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Nombre del Inmueble
San Pedro y San Pablo
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000527
Estado, Municipio, Localidad
Michoacán de Ocampo > Zinapécuaro > Zinapécuaro de Figueroa (161100001)
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000527
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
Remota es la historia de Zinapécuaro, ya que en la zona en que se asienta este pueblo se han encontrado datos que hacen suponer que participó de la cultura de Chupícuaro, que se remonta al siglo II A. C. Se sabe que la región fué poblada por teotihuacanos primeramente, después llegaron a ella tribus otomíes, las que se asentaron ahí durante un periódo más o menos largo. A continuación aparecieron los grupos pretarascos en forma intermitente, y aun los nahoas llegaron a poblarla, logrando un poco común convivencia en armonía con los anteriores pobladores.
Muchos fueron los señoríos que existieron en las inmediaciones de Zinapécuaro, fundando poblaciones de vida sedentaria, con la consecuente actividad agrícola relacionada con diversos cultivos. Esta circunstancia, y la buena armonía de los diversos pobladores, dieron por resultado un florecimiento tal que los cacicazgos y señoríos alcanzaron el elevado número de trescientos cuarenta antes de que los tarascos aparecieran, en el siglo XIV, para establecerse en Tzintzuntzan y por medio de cruentas conquistas apoderarse de los pueblos ya existentes.
El nombre de Zinapécuaro proviene del tarasco, y dos de las acepciones más aceptadas son; la primera, que se deriva... de Tzinapa, pedregal u obsidiana (1); la segunda, da como raíz Tzinapekua, salud, saludable o curación, y el locativo ro, lo que daría lugar de curación. Dado que en la población abundan las aguas azufrosas y la obsidiana, ambas teorías son razonables.
La sujeción de Zinápecuaro a la dominación española se logró por el cacique de Jilotepec, don Nicolás de San Luis Montañez, indígena ya catequizado por los franciscanos, quien ya había tomado otros pueblos contando con licencia para ello de Carlos I de España, aunque no se considera como español al poblado sino hasta que pasa por él Don Antonio de Mendoza, primer virrey de Nueva España, cuando al mando de su ejército se dirigía a sofocar una rebelión contra el gobierno peninsular de Nueva galicia, fundando entonces legalmente la villa y unos presidios para su defensa, ya que hordas chichimecas diezmaban la población indígena en esa época. Numerosos visitantes han pasado por Zinapécuaro, en gran parte por el atractivo de sus baños curativos; de entre ellos, destacan el mencionado virrey de Mendoza, el viajero y escritos barón Alejandro Von Humboldt y el Padre de la Patria, don Miguel Hidalgo y Costilla.
2.-EMPLAZAMIENTO
Zinapécuaro es cabecera del municipio del mismo nombre, y se encuentra situado en la parte noroeste del estado de Michoacán, cerca de los límites con Guanajuato, pasando por su población la carretera Morelia-Acámbaro; dista de la primera cuarenta y nueve kilómetros. Se conecta, por otra parte, con la vía corta Morelia - México a través de una carretera que recorre ocho kilómetros para llegar al entronque, en un paraje llamado La Estancia, de donde se puede continuar a México por la vía corta o bien por la carretera que va por Ciudad Hidalgo y Zitácuaro.
La villa se asienta en un fertil valle de escasas dimensiones, rodeado de colinas de poca altura, y abundan en sus cercanías manantiales de los cuales algunos han dado origen a diversos balnearios. A propósito de éstos escribió el agustino fray Matías de Escobar en 1729: A distancia de seis leguas... están (los baños) de Araró... con los deleitables de Tzinapécuaro a distancia de dos leguas (2). En una de las colinas del valle, la parroquia de San Pedro y San Pablo levanta airosamente su recio volumen que se destaca durante el descenso al poblado por los caminos que a él llegan. Se encuentra el templo rematando la ascendente calle Hidalgo, a tres cuadras de la plaza principal, y a sus espaldas corre el río de Zinapécuaro.
Debido a que la explanada que alberga al templo y sus dependencias es de gran extensión, hay quien supone que pudiera haberse construido la iglesia sobre el templo indígena consagrado a la ciudad tarasca Cueraváperi, ya que sus distintos componentes exígian una extensión de terreno similar a ésta y al hecho de que frecuentemente los misioneros sepultaban bajo sus construcciones religiosas los restos de templos paganos para acentuar su predominio.
Dada la elevación en que se encuentra el edificio, su silueta domina el paisaje urbano, resaltando sobre las construcciones del lugar, de uno a dos pisos en su mayoría, entre las cuales empiezan a predominar las de construcción actual carentes de caracter, sin que falten ejemplos de la arquitectura regional tradicional que sobreviven, desgraciadamente, cada día en menor número.
3.-HISTORIA
Según Rivera Cambas, hubo allí (en Zinapécuaro), antiguamente, un convento de religiosos franciscanos, cuya iglesia sirve ahora de parroquia, es grande y está colocada en el punto más elevado de la población... Los franciscanos levantaron este templo el año de 1530, lo reconstruyeron cinco años después, en la altura a que se asciende por anchas y cómodas escaleras de piedra, y contiguo fabricaron el convento que vino a servir de casa cural (3). En una carta o velación que fray Juan de Zumárraga, obispo de México, escribió al virrey don Antonio de Mendoza, después de opinar sobre el tema de los esclavos de rescate y guerra según le había sido solicitado, dice lo siguiente:
Y también sabe V. Señoría por relación de fray Jacobo de Tastera, que fué custodio, como el siervo de Dios fray Francisco de Favencia, italiano, penetró los chichimecas y ellos le dieron hijos suyos que trujo a Michoacán, a su monasterio de Zurapécuaro, y allí venían muchos dellos a él a ser informados de la fe, y así me dijo más de una vez que pensaba que habían de venir de golpe; y, como el puro trabajo de hacer con sus propias manos el monasterio y andar como montaraz por aquellas tierras con tanta absteridad y rigos abrevió su vida loablemente, cesó aquello (4). El documento, que no contiene fecha, puede situarse a más tardar en el año de 1536 por correlación de orden histórico, y por él sabemos de labios nada menos que del primer obispo y arzobispo de México, que quien inició el convento y quizá aportó su esfuerzo físico en la construcción, fue el citado fray Francisco de Favencia, quien no alcanzó a ver terminada su obra, ya que hacia 1556 se continuaba trabajando en la construcción, después de la muerte del fundador.
Otro documento que aporta datos interesantes para la historia del templo se encuentra en la Relación de los Conventos Franciscanos y Agustinos existentes en la diócesis de Michoacán, y que para el año de 1570 consigna que El pueblo de Cinapécuaro es cabecera; está en cabeza de Su Majestad; tiene un monasterio de frailes franciscanos (5), lo que nos indica, por una parte, que en tal año ya estaba terminado el convento, y por otra, el hecho de que el templo fué construido posteriormente a éste, lo que se contrapone con lo asentado por Rivera Cambas.
Dejan los franciscanos el templo en manos de miembros del clero secular en el año de 1789, y más tarde el cura Juan Bautista Figueroa, quien sirvió al curato por más de cincuenta años y a quien se recuerda como gran benefactor, construyó la capilla del Sagrario anexa al templo, la cual fué inaugurada el 28 de diciembre de 1793. El cura Figueroa participó en la introducción de artes y escuelas en Zinapécuaro, así como en la realización de amplia labor social hasta su muerte, ocurrida en 1845, y por decreto del 20 de noviembre de 1858 se le dió a la villa el nombre de Zinapécuaro de Figueroa en honor suyo.
El mismo personaje eliminó la pronunciada pendiente que existía desde la puerta de la iglesia hasta la entrada del atrio, lo que logró haciendo un gran terraplen en buena parte de lo que fuera cementerio o camposanto. No dice López Lara que en tales trabajos se ocuparon ochenta carretadas de piedra, y que su duración fue de todo un año, pagando el párroco de lo suyo el salario de los trabajadores ocupados por un periódo de seis meses. El cementerio, que ocupó el atrio parroquial a lo largo de tres siglos, fue cambiado por Figueroa a otro que él mismo construye en 1822, en el terreno situado al norte de la capilla de la Santa Cruz, mismo que ya no existe y en cuyo luga se encuentra actualmente el Hospital Civil.
Hacia 1820 se inició la construcción de nuevos altares en el templo, cuya fabricación se prolongó hasta el año de 1825, y se ocuparon según consta en la siguiente anotación asentada en el libro de Cuentas de Cofradías, f. 71. Item, por cien libros de oro subido para dorar el panteón del Santísimo... 100 pesos. (6)
Respecto a las puertas de la iglesia, fueron construidas durante la época dieciochesca, y González Galván dice que es una Obra de talla barroca que data del último tercio del siglo XVIII. Es muy similar, y posiblemente de la misma mano, de las puertas del templo de San José, de Morelia. (7)
4.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
El amplio atrio de la iglesia de San Pedro y San Pablo, en Zinapécuaro, está rodeado por una pesada barda almenada que se abre en tres grandes puertas; una central que conduce a las amplias escalinatas que descienden a la calle Hidalgo, y dos laterales, que comunican con pequeñas plazas irregulares y casi a nivel con la alta explanada del templo. Contiene la barda atrial estaciones del viacrucis a la (s) que protege(n) y hacen guaardia las almenas, con su vigoroso tono militar. (8)
Al centro del atrio se levanta sobre pedestal piramidal la antigua cruz atrial, de talla sencilla y sección exagonal, sin más labrados que los remates de sus extremos, al eje del templo, cuya portada se orienta hacia el oeste. Tal portada se compone de un vestíbulo saliente del paño de la fachada, asentado sobre pesadas columnas adosadas a gruesos pilares cuadrados, que enmarcan la entrada formada por arco de medio punto sobre columnas, cerrado todo ello por una sencilla moldura sobre la cual se yerguen pináculos almenados en las esquinas y, al centro, una escultura reciente y de mala calidad que honra al cura Figueroa. Es seguro que tal cuerpo adosado a la fachada fué construido en época muy posterior a la del templo, posiblemente en el siglo XIX.
La ventana coral, sobre el paño aplanado de la fachada, es rectangular y la enmarcan sencillas molduras que se cierran en arco mixtilíneo roto con dos rollos y concha bautismal en la clave. En el marco de un medallón circular aparece sobre éste arco la imagen en piedra de un San Cristóbal, actualmente decapitado, y se cierra el muro frontal en forma trapezoidal, con un reloj y espadaña de un solo clavo sobre éste, con dos remates a los lados.
La torre de la iglesia se sitúa del lado izquierdo, y sobre el alto cubo liso en que se abren dos ventanas rectangulares, separado por robusta cornisa de cantera, se asienta el campanil de singular diseño, con un vano central con arco de medio punto y pilastras pareadas en sus costados, enmedio de las cuales se abren sendos nichos vacíos y sobre ellos vanos similares al central, menores que éste y colocados a mayor altura. Una nueva cornisa lo separa del tambor octogonal que recibe la torrecilla y cruz que con gracia rematan la torre. Al lado derecho del templo se encuentra el exconvento, cuya fachada de dos niveles ha sufrido modificaciones severas que le restaron el interés que hubiera podido contener.
En su interior el templo muestra su única nave separada del presbiterio por un arco de medio punto sobre pilastras. La nave tiene como cubierta una bóveda de medio cañón, en tanto que en el área del presbiterio, la bóveda es de arista. Tres ventanas en cada uno de los muros laterales iluminan nave y presbiterio con tenue discreción.
El coro alto, que se encuentra sobre el primer tramo de la nave según se entra en ella, está soportado sobre un gran arco rebajado en elque descansa la bóveda de arista que lo conforma. Tiene este coro una prolongación en forma de galería apoyada en volada cornisa, qu corre sobre ambos muros hasta rematar en las pilastras del arco triunfal. A la izquierda del coro bajo se encuentra el bautisterio, en el arranque de la torre. Antes del arco triunfal, se abren sendas puertas en los muros laterales, las que dan acceso a las capillas del Sagrario y de la Inmaculada Concepción del lado izquierdo y derecho respectivamente, cubierta la primera con bóveda de cañón y cúpula en la zona absidal, la que se oculta desde el interior por un muro que corta la pequeña nave, y con doble bóveda de arista la segunda, separado por arco de medio punto.
Interesante es la portada de la capilla del Sagrario, construida, según hemos visto, a fine del siglo XVIIIpor el cura Figueroa. Un arco de cantera de medio punto sobre pilastras adosadas a otras que como medias muestras se elevan sobre el vano en un triple capitel creciente, del cual surge una moldura mixtilínez que se cierra al centro en un medallón que descansa sobre la historiada clave del arco.
El altar mayor es neoclásico, con un pequeño ciprés en el centro, bajo arco de medio punto que desciende a masivos entablamentos laterales soportado cada uno por cuatro columnas estriadas y pareadas, con capitel corintio. Cuatro altares laterales, neoclásicos y de mal diseño, se enfrentan dos a dos en los muros del templo. En el muro derecho del presbiterio, se encuentra la puerta que comunica con la bella y amplia sacristía del templo, cubierta con bóveda de arista.
Del exconvento, vale mencionar su bello claustro, cuyo techado de viguería y no de bóveda le permite iluminar contrafuerte o pesadas columnas, lo que permite que su aspecto sea ligero y airoso, con sus típicas columnas de fuste sin gálibo en ambos pisos, y cuya basa y capitel son iguales, sistema que permitió una especie de producción en serie a los lapidarios, a la vez que les evitó cometer errores de interpretación a losórdenes clásicos. (9)
5.-OBRAS DE ARTE
El sitio de honor, en el ciprés del altar mayor, lo ocupa el Santísimo Sacramento, y sobre él un oleo de la Guadalupana de regular calidad. Entre las columnas pareadas, aparecen las imágenes escultóricas de San Pedro y San Pablo, de buena fábrica, que ceden el sitio de honor a la patrona de América, siendo ellos patronos del templo. En los límites del presbiterio se encuentra un gran Cristo fabricado de pasta de caña, probablemente del siglo XVI, en el que la laxitud de la agonía se acentúa en los descoyuntados hombros que, faltos ya de fuerza, ceden al peso del divino crucificado.
En la capilla de la Inmaculada Concepción, decorada en muros y bóvedas al estilo decimonónico, la bella escultura de la imagen a cuya advocación se consagra, muestra sus finos rasgos en talla de delicadeza singular, sobre un burdo nicho que no concuerda con la valía de esta obra de arte. De la capilla del Sagrario, hoy consagrada a la Virgen de Fátima, no se puede decir más que la imagen de ésta, de pequeñas dimensiones y mediana fábrica, se encuentra bajo un ciprés de tamaño adecuado a su altura, bajo la cúpula oculta desde el interior, fuera del muro que la aisla, un pequeño crucifijo antiguo acompaña a dos o tres imágenes en cuya mención no vale la pena extenderse. Sí vale la pena mencionar, en cambio el cancel de madera que, a manera de fina celosía, cierra el vano que la comunica con la nave de la iglesia, de fabricación decimónonica probablemente y que logra la ligereza y gracia necesarias para ser un elemento grato y funcional.
En cada uno de los altares laterales, fabicados en cantera rosa y de esquema similar, se alojaban tres imágenes de diversas calidades, algunas de las cuales ya no existen mostrando entonces el altar su nicho vacío. Dentro de estas, destacan en primer lugar un Nazareno y una Virgen del Carmen de excelente calidad y antigüedad que se remonta seguramente al siglo XVIII. Les siguen en orden de importancia un San Antonio Abada, un San José con el Niño Jesús en brazos y un San Vicente. El resto de las imágenes, entre las que no falta la de San Martín de Porres tan popular hace tres décadas, son de calidad mediana para abajo.
En la parte exterior del templo, cubierto por el vestíbulo columnado que le antecede, se encuentra una robusta y antigua pila bautismal, de hermoso diseño y carente de decoración, cuya sobriedad concuerda con el espíritu de los frailes franciscanos.
En la sacristía existe, tesoro indudable del templo, un triptíco de grandes dimensiones que, adoptando en cada caso la forma de arco de la bóveda, cubre tres de los cuatro muros del local. En el que se ubica en el muro que la separa del templo, encontramos el origen y fecha de las pinturas, en un cartel pintado sobre la puerta, al uso de la época, que dice: Se hizo este lienzo siendo Cura Beneficiado de este pueblo de los Gloriosos Apóstoles San Pedro y San Pablo de Zinápecuaro a su Partido el Padre Don Joseph Domingo Dulari, Año de 1762, y al calce aparece la firma del pintor, Javier de Peralta. Encabeza este lienzo el primero de los santos en la celestial corte, San Miguel Arcángel, y con él, en segundo lugar, San Francisco de Asís, fundador de la orden a que perteneció el convento, acompañado por otros personajes.
El segundo lienzo, a la derecha de éste, se ocupa de los Siete Sacramentos en una bella y bien compuesta alegoría, cuya parte central ocupa una escena del calvario, en la que San José y la Virgen María flanquean al Cristo sobre el cual aparecen el E spíritu Santo y Dios Padre. El tercero, sobre el muro que comunica con la capilla de la Inmaculada, tiene una bella imagen de Jesús reconfortado por ángeles, y aparentemente de reciente incrustación en el lienzo original, la enmarcada figura de un religioso. Bella obra pictórica de gran valor histórico y artístico esta, que no ha sido estudiada suficientemente.
6.-NOTAS BIBLIOGRAFICAS
1. Rivera Cambas, Manuel. MEXICO PINTORESCO, ARTISTICO Y MONUMENTAL, TOMO III, Pág. 547.
2. Escobar, Fray Matías de. AMERICANA THEBAIDA. Pág. 49.
3. Rivera Cambas, Manuel. Op. Cit. Pág. 548.
4. López Lara, Ramón. ZINAPECUARO. TRES EPOCAS DE UNA PARROQUIA. Pág. 34 - 35.
5. IBIDEM. Pág. 36.
6. IBIDEM. Pág. 187.
7. González Galván, Manuel. ARTE VIRREINAL EN MICHOACAN. Pág. 282.
8. IBIDEM. Pág. 96.
9. IBIDEM. Pág. 80.
7.-BIBLIOGRAFIA
Rivera Cambas, Manuel. MEXICO PINTORESCO, ARTISTICO Y MONUMENTAL, Editorial del Valle de México, México 1794.
Escobar, Fray Matías de. AMERICANA THEBAIDA. Balsal Editores. Morelia, 1970. Colección Documentos y Testimonios.
López Lara, Ramón. ZINAPECUARO. TRES EPOCAS DE UNA PARROQUIA. 3a. Ed. Fimax Publicistas, Morelia, 1984.
González Galván, Manuel. ARTE VIRREINAL EN MICHOACAN. Frente de Afirmación Hispanista, A. C. México, 1978.
ELABORO: ARQ. RAMON M. BONFIL
FECHA: 1985.
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