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Nombre del Inmueble
Virgen de la Concepción
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-001158
Estado, Municipio, Localidad
Jalisco > Tlajomulco de Zúñiga > Tlajomulco de Zúñiga (140970001)
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-001158
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
El área que ocupa actualmente el pueblo de Tlajomulco estuvo ligada, de muy antiguo, al reino de Tonalá. Los Tlajomulcas, que vivían en varias serranías de la región y cuyo número se supone ascendía a 8,000 (1) a principios del siglo XVI, apoyaron a la reina de Tonalá, Cihuapilli, en las batallas que sostuvo contra los tarascos, por la posesión del sitio, durante la llamada guerra del Salitre en 1510 (2).
En premio a la valentía mostrada durante los combates que los llevaron a la victoria y a mantener bajo su control los depósitos de sal que fueron vitales para la conservación de los alimentos, la soberana tonalteca convenció a los tlajomulcas de que se reunieran y fundaran un cacicazgo; así lo que hicieron en 1514 (3) aunque luego el sitio se despobló para volver a congregarse en 1519 (4).
De ese período prehispánico se conservan algunas ruinas de edificios: en el cerrito llamado de la capilla, en las estribaciones del cerro del Aguila, se dice que estuvo ubicado un santuario (5) en el que se veneraba a una deidad, Teopilzintli, el dios niño (6), a la que se representaba con una figura infantil o como un gato, un gatillo montes o un ocelote. De esa época procede tambíén una peculiar forma de organización gubernamental propia y exclusiva de los indígenas que ha logrado sobrevivir dentro de otras estructuras, desde la encomienda hasta el municipio libre.
Entre 1526 y 1529 (7) incursionaron por Jalisco varios misioneros franciscanos cuya misión principal fue la de recorrer los terrenos y bautizar al mayor número de naturales posible de manera que se facilitaran las labores de conversión en expediciones futuras. Hacia principios de 1530 (8) el cacique Cóyotl de Tlajomulco ofreció una bienvenida al conquistador Nuño Beltrán de Guzmán antes de que éste emprendiera las batallas que lo condujeron a apoderarse de Tonalá alrededor del 10 de marzo de ese mismo año (9). Después de la derrota de Tonalá, Guzmán volvió a reconocer Tlajomulco, de donde se llevó a gran cantidad de indígenas para que lo auxiliaran en la continuación de sus andanzas. También en 1530 (10) llegó al pueblo fray Antonio de Segovia, el religioso que con mayor vigor se dedicó a realizar la evangelización de los pobladores de Jalisco. En la Crónica Miscelánea del Padre Tello se afirma que ...aquel sacerdote fue el primero que vieron (los tlajomulcas) y el primero que les dio a conocer a Dios y que comenzó a predicar y bautizar (11). El mismo fue el encargado de hacer la traza de la localidad a la manera española (12) acompañado, entre otros, de fray Andrés de Córdoba (13), y aunque pronto dejó Tlajomulco para dirigirse a Tetlán, volvió en repetidas ocasiones como luego lo hicieron durante 20 años los frailes que vivían en su convento de Guadalajara.
Fray Antonio de Segovia fundó en 1551 (14) el convento de Santiago de Tlajomulco que más tarde sería reconstruído, junto con su iglesia, y dedicado a San Antonio de Padua de Tlajomulco. En 1554 (15) fray Alonso Benítez dirigió la fundación y primera fábrica del Hospital de Tlajomulco.
El hospital fue parte de un género arquitectónico utilizado desde el principio de la conquista: uno de los primeros fue patrocinado por el mismo Hernán Cortés, el de la Purísima Concepción, hoy de Jesús. Más tarde los hubo de distintas clases y aparecieron los hospitales de indios como una respuesta a los graves problemas que planteaban las epidemias entre los naturales. Vasco de Quiroga se distinguió en Michoacán por la gran canti dad de ellos que organizó mientras en Jalisco fray Angel de Ocesia comenzó uno de los primeros hacia 1545 (16). El hospital de Tlajomulco se inició después de que terminó la gran epidemia de 1545 a 1548 (17) y al año siguiente de la expedición de unas Reales Cédulas por medio de las cuales se demostraba el interés de la Corona en el establecimiento de hospitales para indios (Cédulas del 18 de mayo de 1553) (18).
El hospital de indios de Tlajomulco, como otros varios, servía a los caminantes pobres, curaba a los enfermos y administraba los últimos sacramentos cuando había peligro de muerte; desde el principio en él se organizó una cofradía que, como el hospital y su iglesia, tuvo siempre por titular a la Inmaculada Concepción (19). El hospital, además, tenía su régimen interno derivado de las ordenanzas y normas especiales que formuló fray Alonso de Molina (20) y a las cuales se sujetaron los hospitales franciscanos de la provincia de Michoacán, que durante un tiempo incluyó al actual Estado de Jalisco.
La cofradía de la Limpia y Pura Concepción de la Madre de Dios fue quizá también fundada por fray Alonso Benítez antes de 1560 (21).
Esa agrupación se ha encargado siempre de los servicios propios del hospital a través de los semaneros en turno, o sean los familiares de los Tatitas, Mayordomos, Topiles, Mantopiles, Sipiles y Chiquitos (22), personajes que forman el cuerpo gubernamental interno del pueblo y que contribuyen a mantener unida a la población mediante la celebración de unos ritos matrimoniales anuales en los que se expresa una de las mayores formas de sincretismo religioso en México: en efecto, el 10 de diciembre de cada año (23) se unen dos religiones representadas por los símbolos más arraigados en el lugar: la imagen de la Virgen y el gato.
En la capilla del hospital no se realiza ninguna ceremonia eclesiástica desde que un sacerdote intentó evitar la presencia de las cofradías, grupos que con toda sinceridad han luchado por mantener vigentes sus tradiciones (24).
2.-EMPLAZAMIENTO
Es posible que la plaza que trazó fray Antonio de Segovia para organizar el pueblo haya sido más grande de lo que es ahora. Fue práctica corriente en muchos sitios que la capilla del hospital se ubicara frente a la iglesia principal, usualmente al otro lado de la plaza, (ver Santa Ana Tepetitlán, Santa Anita, San Martín de las Flores, etc.) de manera que en Tlajomulco o hubo una plaza más larga hacia el oriente o el convento con su templo no formaban parte del paramento que limitaba aquel espacio. Según una información, el hospital -con su capilla- fue llevado a su actual localización en 1561 por fray Alonso de Peraleja (25); otras noticias indican que fue hasta 1568 (26), 2 años después de iniciadas las obras, cuando se mudó el conjunto al sitio que todavía conserva, por iniciativa del guardián del convento fray Juan de Ayora. Sea como fuere, la capilla, desde entonces, ocupa uno de los principales lugares en la plaza: ve hacia el oriente y su atrio es un espacio en el que se continúa, ahora, la amplitud del área abierta.
El solar de la capilla se ubica en una esquina que hasta hace relativamente poco tiempo estuvo cerrada con una barda de adobe en cuyo medio se encontraba la portada principal del atrio. La barda, hoy en día, ha cedido su lugar a una reja de fierro que provoca una cierta transparencia hacia las calles y hacia la plaza; el cambio, infortunadamente, también provocó una relativa confusión visual debida, además, a la calidad dispar de los edificios situados al norte y al oriente de la plaza. La relación que pudo darse entre los dos principales establecimientos religiosos del lugar, por otra parte, se diluyó en vista de que no coinciden los ejes de las portadas y tampoco se les vinculó con puntos de referencia en la plaza. Los árboles situados en el atrio de la parroquia y en la plaza son los únicos elementos que dan una cierta cohesión al conjunto urbano central de Tlajomulco; ello se debe a que las frondas ocultan la mayor parte de las construcciones y sólo permiten, en algunas perspectivas, sobresalir a las torres y a los paramentos altos de las iglesias.
La calle que conduce al centro del pueblo es la más rica en remates visuales; al desembocar frente a la plaza, sin embargo, pierde varias de sus calidades por la apertura del atrio de la capilla. La calle transversal, que además limita a la plaza por el poniente, ganó mucho especialmente en su sentido de circulación sur-norte: la masa de la capilla y, claro, su torre exenta, dan sentido al área del atrio al tiempo que el palacio municipal y otros edificios se insinúan en medio de los árboles.
Uno de los rasgos fundamentales del emplazamiento de la capilla es su elevación respecto de las calles: se trata de apenas de unos cuantos peraltes que bastan para separar el espacio religioso de zonas por las que transitan vehículos y personas de manera constante.
El centro de la localidad de Tlajomulco, pues, es un área en la que coexisten, con toda naturalidad, las expresiones más distinguidas de la manera de ser del pueblo: la parroquia, que domina los remates y los accesos; el ayuntamiento y la plaza, que congregan una parte importante de la actividad local; y la capilla del hospital, que representa la vigencia de las más singulares tradiciones regionales. Todo lo anterior en un marco urbanístico y arquitectónico formado por la sinceridad de cada etapa constructiva por la que ha atravesado el pueblo.
3.-HISTORIA
Después de ser fundado el hospital en 1554 se le cambió de lugar para aprovechar ciertas ventajas que el sitio original no tuvo. La primitiva fábrica llegó a tener, en la época en que fue guardián fray Alonso Benítez (1554-1560) (27), una pequeña capilla de adobes y cubierta a base de viguería de madera.
El segundo y definitivo establecimiento del hospital se hizo en el solar que todavía hoy ocupa; de aquella segunda fundación se tienen pocos datos pero se acepta que también debió ser de adobe y que la capilla quizá había sido, igualmente, techada con madera. En esa capilla debe haberse instalado la primera imagen de la Concepción que tuvo el hospital, escultura que tal vez estuvo relacionada con una representación del Santo Entierro que llevó fray Alonso de Peraleja a Tlajomulco en 1561 (28).
De la más temprana fábrica del hospital y su capilla no se conservó nada; la segunda también desapareció en un incendio ocurrido en 1613 (29) en el curso del cual se perdieron, además, todos los objetos que se guardaban en el interior de la capilla, incluída, por supuesto, la imagen de La Concepción. En 1653 (30) ya había otra vez hospital en el que se curaba a los indios y es muy probable que la capilla, por entonces, se encontrara en construcción. Hacia mediados del siglo XVII se hicieron también otras gestiones, como la que condujo a adquirir la nueva imagen de La Concepción que hasta la fecha se conserva.
La tercera capilla, edificada a lo largo de la segunda mitad del siglo XVII, tampoco es la que ha llegado a nuestros días: aunque en 1722 (31) el cronista fray Nicolás de Ornelas relataba que la Cofradía de La Purísima Concepción estaba en pleno florecimiento, en 1764 (32) se dejó constancia, escrita en el Libro de la Cofradía, de que en aquel año ya se estaba edificando otra iglesia, la que hasta la fecha se ha conservado.
Mientras se completaba la fábrica de la capilla, otros elementos del conjunto, especialmente del hospital, estaban ya en plena operación. Entre las construcciones que se hicieron antes, o al mismo tiempo que la capilla, destaca la torre del campanario, conjunto exento situado al noreste de la capilla: en su fachada oriente se dispuso grabada la fecha 1700 (33). En la fuente que se encuentra detrás de la fachada norte de la torre y antes del acceso a la sala del hospital que da a la calle, se dispuso una pequeña fuente en la que también consta la fecha de su terminación: se trata del año 1734 según se lee en una cartela grabada con esa noticia. En la erección de la torre, igual que en la conclusión de todos los espacios propios del hospital, intervinieron frailes franciscanos que también guardaron los documentos de la Cofradía en el convento hasta antes de la secularización de la parroquia en 1795.
En el Libro mencionado se anotó, en 1765, 1768, 1783 y 1788 (34) todo lo relativo al avance de las obras de edificación de la nueva capilla: en la primera fecha se da cuenta de lo que tuvo que gastarse para recibir a la Virgen, pues fue habitual, durante los años que duró la fábrica, que la imagen visitara las casas del pueblo mientras se terminaba el templo; se cumplían así varios propósitos, dos de los cuales eran los siguientes: mantener el contacto entre los vecinos y la Virgen, y recaudar limosnas en cantidades suficientes para asegurar la continuidad de los trabajos. En las fechas siguientes se ofrecen pormenores sobre la construcción, es decir, cantidades que se pagaron por acarreo de materiales, por pago de mano de obra, por compra de una campana, etc. (35). En 1793 se alude en el Libro a la capilla como La Iglesia Nueva (36).
Es posible, en opinión del Padre Luis Enrique Orozco, que la conclusión de los trabajos haya tenido lugar en 1788 (37) toda vez que así lo indica la inscripción que aparece en el paramento del ábside del templo y que reza lo siguiente: AÑO DE 1788. SE TRABAJO ESTA OBRA A SOLICITUD DE ANTONIO Y JIORGE TEJEDA A QUIENES QUE DIOS (salve o guarde) (38). Los estudios del Padre Orozco señalan que los nombres concuerdan, por la época, con quienes fueron mayordomo y prioste -encargado- del hospital y de la capilla.
El hospital y la capilla de Tlajomulco no dependían exclusivamente de los franciscanos instalados en el convento, pero, como en muchos otros sitios de Jalisco donde hubo edificios de este género, sufrieron gran menoscabo al ser secularizadas las parroquias. En Tlajomulco el hospital funcionó por lo menos hasta 1922 (39) entre otras cosas porque la Cofradía había previsto que el mantenimiento del inmueble -y de los servicios que prestaba- se asegurara con lo que producía la renta de un predio en el que se alojó ganado menor (40). Las actividades adicionales del hospital, que las hubo igual que en otros sitios, sí se redujeron a raíz de la secularización. El caso del hospital de Tlajomulco no está suficientemente estudiado pero se puede suponer que, a semejanza de lo que ocurría en otras localidades, el hospital no se limitó a ser el conjunto de espacios que requerían enfermos o viajeros, sino un verdadero centro de enseñanza de doctrina, de música, de lectura, de escritura y de otras materias que, se seguro, contribuyeron a mejorar la calidad de la vida entre los naturales (41).
No hay informaciones disponibles siquiera para suponer que alguna vez tuvo retablos el templo. El arreglo del presbiterio, igual que uno de los altares laterales, proceden de una nueva intervención en alguna época del siglo XIX: presentan ambos acusadas influencias neoclásicas de calidad muy distinta a los capiteles que rematan las medias muestras por el interior. Los trabajos no han sido terminados; a lo largo del siglo XX se han presentado, por lo menos, dos períodos mayores de remozamiento y reconstrucción: el primero incluyó el retiro de una parte muy considerable de aplanados tanto en el exterior como en el interior; el segundo ha contado entre sus objetivos el de reorganizar y readaptar algunos de los salones que rodean el patio del que fue propiamente el hospital.
4.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
A pesar de que hasta hace relativamente poco tiempo el hospital era un conjunto prácticamente en ruinas, por lo menos su patio siguió siendo sede de las reuniones de la Cofradía. A eso se debe el constante arreglo del espacio exterior que ahora contrasta con las obras que se han venido realizando en las zonas al norte de la capilla. Este edificio ocupa la parte central de un gran terreno utilizado a descubierto como atrio y como patio: en esa circunstancia sus cuatro fachadas son fácilmente accesibles.
Al conjunto se accede desde la calle por dos pórticos, uno en cada tramo de la reja que lo limita. El atrio es de generosas dimensiones y, a juzgar por su pavimento y por el tamaño de los árboles que se han sembrado, parece proceder de una intervención más o menos reciente. El espacio atrial se continúa hacia el patio del hospital, donde una nueva arquería de tabique aparente señala la ubicación de los locales en que alguna vez se prestó atención hospitalaria. El elemento que sirve de remate visual a los accesos por el sur, y que desempeña un papel relevante por la entrada oriente, es la torre del campanario: está separada de la iglesia; aloja a las campanas que, según una tradición local, se rajaron cuando las tocaron las mujeres (42); y fue construida en la época en que los franciscanos participaban en la vida del hospital- Presenta dos cuerpos erigidos sobre un basamento ciego en dos de sus cuatro lados; hacia el norte se dispuso una pequeña puerta por medio de la cual se comunica a la escalera que sube a los cuerpos superiores; por el oriente sólo tiene una ventanita a modo de claraboya. El primer cuerpo es también de planta cuadrangular: tiene un vano terminado en arco de medio punto en cada lado, uno de los cuales, el oriente, está cerrado con una clave que lleva inscrita la fecha de 1700; el cuerpo alto se define por una planta octagonal, es un tanto más vertical por sus proporciones y también incluye un vano de medio punto por cara; en sus partes superiores, que sirven de base al remate del conjunto, se dispusieron medallones en relieve en los que aparecen varios tipos de motivos florales y zoomorfos (43). La conclusión de la torres es igualmente de ocho lados en cada uno de los cuales se abrieron juegos de dos pequeños vanos flanqueados por las pilastras en las que se resuelven las esquinas.
Hacia el suroeste de la torre se alza la capilla cuya fachada principal ve al oriente; la portada está compuesta con dos cuerpos que recientemente perdieron el aplanado: en el primero se localiza la puerta bajo un arco de medio punto encuadrado por dos pilastras en las que la ornamentación se encargó a representaciones del cordón franciscano y que continúan hasta recibir al entablamiento que se organiza a base de molduras. La clave del arco está resuelta con un relieve de influencia indígena que interpreta a un ángel. Sobre la división entre los cuerpos de la composición se encuentran, compartiendo el mismo eje del acceso, la ventana de coro -que es rectangular-; un nicho también cerrado por un arco de medio punto en el que se aloja una imagen de la Virgen de piedra a la que acompañan dos angelitos; y el remate del paramento que no es sino un aumento en la dimensión del pretil que toma, al centro, una forma curva en cuya cumbre se desplanta una cruz de piedra. En las esquinas exteriores de la portada se colocaron también remates a manera de macetones.
Las otras tres fachadas son de piedra descarnada; en los paramentos sólo se acusan los grandes elementos estructurales que son los contrafuertes; las ventanas y las gárgolas juegan papeles del todo secundarios pues obviamente predomina la masa de materiales aparentes sobre todos los posibles detalles. Sobre la fachada sur se ubica una escalera que sube al coro, y en la poniente destacan un par de gárgolas trabajadas, también en piedra, con las representaciones de gatos.
El interior de la nave es del mayor interés: es de planta rectangular, de una sola nave, y está dividida en cuatro tramos; en el primero se encuentra el coro y en el último, de altura ligeramente mayor, se ubica el presbiterio. Prácticamente todos los muros ostentan piedra a la que fue retirado el aplanado, circunstancia que no evita que luzcan los trabajos de cantería que definen cada tramo: sobre las medias columnas rematadas por capiteles de influencia corintia, se dispuso un friso y un juego de molduras que recorren toda la longitud de los muros laterales: los motivos ornamentales son básicamente grutescos a los que se han sumado mazorcas y, sobre los capiteles, compactos grupos de niños. Los arcos que delimitan los tramos y soportan las bóvedas de arista de la cubierta son de medio punto; los cortes en las dovelas fueron muy bien hechos, lo que se demuestra, entre otras cosas, con la continuidad de la acanaladura que recorre las caras exteriores. Las claves de los arcos son piezas decoradas con trabajos labrados en sus tres paños visibles.
El adorno que las Cofradías instalan en la nave permanece casi medio año, de modo que los sucesivos planos que forman las telas -como cortinajes- y unas gigantescas medias coronas dificultan en extremo la comprensión de un espacio tan generoso. El presbiterio ha resultado ser una zona en la que la imagen de la Virgen de la Concepción destaca en medio de arreglos y modificaciones poco homogéneos: desde el pavimento, que es de mosaico de cemento en dos tomos, hasta el conjunto neoclásico que hace las veces de retablo y que se apoya en el paramento final despojado de aplanado, todo parece formar parte de un plan según el cual hay que descubrir en la escultura de la Virgen al más importante objeto del templo no sólo por su relevancia local sino, incluso, por detalles tan bien logrados como el tallado de la piedra que le sirve de base.
Esta capilla, cuya influencia social la ha convertido en un auténtico santuario, conserva asimismo una figura de Cristo -Señor de la humildad- que no carece de atractivo, cerca de la puerta lateral que da al norte. En el mismo templo, y entre otras imágenes, también se halla el Santo Entierro que llevara fray Alonso de Peraleja a la parroquia durante el siglo XVI, lo mismo que una obra notable de manufactura popular; el Cristo Crucificado que ocupa un muro de la sacristía.
5.-NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
(1) SANCHEZ Flores, Francisco. La Vida y la Muerte entre los Tlajomulcas. Biblioteca de autores jalisciences modernos, pág. s/n (4). Jalisco, 1956.
(2) OROZCO, Luis Enrique. Iconografía Mariana de la Arquidiócesis de Guadalajara. Tomo I, p.170. Jalisco, 1954.
(3) OROZCO, Luis Enrique. Op. cit. p.170.
(4) OROZCO, Luis Enrique. Op. cit. p.170.
(5) SANCHEZ Flores, Francisco. Op. cit. pág. s/n (61)
(6) SANCHEZ Flores, Francisco. Op. cit. pág. s/n (61)
(7) JIMENEZ, Jesús. Antiguo San Francisco, en Primer curso de información sobre Guadalajara José López Portillo y Rojas. Edición del Departamento de Bellas Artes del Gobierno de Jalisco, p.164. Jalisco, 1975.
(8) OROZCO, Luis Enrique. Op. cit. p.170.
(9) Historia de Jalisco. Tomo I, p.284. Edición del Gobierno del Estado de Jalisco. Jalisco, 1980.
(10) JIMENEZ, Jesús. Op cit. p.166.
(11) El Padre Jiménez reproduce un fragmento del trabajo del Padre Tello en op. cit. p.166.
(12) SANCHEZ Flores, Francisco. Op. cit. pág. s/n (4)
(13) OROZCO, Luis Enrique. Op. cit. p.170 y 171.
(14) OROZCO, Luis Enrique. Op. cit. p.171.
(15) SANCHEZ Flores, Francisco. Op. cit. pág. s/n (27)
(16) VENEGAS Ramírez, Carmen. Régimen hospitalario para indios en la Nueva España.
SEP, INAH, p.22. México, 1973.
La autora se apoya en la obra Crónica de Michoacán de fray Pablo Beaumont.
(17) VENEGAS Ramírez, Carmen. Op. cit. p.22.
En este caso la autora refiere informaciones contenidas en la obra Crónica de la Provincia de Xalisco, de fray Antonio Tello.
(18) HERRAEZ S. de Escariche, Julis. Beneficencia de España en Indias. Escuela de Estudios Hispanoamericanos de Sevilla, p.22. Sevilla, 1949.
(19) DAVILA Garibi, José Ignacio. Apuntes para la Historia de la Iglesia de Guadalajara. Tomo I, p.341. Editorial Cultura T.G., S.A. México, 1957.
(20) VENEGAS Ramírez, Carmen. Op. cit. p.115.
(21) OROZCO, Luis Enrique. Op. cit. p.173.
(22) SANCHEZ Flores, Francisco. Op. cit. págs. s/n (3 y 29)
(23) SANCHEZ Flores, Francisco. Op. cit. págs. s/n (65, 66 y 67)
(24) SANCHEZ Flores, Francisco. Op. cit. págs. s/n (5 y 6)
(25) SANCHEZ Flores, Francisco. Op. cit. pág. s/n (27)
(26) OROZCO, Luis Enrique. Op. cit. p.173.
(27) OROZCO, Luis Enrique. Op. cit. p.173.
(28) SANCHEZ Flores, Francisco. Op. cit. pág. s/n (26)
(29) OROZCO, Luis Enrique. Op. cit. p.174.
(30) OROZCO, Luis Enrique. Op. cit. p.174.
El Padre Orozco recurre, en las dos informaciones anteriores, a datos proporcionados por fray Antonio Tello en su Crónica de Xalisco.
(31) OROZCO, Luis Enrique. Op. cit. p.174.
El padre Orozco se apoya, en este punto, en textos de fray Nicolás de Ornelas contenidos en su obra Crónica de la Provincia de Santiago de Xalisco.
(32) OROZCO, Luis Enrique. Op. cit. p.174.
El Padre Orozco consultó el archivo parroquial de Tlajomulco con la colaboración del padre Flaviano Ramos. El libro de la Cofradía de la Concepción comienza en 1764.
(33) SANCHEZ Flores, Francisco. Op. cit. pág. s/n (24)
(34) OROZCO, Luis Enrique. Op. cit. p.175.
(35) OROZCO, Luis Enrique. Op. cit. p.175.
(36) OROZCO, Luis Enrique. Op. cit. p.175.
(37) OROZCO, Luis Enrique. Op. cit. p.175.
(38) OROZCO, Luis Enrique. Op. cit. p.175.
La interpretación de la leyenda en el ábside es del mismo Padre Orozco.
(39) SANCHEZ Flores, Francisco. Op. cit. pág. s/n (27).
(40) OROZCO, Luis Enrique. Op. cit. p.175.
(41) TOSCANO Moreno, Jesús. Los hospitales y la hospitalid ad de los franciscanos en la Nueva Galicia, en Jalisco antes de la Independencia, Departamento de Bellas Artes del Gobierno del Estado de Jalisco, p.212. Jalisco, 1976.
(42) SANCHEZ Flores, Francisco. Op. cit. pág. s/n (18).
(43) SANCHEZ Flores, Francisco. Op. cit. pág. s/n (24).
Fray Francisco Mariano de Torres, Crónica de la Sancta Provincia de Xalisco con notas de fray Luis del Refugio de Palacio. Colección Siglo XVI, Jalisco, 1960.
Enciclopedia de México, Tomo V, segunda edición. México, 1977.
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