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Nombre del Inmueble
Señor del Encino
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-001931
Estado, Municipio, Localidad
Aguascalientes > Aguascalientes > Aguascalientes (010010001)
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-001931
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
Al pasar los primeros españoles por la región de Aguascalientes en abril de 1530, guiados camino a Zacatecas por el cacique de Acatic, encontraron solamente indígenas que llamaron genéricamente chichimecas, gente nomada que recolectaba y cazaba para subsistir. Ellos se encontraban en el Tunal Grande, entre Aguascalientes, Guanajuato y San Luis Potosí. Gran parte de esa zona después sería el latifundio más grande de la región, Ciénega de Mata de los Rincón Gallardo.
En los siguientes veinte años se explora la región incorporándola a la nueva Galicia (los actuales estados de Colima, Jalisco, Nayarit, Sinaloa, Durango, Zacatecas y Aguascalientes). Al iniciarse la exploración de las minas de Zacatecas en 1548, Aguascalientes se convierte en el camino principal, tanto entre la ciudad de México y Santa Fe de Nuevo México, como de Zacatecas a Guadalajara. Por los problemas de los constantes ataques chichimecas, se busca proteger dichos caminos asentando en la región a españoles e indígenas sedentarios, en este caso tlaxcaltecas, constituyéndose así los presidios, los cuales tomaron una importancia tal, que de uno construído en 1570, el 22 de octubre de 1575 se funda la villa de la Asunción de las Aguas Calientes, en una región de manantiales hidrocálidos. Así describe el Obispo de Guadalajara, Alonso de la Mota y Escobar, en la visita que hace a su enorme diócesis entre 1602 y 1605: Llamase esta Villa de Aguas Calientes por razón de unos manantiales de la que junto a sí tiene, pasa por junto a las casas un arroyuelo perpetuo del qual beben todos los vezinos por que aunque mana caliente no tiene sabor de azufre, alumbre ni herrumbe y ansi en efriandose es muy dulce y sana (1).
A inicios del siglo XVII se consolida la ciudad y seguramente en ese momento ya había una estancia que después sería la Hacienda de Ojo Caliente. En ese siglo la importancia de la región se basó en la ganadería y la agricultura para surtir a las minas de Zacatecas. Ya no será crítico el control de los chichimecas, promoviéndose la inmigración de indígenas y españoles para tener mano de obra necesaria para los latifundios que se iban consolidando.
La época de oro de Aguascalientes durante el virreinato será el siglo XVIII debido al auge minero que se extiende al abrirse las minas de Asientos de Ibarra en 1712. Crece la población y se embellece la ciudad de Aguascalientes por sus nuevas iglesias y casas señoriales. En los alrededores ya hay varios pueblos de importancia.
El movimiento de Independencia y la lucha política posterior entre liberales y conservadores da como resultado el caos político y económico; los grandes latifundistas dan en arrendamiento sus tierras o dividen sus haciendas, incrementándose así su número hasta las victorias liberales de la segunda mitad del siglo XIX. Entonces se inicia la consolidación de las haciendas, y finalmente, a inicios del siglo XX, su fraccionamiento en ranchos que crecen gracias a los latifundios. Este proceso se dio en Ojo Caliente, con la salvedad de que por su cercanía a la ciudad de Aguascalientes, ésta se urbaniza rápidamente.
2.-EMPLAZAMIENTO
La capilla del Señor del Encino en la Hacienda de Ojo Caliente lleva la misma advocación que la iglesia del Barrio de Triana de la Ciudad de Aguascalientes. Esta hacienda se encuentra al oriente de la ciudad, y actualmente ha sido absorbida como mencionábamos, por la expansión de la misma. Su emplazamiento, tan cercano a la capital del estado, ha provocado que su destino se encuentre ligado básicamente al desarrollo de ésta.
Los terrenos en que se asienta la hacienda son sensiblemente planos, arbolados y por el manantial que posee, siempre ha tenido agua suficiente para riego; a través del tiempo ha ido perdiendo superficie quedando actualmente reducida casi al casco antiguo y con alguna superficie sin construir, más virtual que real, sobre todo ahora que se han explotado otros terrenos para la construcción de habitación colectiva de interés social. Se entra a los terrenos de la hacienda a través de una reja que a sus lados conserva garitones.
La capilla se encuentra, como es común en este tipo de construcciones religiosas, formando un todo con la casa habitación de la hacienda y dando hacia lo que generalmente era la explanada principal de ésta, ahora convertida en un bello jardín, muy bien cuidado que conserva algunas zonas arboladas, donde un cierto descuido le dan el aspecto melancólico que según nos muestran las litografías del siglo pasado, tenían las antiguas haciendas mexicanas.
Junto a la capilla se abren las dos puertas de campo por donde los trabajadores salían a sus labores y los patrones a supervisar la producción de sus tierras. Junto a ellas, aún pueden verse las trojes donde se guardaba el grano, construidas a base de bloques regulares de cantera, con techos abovedados y grandes contrafuertes exteriores para resistir los empujes de éstos.
3.-HISTORIA
El origen de Ojo Caliente como estancia, seguramente está ligada a la presencia del importante ojo de agua caliente que estaba a poca distancia de la Villa de la Asunción de las Aguascalientes. Se consolida como pequeña hacienda agrícola, que crece con el desarrollo regional en el siglo XVIII aunque no a toda su capacidad. En 1724 tiene permiso de usar el agua de los manantiales para operar un molino que nunca se construyó (2). No puede usar el agua para regar porque ha de llegar a la ciudad para las huertas; sin embargo sí se utiliza para unos baños ya que se considera medicinal, llamándose Baños Grandes del Ojo Caliente. A fines de ese siglo se le da una concesión al municipio de Aguascalientes para construir unos baños más cercanos a la ciudad, sobre la misma propiedad de la hacienda, que tomaron el nombre de Baños de Abajo o Los Arquitos.
El 24 de marzo de 1843, la propietaria doña Josefa Rincón Gallardo, que se había casado con el coronel Francisco Alatorre, vende la hacienda a Luciano Galván en $35,000.00 junto con los derechos sobre las aguas para molino y baños. En ese momento ya existe la pequeña capilla de la hacienda junto a la casa grande. Es probable que la forma que tenía en ese momento se remontase a inicios del siglo XIX.
La hacienda seguirá en propiedad de la misma familia, pasando a la muerte de Galván, a su esposa Rita Padilla y después a la hija de ambos, Fortunata Galván Padilla que se casó con Francisco Gámez. Doña Fortunata tratará de hacer más productiva la hacienda y mejorará su administración, pero muere en 1871, quedándose la finca en manos de sus hijas Concepción y Jesús Gámez Galván. A través de la adjudicación se conocen las características del predio. Tenia 4169 hectáreas con una pequeña cantidad de tierras de riego surtidas por dos bordos y dos pequeñas cortinas. Los baños son una importante ventaja. Sin embargo, las hijas no serán tan hábiles como la madre (3).
Por las Leyes de Desamortización en 1856, el Ayuntamiento tiene que vender su derecho sobre Los Arquitos y posteriormente hasta las tierras que pertenecían a la hacienda. Los dueños del predio entablan juicio pero lo pierden el 17 de abril de 1885.
El mal manejo de la hacienda por las hermanas causó su intervención en 1895 y fue vendida en noviembre de 1897 a la señora Ana María Díaz de León de Escobedo, de origen zacatecano, que impulsaría su administración. En ese momento, un renglón muy importante en la productividad, son los baños, a los cuales se llegaba muy fácilmente de Aguascalientes por los tranvías que transitaban en la calzada Arellano. De los cambios que se dan con la nueva poseedora son: la construcción de un hotel y mejoras en la finca y capilla, construyendo en ese momento la espadaña neogótica donde están las campanas; por su cercanía a la ciudad, la hacienda tenía trescientos habitantes en torno la casa grande.
Con el establecimiento de los talleres de la Compañía Limitada del Ferrocarril Central Mexicano, en el oriente de la ciudad, se inicia la urbanización de la hacienda de Ojo Caliente vendiendo en noviembre de 1882 el primer terreno. De ese momento, a inicios de nuestro siglo se vendieron otros tres terrenos a la compañía, aunque el inicio de la verdadera urbanización será la creación de la Compañía Constructora de Habitaciones de Aguascalientes en julio de 1900, aparentemente con conocimiento de los dueños de la hacienda (4).
La fraccionadora conseguirá una magnífica concesión del gobernador Carlos Sagredo y el 8 de abril de 1901 un contrato con los dueños de la hacienda.
Esta familia zacatecana que controlará la finca, buscará medios para que reditúe rápidamente la inversión. La ganancia por el fraccionamiento pagó el ochenta por ciento de la inversión inicial de 1897 que fue de $50,000.00, quedando en 1910 aún 3210 hectáreas de la hacienda.
De los ingresos, bien conocidos por la inversión judicial de 1896-1897, se muestra que la hacienda es modesta, entrando poco más de once mil pesos al año de los cuales $7,480.00 es de productos no agrícolas, de esos $2,310.00 corresponden a las entradas por los baños.
La capilla aunque sencilla y pequeña siempre fue mantenida en muy buenas condiciones por los dueños. Su valor estimativo en 1927 fue de escasos $1,035.00 que subieron a $20,000.00 en 1948 cuando la dueña era la señora Ana María Viuda de Escobedo (5).
4.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
El exterior de la capilla del Señor del Encino es austera, con una portada de cantera a base de pilastras de orden toscano, con un arco central de medio punto, y un frontón triangular, tan perfectamente proporcionado según las órdenes académicas, que parece arrancado de una lámina de los tratados de arquitectura de la época. Sobre el frontón se coloca una pequeña ventanilla circular con un perfil barroco a base de ondas o lóbulos, el cual indica que el barroco, agonizante y despreciado en ese momento, aun persistía aunque subconscientemente.
Otro elemento extraño al conjunto, es la espadaña de estilo neogótico que se construyó posteriormente sobre la fachada para colocar las campanas. Esta espadaña tiene tres vanos con arcos apuntados y a sus lados lleva pináculos de estilo ojival. En la parte superior y entre los arcos hay tres perforaciones trilobulares que tienen como remate una curva ascendente desde ambos extremos que termina en punta al centro de una cruz de hierro.
Esta fachada sobresale apenas sobre la altura general de las habitaciones de la hacienda, integrándose totalmente a ellas pues sus muros también se encuentran aplanados y en el mismo paño del conjunto. A la izquierda de la fachada existe un local, cuyo destino original se desconoce, el cual no tiene acceso a la capilla y su entrada es por el exterior.
La capilla está adosada a la casa grande de la hacienda de Ojo Caliente; tiene una proporción muy alargada, es de una sola nave y de concepción muy sobria; techada con una bóveda de medio cañón, que pretende ser una de arista a base de dibujar nervaduras donde no las hay. Esta bóveda tiene tres tramos dedicados a los fieles, de los cuales solo el del fondo está techado con bóveda de lunetos ya que tiene ventanas en ambos lados de la nave. Entre tramo y tramo hay refuerzos de arcos transversales de cantera apoyados en sobrias pilastras toscanas.
En parte del primer tramo se localiza el coro el cual se ilumina por una ventanita con forma multilobulada que está en la fachada; y al fondo en la parte que hace las funciones de presbiterio se alza un altar de corte neoclásico con influencias del renacimiento ojival. En la parte posterior del presbiterio se encuentra un tramo más, abovedado, que corresponde a la sacristía y a la derecha del altar, un gran arco comunica con el interior de la casa.
Es sintomática la desnudez de esta capilla, no solo en cuanto a su ornamentación, sino a su concepción misma; una crujía angosta o excesivamente larga, de poca altura, sin alguna cúpula o capilla lateral, en fin, de una frialdad que si bien caracteriza la arquitectura de la época neoclásica en que fue construida, también denota cierta indiferencia en hacer de la capilla un lugar acogedor que al fin y al cabo era parte de la hacienda y por lo tanto reflejo de la personalidad de quienes la mandaron construir.
5.-NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
1).- MOTA Escobar, Alonso. Descripción Geográphica de los reynos de Galicia, Viscaya y León. I.N.A.H., México, 1966. p.58
2).- GOMEZ Serrano, Jesús. Ojo Caliente; una Hacienda devorada por la Urbe. Aguascalientes, 1983. p.10
3).- GOMEZ Serrano. Op. cit. p.9-13
4).- Ibid. p.31
5).- Archivo SEDUE. Expediente n
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Señor del Encino