandad que sufrió con motivo de la mudanza de sitio, e incluso se sabe que la actividad comercial ya era muy importante: en la plaza del mercado se oficiaba misa al aire libre para que los comerciantes no descuidasen su negocio mientras cumplían con la devoción.
2.-EMPLAZAMIENTO
Hemos mencionado que el actual emplazamiento del convento y el pueblo mismo datan del traslado organizado a partir de 1529. Esto fue común, pues como dice Pedro Rojas: Los frailes ordenaban un amplio recinto para el convento y trazaban unas cuantas calles con el modelo de cuadrícula. Preveían espacios para la plaza y el cementerio y dejaban que a poco andar se extendieran las parcelas de los indios... (2).
En el caso de Huejotzingo se procedió exactamente de la manera descrita, con la peculiaridad de haberse desplantado el conjunto conventual sobre una inmensa plataforma artificial de 120 metros de ancho y unos 200 metros de fondo, con lo que la preminencia de la construcción con respecto al poblado es a todas luces evidente.
La relación entre la población y el convento se establece por dos portadas abiertas en la barda que rodea el atrio: la principal a eje de la puerta de la iglesia, con tres arcos y una escalinata, y la secundaria, hacia el lado norte, con dos arcos. Para el que recorre el atrio el aislamiento del conjunto con respecto a la población es casi completo, ya que tanto su elevación como la barda almenada lo convierten en un espacio autónomo.
4.-HISTORIA
Los datos históricos sobre la construcción del conjunto actual del convento de Huejotzingo no conducen a conclusiones terminantes, y los diversos estudiosos discrepan en cuanto a la cronología precisa y a las intervenciones de fray Juan de Alameda tanto en el proyecto como en la construcción. Según George Kubler, una vez realizado el traslado se registra actividad constructiva de 1529 a 1539, pero no se pronuncia en el sentido de que la iglesia y el convento actuales se hubiesen iniciado entonces, ya que existe la posibilidad de que se hubiese levantado una construcción provisional diferente a la actual. Para Kubler la que conocemos se construyó entre 1544 y 1571. Según otra historiadora, Marcela Salas Cuesta, las actividades edificatorias realizadas durante este período serían las siguientes;
1. De 1544 a 1555 se construyó la plataforma artificial, se levantaron los muros del atrio con sus entradas, se hicieron las capillas posas, la portada lateral de la iglesia y la portería del convento.
2. Entre 1548 y 1560 se construyó el convento con sus anexos, así como la portada principal de la iglesia.
3. En 1550 se inicia la construcción de la iglesia, concluyéndose en 1571.
La cronología propuesta por Kubler y Salas Cuesta se apoya en documentos de la época, pero pueden existir diversas interpretaciones de los mismos datos y de hecho hay discrepancias entre los diversos autores sobre esta cuestión. Otro tema en el que abundan las controversias es en el relativo a la participación de fray Juan de Alameda como arquitecto de Huejotzingo. Este fraile estuvo en el convento de 1529 a 1538, y sabemos que estuvo en la región de Puebla nuevamente hacia 1543. Se sabe que intervino en la construcción del monasterio de Huaquechula y posiblemente en Calpan. Lo que puede asegurarse es que es lícito atribuir Huejotzingo a fray Juan de Alameda, mientras no aparezca un documento que pruebe lo contrario.
5.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
Es mucho lo que se ha escrito sobre las particularidades de la arquitectura conventual del siglo XVI. En rasgos generales la descripción de Pedro Rojas es adecuada para dar una idea: El convento poseía una serie de dependencias correspondientes a los modelos europeos y algunas más impuestas por la peculiar misión evangelizadora. La principal era el atrio y no el claustro, cosa ésta americanísima, dado que las necesidades de los nuevos rebaños eran muy grandes y para atenderlas los frailes no se encerraban intramuros sino que desempeñaban en espacios abiertos las múltiples actividades que se impusieron en su ministerio... Un convento debía tener surtidor de agua, atrio, capilla de indios, capillas posas, templo, claustro y gran huerto bardeado. Los cuatro primeros elementos de inspiración local. Los restantes, secuela de las casas europeas de religiosos. (3)
El atrio de Huejotzingo constituye un elemento arquitectónico de primera importancia, por el buen estado de su conservación y la excelencia de los elementos que dan a él.
Las capillas posas son de un refinamiento absoluto, tanto en su geometría general como en la calidad de sus relieves. Su función era tanto para posar al Santísimo Sacramento durante las procesiones como para oficiar misa, como capillas abiertas. En una de ellas aparece la fecha 1550, y posiblemente son anteriores a las de Calpan, con las que pudieran estar emparentadas. Se trata de pequeños edificios de planta cuadrada con dos accesos iguales, con un arco ligeramente rebajado con el extradós esculpido, sobre impostas y haces de columnillas. Sobre el arco un alfiz demarcado por el cordón franciscano, y en el que aparecen un escudo, al centro y dos ángeles en las enjutas.
El ancho de la capilla y su altura hasta este alfiz son prácticamente iguales, por lo que la envolvente es prácticamente un cubo, sobre el que se apoya un friso con marco liso y escudos esculpidos, con remates en las esquinas. Sobre este friso se eleva un chapitel piramidal, con las aristas enfatizadas por una moldura de sección circular, y una cruz en el vértice superior. La cruz que se encuentra en el atrio proviene de uno de estos remates. La calidad de los relieves es sobresaliente, y evidencia la influencia del arte medieval. Particularmente notables son las borlas con las que se remata el cordón franciscano, por la elegancia del tallado y el movimiento que anima su composición. Como sucede con otros elementos de la iglesia y el convento, se trata en el caso de las capillas posas de un trabajo muy cuidado tanto en el proyecto como en la ejecución, sin descuidar ningún detalle. El cuidado puesto en las proporciones se pone de manifiesto en los siguientes datos: el ancho de la capilla es igual a su altura, medido hasta el friso; la imposta del arco se ubica a la mitad de esta altura; el rectángulo que se forma al agregar el friso es un rectángulo armónico (conocido como raíz de phi), y las aristas del chapitel tienen aproximadamente la magnitud real de sus bases, por lo que está compuesto de cuatro triángulos equiláteros desplantados sobre un cuadrado. El claro libre de los vanos, además, es aproximadamente igual a la mitad del ancho total de la capilla. Como veremos después, algunas de estas relaciones se encuentran en las portadas de la iglesia. Por lo pronto, diremos que es evidente la igualdad con el esquema compositivo de la porciúncula, así como entre las proporciones generales de la unidad alfiz, arco, impostas y jambas o pilastr as.
La nave de la iglesia se levanta en el extremo oriente del atrio. Se trata de uno de los ejemplares más grandes: su longitud es de 57.3 metros y su ancho de 13.02 metros, por lo que las proporciones de su planta equivalen a 1:4.4. Su volumen exterior es típico del género iglesia-fortaleza, rematado por almenas con aspilleras y con el paso de ronda cruzando la fachada principal y el primer tramo de la nave, aunque sólo completó el primero. La masa casi ciega sólo se altera con la presencia de los gigantescos contrafuertes de sección variable, que le confieren un aspecto imponente, particularmente en el ábside. Un par de molduras planas, como impostas, demarcan lo que podría ser un friso continuo que recorre todo el perímetro del templo, sin interrupciones, rodeando todos los contrafuertes. Los que enmarcan la fachada principal están ubicados a 45° lo que es usual en las construcciones del siglo XVI.
La portada principal es notable por la armonía y elegancia de sus proporciones, cuidadosamente estudiadas por el arquitecto, aunque hasta ahora no habían sido objeto de un análisis geométrico. Consta de dos cuerpos, claramente enmarcados, el inferior con dos esbeltas semicolumnas sobre pedestales, cuyo fuste atraviesa los capiteles y da la vuelta por arriba en posición horizontal, sugiriendo vagamente un alfiz. Este motivo se repite de manera casi idéntica en el cuerpo superior, sólo que allí las medias columnas no tienen capiteles. Lo primero que merece una observación es la igualdad de relaciones, entre las proporciones de ambos marcos: en los dos casos se trata de un rectángulo raíz de phi. Además, los ejes de la semicolumnas del marco superior coinciden con los ejes de las columnillas que flanquean el vano de la puerta. La moldura que recorre el borde sinuoso del intradós del arco conopial tiene la misma sección que esas columnillas, por lo que sugiere la idea de que es el fuste mismo el que da la vuelta por arriba y cierra el vano en tres lados, de la misma manera en que lo hacen los dos descritos anteriormente. Las alturas del vano de la puerta principal y del marco del cuerpo superior son iguales, por lo que ya tendríamos así tres rectángulos de las mismas proporciones, iguales además al que envuelve el cuerpo principal de las capillas posas. Otra similitud con éstas radica en el hecho de que en esta portada principal, así como en la porciúncula, la altura de las impostas sobre las que descansan los arcos tanto del cuerpo inferior como del superior se encuentra a la mitad de la altura del rectángulo correspondiente. Esto se enfatiza en el cuerpo superior por el hecho de que el remate de los escudos laterales se localiza exactamente a la altura de la imposta del arco de la ventana del coro. La belleza de una composición de este tipo nunca es casual, y aunque no sabemos cual pudiera haber sido el trazo geométrico utilizado por el proyectista nos parece que no es aventurado indicar las similitudes y coincidencias que venimos señalando, ya que por su claridad tampoco es fácil asegurar que sean enteramente casuales.
Merece atraer la atención del observador el refinado juego de alternancia de las molduraciones que existen en las jambas y en las columnas que flanquean la puerta. El labrado de estas molduras, de las estrías torcidas de la base de las columnillas y de todos los elementos decorativos de la portada son de un gran cuidado. Baste observar los siete medallones que rodean el arco principal, con los monogramas de los no mbres de Jesús y María, así como los tres cordones franciscanos y los escudos con las llagas de Cristo que rematan los ejes de las medias columnas. Esta portada tiene características nítidamente europeas, pero no clásicas; es decir, de carácter medieval. Sin embargo, las discusiones de esta naturaleza, sobre la filiación estilística de los elementos arquitectónicos, carecen de importancia y sólo distraen la atención de lo verdaderamente importante, que son las estructuras compositivas.
La portada norte o porciúncula del templo ha llamado siempre la atención de los visitantes por la opulencia de su decoración. Se localiza en el segundo tramo de la nave y se encuentra tapiada. El nombre de porciúncula hace referencia a una capillita en la que tuvo ciertas revelaciones San Francisco de Asís, en memoria de este hecho se llama porciúncula, a la puerta que se abre en el costado norte de las iglesias franciscanas, la cual, permanecía cerrada, excepción hecha de una vez al año, precisamente la de la conmemoración de las revelaciones que hemos mencionado; se abría el primero de agosto a las doce del día y se cerraba el dos de agosto a las doce de la noche, además la transposición de esta puerta otorga indulgencia plenaria a los fieles. Este privilegio es la causa de que en algunos templos franciscanos haya un verdadero despliegue de arte en la decoración de la porciúncula, para señalar así sus poderes sobrenaturales, ya que de hecho esta puerta conducía simbólicamente al cielo. Lo primero que se advierte en el énfasis que se puso en destacar la vuelta del arco, en cuyo intradós se adhieren unas burbujas de piedra sobre una cinta ondulada. Hacia el frente se advierte, entre dos franjas lisas, una cadena esculpida que da la vuelta a todo el arco, y que no es sino el Toisón de oro. Por el extradós del arco una enorme guirnalda en la que se alternan flores y macollas. Todos estos motivos se encuentran encuadrados por un alfiz con un marco de doble moldura y flores, con los escudos franciscanos en las enjutas. Este alfiz da la vuelta por debajo de las impostas, cuyo ancho esta proporcionado no sólo con el arco mismo, sino con la enorme guirnalda. Así, no es de extrañar que las jambas sean tan anchas, ya que sus dimensiones se originan en la misma consideración. La base de estas jambas repite casi la misma molduración y decoración que el marco del alfiz, y están divididos en tres secciones, con recuadros decorados con un relieve plano de origen vegetal pero muy geometrizado. Se sobreponen a estas jambas dos medias columnas con fuste estriado, con el mismo motivo empleado tanto en la base como en el capitel, y que sugiere una cesta. Al centro del fuste se sobrepone un escudo con las llaves del cielo y otros motivos. Encima de los capiteles se localizan dos grandes racimos de hojas de acanto, con granos frutales en los extremos. Por arrriba de toda la portada se distingue el trabajo inacabado de un segundo cuerpo, con toda probabilidad ajeno al plan original. Muchas líneas se han escrito sobre el probable estilo de esta portada que según algunos es plateresco, según otros mudéjar, y que para otros más es manuelino, pero no es ésto lo más importante. Nos hemos referido anteriormente a algunas características compositivas de esta portada. Lo haremos ahora más extensamente. Lo primero que se puede advertir es que el ancho del alfiz corresponde exactamente a la altura de la portada, medida de la moldura superior del alfiz a la moldura inferior de la ba se de las jambas, que por cierto, y como ya lo advertimos, es muy similar al marco del alfiz. de esta manera aparece aquí el mismo cuadrado que dominaba en la composición de las capillas posas. El punto en que el arco descansa en las impostas se localiza a la mitad de la altura antes indicada, lo que sucede también en las posas y en los dos cuerpos de la portada principal. Las molduras de las jambas y de las medias columnas se alternan de manera similar a lo que ocurre en la portada principal. Sin embargo, el mayor parecido que se puede advertir es el que existe entre la porciúncula y las portaditas de las capillas posas. Sólo advertiremos una más, que es la que existe entre la cadena labrada en la arquivolta de la porciúncula (el mencionado toisón) y la que existe en el mismo lugar de los arcos de las posas (motivo que volveremos a encontrar en uno de los arcos de la portería del convento).
La última puerta exterior que comentaremos es la portería del convento integrada por dos arcos de medio punto, enmarcados por un recuadro horizontal que sugiere un alfiz.
Los dos arcos son diferentes en el labrado de sus arquivoltas: en el de la izquierda aparecen los eslabones a los que ya hemos hecho referencia, mientras que en el de la derecha sobresalen los rosetones separados por molduras planas. Los arcos se apoyan al centro en una columna peculiar, que sugiere un enorme balaustre, con una moldura al centro con relieves que sugiere la cestería de la portada norte. Los apoyos de los extremos son medias columnas con bases y capiteles iguales, y similares a los de las portadas de la barda del atrio y a los de los apoyos esquineros del claustro.
Aunque se encuentra en el interior de la nave, creemos que este es el lugar adecuado para hablar de la puerta de la sacristía. Esta se localiza en el último tramo de la nave. La puerta se forma con un arco de tres centros apoyados sobre flancos lisos, recortado sobre un gran paño ornamentado, cuyo relieve sugiere un entrelazado de cuerdas con motivos florales en el centro. Una moldura redonda recorre el interior del vano de la puerta, y un delgado marco plano circunda la superficie ornada. Arriba una moldura mixta con flores de piedra remata el recuadro, mientras que los dos anchos paños laterales se apoyan sobre altas bases con molduración semejante a la que sirve de remate; debajo de estas molduras cuelga un motivo decorativo que sugiere un fleco o un emplumado.
El interior de la iglesia consta de una sola nave, como es común en los templos de este siglo. La nave tiene cuatro tramos, siendo el remate del último un ábside poligonal. Los tramos se encuentran separados por medias columnas, con fustes interrumpidos a la mitad las que limitan con el ábside, apoyándose en ménsulas. Las medias columnas se rematan con un capitel que presenta diferencias en cada tramo; los del primero tienen hojas de acanto; los siguientes dos pequeños ángeles; luego vienen dos pelícanos y en el último se repiten los motivos del primero. Sobre éstos corre una imposta que los une, y a eje con las medias columnas se levantan los arcos perpiaños, apuntados, que separan las bóvedas de crucería. Las nervaduras de estas bóvedas son de yeso, y no cumplen por lo tanto con una función estructural. Es incorrecto por lo tanto hablar de plementos en este caso, puesto que no se puede comparar el trabajo de estas bóvedas con el de las auténticas bóvedas de crucería. Algo diferente ocurre con la bóveda del sotocoro, que ocupa el pri mer tramo y en donde los nervios son de piedra. Sería más propio hablar, en el caso de las bóvedas de la nave principal, de bóvedas combas, simplemente, reforzadas por los arcos perpiaños y con una distribución de esfuerzos que dirige los empujes horizontales de manera más favorable que las bóvedas de cañón corrido. Con la forma de las bóvedas de Huejotzingo los contrafuertes desempeñan un papel fundamental, aligerando el perfil de los arcos perpiaños y de las bóvedas mismas, como lo señala Kubler; En Huejotzingo los riñones y nervaduras transversales no estuvieron tan cargados. El contorno transversal describe un arco bastante alto y el corte logitudinal revela una secuencia ondulada de perfiles curvilíneos. La carga de las bóvedas fue reducida considerablemente con esta forma más ligera de construcción, obteniéndose como resultado, al mismo tiempo, una economía de trabajo y materiales. (4)
Las nervaduras de los distintos tramos son diferentes, siendo la que corresponde al último la más elaborada. Por último, es de un gran interés hablar sobre los muros de esta iglesia, que son un verdadero ejemplo de la supervivencia de técnicas prehispánicas, ya que los muros de las naves están hechos de tierra apisonada y adobe recubiertos con losas de piedra. El corazón de dichos muros no necesitó de mezcla a base de cal. Los muros de contención están hechos de tierra apisonada y adobes, con recubrimiento de cantera en cantidad masiva. Esta es una técnica indígena que se practicó en la construcción de las pirámides.
El convento es característico de este tipo de construcciones, situado al sur del templo, proyectado en dos plantas comunicadas por escaleras y desplantadas alrededor de un patio cuadrado, las salas y las celdas concurren a los corredores que rodean al patio. El patio de Huejotzingo tiene cinco arcos por lado, apoyados en columnas en los claros intermedios y en medias columnas adosadas a machones en los extremos. En general la construcción del convento es modesta, sobre todo al lado de un templo tan imponente. Los nichos de los corredores y algunos detalles decorativos, así como la pintura mural, son los mayores lujos del convento.
Como conclusión, puede afirmarse que el conjunto de Huejotzingo es uno de los más notables entre todos los que se construyeron en México durante el siglo XVI. Es evidente que se trata de una obra producto de un entendido, probablemente fray Juan de Alameda, que no sólo se ocupó de los planos y dibujos, sino que vigiló de cerca la ejecución misma de los trabajos. Las condiciones del sitio imponían su sello de manera determinante y es importante advertir que la inexistencia de un gusto formado en la tradición europea en el público relegaba a un segundo término las irrelevantes consideraciones estilísticas. Los arquitectos y constructores de este edificio tuvieron que recurrir a su inventiva sin todos los apoyos de tipo cultural y técnico con que sus colegas en España podían contar en cualquier instante, todo ésto en un contexto que permitía libertades que en la península ibérica serían contempladas con recelo. Es en ese ambiente donde se produjo una de las arquitecturas más originales de la tradición occidental, y Huejotzingo es una de las muestras más elocuentes del caso.
6.-OBRAS DE ARTE
En cuanto a los elementos decorativos, la obra maestra que aloja este templo es el importante retablo del pintor flamenco Simón Pereyns, que es uno de los pocos del siglo XVI que han llegado hasta nuestros días. Se inició en 1584 y se concluyó dos años después. Es en retablos como éste, donde arranca la tendencia de otorgar a la pintura una posición subordinada, privilegiando la expresión tridimensional. Esto no obstante, la calidad de las pinturas es magnífica. Su estructura es muy clara el elemento central se compone de cuatro cuerpos superpuestos, mientras que los laterales tienen solo tres. En sentido horizontal se alternan nichos entre columnas, con esculturas y recuadros con pinturas, con excepción de tramo central, en que también hay esculturas. Las esculturas representan a San Agustín, San Antonio de Padua, San Lorenzo, San Gregorio, San Buenaventura, San Bernardo, San Juan Bautista, San Pablo Damiano, San Jerónimo, Santo Domingo de Guzmán, San Antonio Abad, San Ambrosio, San Bernardino de Siena y San Sebastián. En el basamento, los doce apóstoles en relieve y dos pinturas, María Egipciaca y María Magdalena, ésta última con la firma de Pereyns. Se sabe que además de éste intervinieron los artistas Andrés de la Concha, pintor, Pedro de Requena, escultor y el dorador Marcos de San Pedro.
Los retablos restantes datan de los siglos XVII y XVIII.
En el convento, en cuanto a la pintura mural destacan la que representa a los primeros doce franciscanos, en la sala De Profundis, y al final del corredor, en la planta baja, la Inmaculada Concepción, entre Santo Tomás y Escoto. Algunos estudiosos destacan el parecido entre esta imagen de la virgen y la de Nuestra Señora de Guadalupe.
Se conserva en el convento un lavabo colectivo, localizado en la antesacristía. Es policromado y tiene empotradas piezas de cerámica de Puebla.
7.-BIBLIOGRAFIA Y NOTAS
(1) MURILLO, Gerardo Iglesias de México. Tipos Poblanos Ed. SHCP México, 1925 p. 45
(2) ROJAS, Pedro Historia General del Arte Mexicano Epoca Colonial Ed. Hermes México 1963 p. 23
(3) ROJAS, Pedro Historia General del Arte Mexicano Epoca Colonial Ed. Hermes México 1963 p. 23, 24
KUBLER, George Arquitectura Mexicana del siglo XVI Ed. F.C.E. México 1983
ROMERO DE TERREROS, Manuel El Arte en México durante el Virreinato
Ed. Porrúa México 1951
SALAS CUESTA, Marcela La iglesia y el Convento de Huejotzingo Ed. UNAM México 1962
TOUSSAINT, Manuel Arte Colonial en México Ed. UNAM México 1962
VARIOS Huejotzingo. Guía Oficial INAH México 1969
Elaboró: Miguel Pavón
1984
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San Miguel Arcángel