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Nombre del Inmueble
Señor San José (Señor del Salitre)
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-001938
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-001938
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
El municipio de Calvillo es una región distinta al resto del Estado de Aguascalientes. Su punto más bajo es el Río Calvillo que se une eventualmente al Lerma Santiago, y el más alto, es el Cerro del Laurel, 3090 metros sobre el nivel del mar. Fundamentalmente es un valle en forma de Y rodeado por sierras que lo hacen un terreno bastante accidentado. Es una zona agrícola, en la que se cultivan inclusive plantas subtropicales. Es importante destacar que posee la mayor precipitación que existe en la zona.
Aunque no hay datos seguros de presencia azteca en la región sí se sabe que conseguían peyote y quizá turquesa en el norte. Tanto entonces como en la época de la conquista seguramente hubo asentamientos permanentes en el Valle de Huajucar, a diferencia del resto de Aguascalientes donde habían nómadas. Seguramente fueron grupos emparentados con los del Valle de Juchipila, cazcanes o quizá teules del tronco lingüístico de los mexicas. Hubo por el actual Salitre y Salitrillo al sur de Calvillo un importante pueblo. Recordemos que al igual que en otras partes del estado allí hay varios manantiales hidrocálidos.
Aparentemente es mínimo el impacto español en el Valle de Huajucar, quizá por no estar en un camino importante, siendo hasta mediados del siglo XVII, cuando el virrey Juan de Leyva y de la Cerda lo reconoce como ejido de la población indígena que habitaba el lugar, hecho que a su vez revela la presencia española en la región. La evolución de la zona, también será distinta a la de otras partes de Aguascalientes, siguiendo formas de vida más cercanas a las típicas de Jalisco, fundándose desde el inicio núcleos de pequeños agricultores españoles junto con indígenas de la región y con algunas haciendas chicas, siendo hasta fines de dicho siglo cuando se funda el pueblo propiamente cuyo nexo con el resto de Aguascalientes será la variedad de fruta semitropical, como los cítricos, que envían con relativa facilidad, ya que se encuentra a 44 kilómetros de la Villa de la Asunción por carretera. Seguramente también será importante el cultivo de la vid, igual que en Aguascalientes, planta que se trajo a América desde el segundo viaje de Colón y cuyo cultivo se fomentó desde el inicio de la colonia (1).
Se presume que en 1771 es declarada villa el antes pueblo de San José de Huajucar, efectuándose un incremento en la cesión de tierras colindantes a aquéllas del dueño de la Hacienda de San Nicolás, don José Calvillo, ofreciendo ventajas a los colonos que se establecieran, éste, seguramente para captar mano de obra para la región. Para esas fechas es importante la producción de uva en la zona de Aguascalientes. El visitador, doctor Díaz de León, reportó el 2 de enero de 1790 que había de noventa a cien viñedos y más de cien mil cepas o matas. Quizá un dato más fehaciente es el inventario que se levantó siete años más tarde encontrándose 171 huertas con 279,898 cepas. La producción se usaba especialmente para hacer la famosa conserva, el llamado Uvate.
Con el inicio de la independencia, el padre Calvillo insurreccionó la región, recibiendo a don Miguel Hidalgo y Costilla cuando pasó el 17 de enero de 1811, después de su derrota en Puente de Calderón. En febrero de 1825 se cambió el nombre de la villa de Huajucar a Calvillo en honor de quien donó las tierras para su ampliación (2).
El 21 de mayo de 1847 aparece de nuevo Aguascalientes en las Actas de Reforma a la Constitución, formando parte de Zacatecas. El 2 de enero del siguiente año, para debilitar la zona, se formó el Partido de Asientos con Calvillo, San José de Gracia, Rincón de Romos y Asientos, dejando en el Partido de Aguascalientes, la capital y Jesús María, donde seguía luchando Felipe Cosío por la independencia de la región.
A fines de 1856 una gavilla atacó la villa de Calvillo pero tiene que huir ante la ofensiva del gobernador, licenciado Jesús Terán y el comandante general, José Longorios Rivera. El siguiente año se amotinó la villa, instigada por los conservadores, en contra de la nueva Constitución de 1857. Tres años después, por decreto, se cambió el nombre a Victoria de Calpulalpan, en honor a la victoria de los liberales, pero no fue aceptado.
Posteriormente se introdujo vid de muy buena cepa y cuando entró al poder don Porfirio Díaz ya se producía buen vino; ya con anterioridad se venía fomentando la producción de uvas en la región, pues el 2 de enero de 1872 el gobernador del estado, don Rodrigo Rincón Gallardo, firmó un decreto en que eximía de impuestos por diez años a los que tuvieran cierta cantidad de cepas en producción. Tomando en cuenta la iniciativa del gobierno porfirista, el secretario de fomento, general don Carlos Pacheco, trajo el 17 de marzo de 1885 estacas de vid de España que se plantaron en Aguascalientes, calculándose que en el siguiente año había medio millón de cepas. El 30 de junio de 1886 el gobernador del estado, don Francisco G. Hornado, dio una excención de impuestos por diez años a los que produjeran cierta cantidad de vino al año (3). Fue por este tiempo en que el muncipio trató de separarse del resto del Estado de Aguascalientes para unirse a Jalisco por tener más en común con esa región, pero sin éxito.
Al terminar la revolución de 1910, se siguió el patrón establecido desde el inicio del asentamiento en la zona, con el fraccionamiento de los terrenos de la Hacienda de San Tadeo en 1921, ejemplo que las otras seguirán; consolidando la región como una de pequeños agricultores sin ejidos ni haciendas. Su producción agrícola es incrementada y asegurada por varias pequeñas presas y manantiales en el valle.
Con la Ley Calles se verá muy afectada la región, pues hubo grandes grupos apoyando a los cristeros, de 1927 a 1929. Hubo positivo apoyo a los rebeldes, quedando a veces en control de los Cristeros la población. El Gobierno poco pudo hacer por la ayuda que la gente les brindaba a los levantados. Con el presidente interino Emilio Portes Gil se llegó a un arreglo con la Iglesia, terminando así la guerra civil el 21 de junio de 1929 (4).
2.-EMPLAZAMIENTO
La iglesia de San José está localizada en el muncipio de Calvillo en el estado de Aguascalientes, al poniente de la capital de éste y a 43 kms. de ella; está comunicada por una carretera pavimentada que va hacia Guadalajara pasando por el estado de Zacatecas. La región es fértil y se encuentra cultivada en su gran mayoría, ya que existen varios ríos que la riegan.
La población de Calvillo tiene ciertos desniveles en su topografía, lo que la hace más pintoresca, y cuando se llega al centro de ella inmediatamente se percibe que no ha sido dañada aún en su estructura urbana ni en la mayoría de su aspecto arquitectónico, el cual conserva su unidad.
El templo de San José al ser la parroquia del lugar se encuentra enclavada en el centro mismo de la población frente al jardín principal y sobre una plataforma que nivela el terreno en pendiente sobre el que se levanta. Tiene al frente un amplio atrio, cuyo acceso es a través de dos escalinatas laterales a éste y una frontal que no está al centro del mismo, sino cargada al costado izquierdo en cuyo eje se abre el acceso principal de la iglesia.
El templo, y sobre todo su enorme cúpula es visible desde cualquier parte ya que domina el paisaje urbano; las construcciones que la rodean, en su mayoría, son de origen colonial, del siglo pasado o principio de éste y por lo tanto en sus fachadas aún predominan los grandes muros y las ventanas y puertas son reducidas dándole homogeneidad al conjunto.
Calvillo, como todo pueblo que fundaban los españoles, desde su inicio, en la segunda mitad del siglo diecisiete, tuvo su capilla. Desafortunadamente se conoce poco del pueblo en esa época.
En 1771 cuando se ceden tierras para el pueblo San José de Huajucar, también se da una parte para la construcción de un nuevo templo. En ese momento, el 18 de noviembre, el doctor don Manuel Colón de Larreategui, antes párroco de la Asunción y actuando en la sede vacante de Guadalajara, se elevó la iglesia a categoría de parroquia, ya que había pocas en la región, lo que también indica la importancia de la villa en ese momento (5).
En 1837 la parroquia es una de las cuatro en Aguascalientes junto con la Asunción, en la capital, la de Belén, en Asientos (importante zona minera en otra época) y las de Rincón de Romos y Calvillo, desde entonces las poblaciones más importantes, después de la capital.
La región apoyaba en general a los conservadores oponiéndose a todo movimiento en contra de la iglesia. Por eso se oponen abiertamente ante las leyes de Reforma y la Constitución de 1857 siendo importantes los motines en esos años.
Se conocen unos de los nombres de los párrocos pero poco de la evolución del templo. En 1811 es el párroco el cura Calvillo, en 1860 José del Refugio Guerra, posteriormente Daniel F. Ruiz y en 1900 Fray Manuel Muñoz. Probablemente a inicios del siglo se construyó la cúpula. Jesús Bernal Sánchez dice que la diseñó y dirigió el ingeniero don José Noriega sin dar fecha ni época (6).
Finalmente encontramos al pueblo en contra de que el templo permaneciera cerrado aún en contra de la Ley Calles ayudando a los cristeros en su lucha.
3.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
La iglesia levanta su fachada principal sobre el sencillo atrio elevado, y de no ser por la segunda torre y campanario que tiene, podría confundirse con el frente de un sobrio edificio civil, pues no acusa al exterior su estructura de tres naves.
Su fachada consiste en un gran rectángulo horizontal, en el cual se abren escasas ventanas y una puerta, la cual termina en un arco de medio punto moldurado en su borde y con un par de esbeltas columnas de orden toscano en ambos lados, que rematan en una cornisa, sobre la cual se encuentra la ventana del coro, también con una sencilla molduración en su perímetro y sostenida por dos ménsulas de cantera y con su cerramiento ligeramente curveado. En ambos lados de esta ventana existen otras dos semejantes pero de menores dimensiones que también iluminan el coro, pero en la prolongación de éste, sobre sus naves laterales. Curiosamente la fachada está revestida con sillares de cantera hasta una altura en que llega a abrazar las partes inferiores de las ventanas, siendo de ahí en adelante, aplanada, rematando en una cornisa horizontal que soporta una balaustrada semejante a la que bordea el atrio ejecutada en cantera, seguramente a fines del siglo XIX. Esta balaustrada se interrumpe al centro con el remate de un murete, con un nicho vacío y que termina en una forma semicircular con tres remates sencillos.
Al lado derecho de esta fachada y al mismo paño de ella se levanta el primer cuerpo de lo que iba a ser una torre más alta y que se quedó exclusivamente en un elemento de base cuadrada con vanos en arco de medio punto en cada uno de sus lados con molduras alrededor de ellos y rematando las cuatro esquinas de la incipiente torre con filas de cantera que se unen entre sí a base de tres molduras de cantera; una a la altura en que se desplantan los cuatro arcos, otra más arriba y otra más que actúa como remate y cornisa sobre la cual se apoya la pequeña espadaña o campanil, formado por un muro con dos vanos inferiores y uno superior.
En el costado norte de la iglesia, la fachada lateral se compone de una serie de imponentes muros lisos de piedra irregular aparente, con altas ventanas que iluminan las naves, separados por gruesos contrafuertes que extrañamente no siempre corresponden a los lugares en que se concentran los empujes de las bóvedas interiores. La portada, en cantera, es sumamente sobria y a base de un arco de medio punto con columnas a los lados, y en el caso de la del sur, está precedida por un pequeño patio formado por las construcciones que se han adosado afuera de esa nave lateral.
En su fachada posterior, sin duda la más hermosa, encontramos un imponente juego de volúmenes de piedra rústica aparente sobre los que destaca la gran cúpula apoyada en muros que van escalonándose hacia los lados y hacia atrás y que con los últimos contrafuertes del presbiterio y la bóveda del camarín forman un conjunto impresionante. Esta bóveda tiene características sumamente especiales pues no es precisamente ovalada sino de planta rectangular con sus extremos semicirculares, con un tambor de corta altura que contiene pequeños arcos de medio punto y coronada con una linternilla cilíndrica también con arcos de medio punto, a cual se remata con un cupulín de media naranja y una cruz de hierro forjado.
La gran cúpula de la iglesia es la parte más elevada de la composición ya que se desplanta sobre un tambor de planta octagonal el cual, en cada uno de sus lados, resalta la parte interior de los arcos que lo forman, perforándolos además con grandes ventanas circulares en las cuales se pusieron unos vitrales de colores durante el siglo pasado. Este tambor lleva a todo lo largo de su perímetro superior una balaustrada, la cual en cada ángulo tiene un basamento y un macetón de cantera. La cúpula, de gajos y con sus aristas remarcadas con molduras exteriores está revestida con azulejos alternados en color amarillo y café claro y sólo se corona al centro con un remate torneado y una cruz de hierro.
El templo tiene su acceso principal a través de puertas que abren hacia el sotocoro, y tanto éstas como las de las entradas laterales son coloniales, a base de grandes tablones de madera tachonados con clavos de hierro y todas están en buen estado de conservación. Inmediatamente después unas mamparas de madera o cancelas protegen el interior del viento y el frío exterior cuando se abren las grandes puertas, pero permiten la ventilación del templo por su parte superior.
A la derecha del sotocoro se abre una puerta que se comunica con un sencillo bautisterio y por el cual se tiene acceso a la escalera de caracol que sube al campanario, la cual se encuentra embutida en un torreón adosado a la zona posterior de la base de la torre. Al lado izquierdo del sotocoro se prolonga la nave lateral de la iglesia, pero como característica especial de esta parte mencionaremos que el coro abarca el ancho de las tres naves, sostenido en la central por un arco de tres centros y en las laterales por cerramientos horizontales o platabandas con pequeñas ménsulas en los apoyos. Sobre las tres secciones corre una barandilla compuesta por balustres de madera dorada. Después del primer tramo del coro (más corto que los demás) siguen otras tres antes de llegar a la zona donde se desplanta la cúpula central, pero el último de estos tramos, que coincide con los accesos laterales, es de un largo mayor, no se sabe por qué. Estos tres tramos y el del coro están techados a base de intersección perpendicular y a nivel de dos bóvedas de cañón, formando las clásicas bóvedas de arista, estando pintadas éstas y el resto de las bóvedas con motivos comunes en la decoración de los templos en el siglo XIX y principios del XX. Estas soluciones se repiten en las naves laterales.
La cúpula central, motivo principal en la estructura de esta iglesia, que abarca el ancho de las tres naves, es de planta octagonal y extrañamente no compensa sus esfuerzos diagonales a base de reforzar los muros laterales con contrafuertes exteriores, sino apoyándose solamente en ellos y en las grandes pilastras que dividen la nave central de las laterales.
Estas pilastras tienen hacia el centro de la planta octagonal, medias columnas de orden toscano que sostienen un friso al estilo clásico con su cornisa superior, la cual lleva, como la mayoría de las iglesias una balaustrada de madera, para permitir la circulación junto a ellas, y limpiar ventanales. Esta cúpula lleva, además de las ventanas circulares del tambor, decoraciones a base de marcos ovalados en cada uno de los gajos que la forman y tanto las ventanas como los medallones ovalados llevan arriba adornos vegetales estilizados en relieve, que al igual que las nervaduras y los perfiles, están cubiertas de oro de hoja dándole a todo el conjunto de la iglesia una gran riqueza barroca.
Tanto en el presbiterio como en las capillas laterales a éste y en los muros que son parte del espacio cubierto por la bóveda se localizan altares de tipo neoclásico, perfilados igualmente en oro. Al costado derecho del presbiterio se abre una puerta que comunica con la gran sacristía dividida en cuatro tramos por los arcos que sostienen sus bóvedas y en la parte posterior de ésta existe una comunicación con un recinto abovedado que queda atrás del altar mayor y que en su zona central está techado por la cúpula ovalada que se describió al analizar la fachada posterior. Este local, ahora convertido en bodega se supone era un camarín pues tiene las características de esos elementos arquitectónicos.
En cuanto a obras realizadas en este templo pueden establecerse dos conjeturas; que se construyó desde un principio con la distribución singular que ahora ostenta, con la gran cúpula como elemento regente de toda la composición, o bien, que en el siglo XVIII, teniendo inicialmente una planta de una sola nave central, al continuar la prosperidad y desearse mayor esplendor y capacidad en el siglo XIX, se aumentaron las naves laterales y se construyó la cúpula, al mismo tiempo que se ejecutaba el atrio, pues la idea de poner balaustradas y macetones en ambas zonas así lo sugiere ya que no es un elemento característico del barroco sino más bien de fin del siglo XVIII o principios del siglo XIX. Posteriormente sólo se ha puesto atención al aspecto de la decoración interior que en modificar los aspectos estructurales o exteriores del edificio.
4.-OBRAS DE ARTE
El templo de San José conserva aún algunos elementos antiguos dignos de mención como lo son las ocho pinturas al óleo ejecutadas dentro de los marcos dorados que se encuentran en los gajos de la bóveda central, todos de buena manufactura con diverso tipo de temas religiosos y aún con las características de la escuela mexicana de pintura colonial.
En cuanto a esculturas coloniales vale la pena mencionar varias comenzando por la del santo patrón de la parroquia, un señor San José, que se conserva en el altar mayor, el cual parece haber pasado por varias capas de pintura que nos lo muestran como si fuera reciente. Además en el mismo altar y en su parte superior existe un gran Cristo con pelo natural, con la manufactura clásica de la imaginería colonial mexicana; en el frente del altar también podemos contemplar un Ecce Homo de vestir con su cruz a cuestas, de tamaño natural, con una Dolorosa, otra escultura que siempre lo acompaña, de una altura semejante y también de vestir.
En el altar lateral izquierdo que existe bajo la cúpula se venera igualmente, en una vitrina horizontal, una escultura en madera de Cristo muerto de 1.70 metros de largo aproximadamente y sobre de ella una copia al óleo de la famosa Virgen del Rosario. También existe, dentro de otras imágenes, una curiosamente popular que muestra a San Miguel y al Diablo, colocada sobre una ménsula adosada a uno de los pilares de la nave central.
Cabe mencionar el magnífico piso de duela de mezquite ejecutado a base de rombos en toda la iglesia, con su parte central a base de madera dura más clara, el cual existe aún en buen estado de conservación, al igual que el púlpito y su tornavoz, obra que podemos clasificar dentro de los elementos construidos a principios de este siglo.
5.-BIBLIOGRAFIA Y NOTAS
1). TOPETE del Valle, Alejandro. Aguascalientes. Guía para visitar la ciudad y el estado. Ed. del autor, Aguascalientes, 1973. p.12.
2). TOPETE del Valle, Alejandro. Op. cit. p.22.
3). Ibid. p.III y V.
4). ROJAS, Beatriz. La destrucción de la hacienda en Aguascalientes, 1910-1931. El Colegio de Michoacán. Zamora, 1981. p.25-27.
5). TOPETE del Valle, Alejandro. Op. cit. p.22.
6). BERNAL Sánchez, Jesús. Apuntes históricos, geográficos y estadísticos del Estado de Aguascalientes. A.E. Pedroza. Aguascalientes, 1928. p.361.
GOMEZ Serrano, Jesús. Aguascalientes Imperio de los Guggenheim (Estudio sobre la minería y metalurgia en Aguascalientes 1890-1930. El caso Guggenheim-Asarco). SEP/PCE. México, 1982.
GONZALEZ Sánchez, José. Crónicas de Asientos. Ed. Jus. México, 1965.
GURRIA Croix, Jorge. La minería, señuelo de conquistas fundaciones en el siglo XVI novohispano. En La minería en México. Estudios sobre su desarrollo histórico. UNAM, México, 1978.
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