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Nombre del Inmueble
Virgen de la Merced
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000515
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000515
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
La orden de los franciscanos fue la primera que penetró, tras la conquista, en el territorio de los tarascos y pirindas.
Fray Juan de San Miguel llegó a la región hacia 1531, y a partir de entonces se inició un largo proceso de evangelización y aculturación. Originalmente la empresa tuvo su sede en Pátzcuaro, pero poco a poco fueron creándose nuevos centros de colonización; no lejos de donde realizara una ejemplar labor evangélical Vasco de Quiroga, en el Valle de Guayangareo (loma chata y alargada) se fundó Valladolid.
La reina Juana la loca, esposa de Felipe el Hermoso, había dispuesto en la ciudad española homónima que se creara una Villa a efecto de facilitar la pacificación de la Provincia de Jalisco, y fue el virrey Antonio de Mendoza quien cumplió este encargo fundando la actual Morelia el 18 de mayo de 1541.
Los repartimientos de tierras de la ciudad de Valladolid fueron hechos por el encomendero de Tiripitío Juan de Alvarado, hermano del conquistador Pedro, el encomendero de Puruándiro Juan de Villaseñor, y por Luis de León. La traza de la ciudad se debe al alarife Juan de Ponce, quien también comenzó a construir las primeras casas; se afirma que la inicial fue la de Francisco de Albornoz, el viejo, la que estuvo en pie hasta 1903 en que fue derribada. En 1575 se fijaron en Valladolid las residencias del alcalde y del ayuntamiento por acuerdo del virrey Enríquez de Almanza, y el 9 de diciembre de 1579 por disposición del tercer obispo de Michoacán, fray Juan de Medina, ocurrió lo propio con la sede episcopal.
2.-EMPLAZAMIENTO
El templo de la Virgen de la Merced, situado en la esquina que actualmente forman las calles de Quintana Roo y la Avenida Madero Poniente, en el sector más céntrico de la ciudad y a escasas tres cuadra de la Plaza de Armas y Catedral, se nos presenta inverso en el tejido urbano y arquitectónico que conforma esta zona. El frente del templo, con su rica portada, ve al oriente sobre la calle de Quintana Roo, y su única fachada lateral al norte, sobre la Avenida Madero, la arteria de mayor importancia y jerarquía de Morelia.
Del extenso atrio que rodeara al majestuoso edificio y sus portadas de acceso, no queda actualmente el menor vestigio, así como no existe más que el recuerdo de la extensa huerta que se extendiera a espaldas dell convento. En aras del progreso y merced a diversas modificaciones en la traza de la ciudad, hoy apenas existe un mínimo espacio que sugiere el atrio en ambos accesos del templo. La estrechez de la calle que limita su frente, impide en cierta forma apreciar la grandeza de su portada, al mismo tiempo que permite la sorpresa de su aparición repentina e inesperada al transeúnte que recorre la ciudad.
Circundado de casonas con sabor e historia secular, destacan en el paisaje su torre única y la soberbia cúpula recubierta de azulejo que corona el crucero, rompiendo con su altura el armonioso perfil de las construcciones que lo rodean. Cercanos a él, el Colegio de San Nicolás de Hidalgo, la actual Biblioteca, el mercado de dulces de la ciudad, templos y palacios vecinos, son punto de referencia de los habitantes de Morelia y motivo de solaz y disfrute del visitante.
3.-HISTORIA
A principios del siglo XVII llegaron a Valladolid los mercedarios, quienes bien pronto habrían de emprender la construcción de templos y conventos. La orden había nacido en la España medieval con la misión de velar por el cuidado y salvación de los hombres que participaban en la guerra de cristianos contra moros. En América este propósito fundamental tuvo que transformarse pues, al arribo de los mercedarios al Nuevo Mundo, la conquista de México había quedado consumada.
La primera tarea a que se dieron los mercedarios en Valladolid fue a la erección del templo y convento de su orden, así en 1604 fray Pedro de Burgos y fray Alonso García compraron a Melchor Pardo y a su esposa, María de Ortega un solar para su fundación por la cantidad de $ 2,000.00. Como el predio resultó insuficiente para levantar ahí el convento, el Ayuntamiento donó a la orden dos solares contiguos, ubicados al poniente del originalmente adquirido.
Dada la naturaleza mendicante de la orden, ésta carecía de rentas, manteniéndose de las limosnas de los fieles, por lo que la construcción avanzaba muy lentamente. En 1613 apenas se habían construido dos celdas; tres años después, los trabajos continuaban pero con materiales tan endebles que, en tiempos del obispo fray Alonso Enríquez de Toledo y Armendáriz (1624-1628), lo ya hecho estaba cayéndose y el templo aún no se concluía. No se conoce con certeza la fecha de terminación del convento, y por cuanto al templo, la Gaceta de México informaba en 1737 que continuaba construyéndose, mientras que, según otras fuentes se había terminado un año antes.
Como consecuencia de las Leyes de Reforma, el convento fue ocupado por el gobierno, y los pocos religiosos que ahí vivían fueron exclaustrados, a partir de entonces el inmueble tuvo diversos usos. Primero se le convirtió en cuartel; durante el Segundo Imperio sirvió de hospital y, al restaurarse la República, de nuevo albergó tropas: las de la caballería del Estado y las de los rurales de la Federación. Más tarde compró el edificio el presbítero Teófanes López, quien fundó en el local un colegio para niños. Al establecerse en la ciudad las religiosas adoratrices, se instalaron en el antiguo convento de los mercedarios, el cual abandonaron en tiempos de la revolución constitucionalista, recobrándolo nuevamente el mismo presbítero López.
Al ocupar el convento el gobierno civil, su extensa huerta que llegaba hasta las actuales calles de Nicolás Bravo al poniente y de Allende al sur, fue dividida en lotes, edificándose de inmediato casas particulares.
La iglesia, rodeada originariamente de un atrio con dos portadas que coincidían con las puertas de entrada, y dotada asímismo de una fuente pública de la que se surtía de agua el vecindario, fue renovada a principios de siglo pasado, al decir de los críticos de la época con bastante gusto; en 1908 sufrió modificaciones en su interior, realizadas por el ya mencionado presbítero Teófanes López, quien bajo las bóvedas barrocas del siglo XVIII, construyó nuevos retablos en estilo neoclásico, modificó columnas y el entablamento de la nave. Una de sus dos fachadas, la que mira al oriente, fue también modificada, quizá a principios del siglo XVIII. Hoy ocupa el edificio del antiguo convento mercedario la escuela David G. Berlanga.
4.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
El templo, en su exterior, presenta dos fachadas; la principal que mira al oriente, y una lateral, que ve al norte, ambas rodeadas por un espacio de reducidas dimensiones en forma de plazuela y que nos hace recordar el original atrio, espacio que actualmente se encuentra embaldosado con cantera de la región.
La masa del edificio, aunque destaca sobre el perfil de las construcciones aledañas, no es de grandes proporciones, sobresaliendo únicamente la torre y cúpula sobre el resto del conjunto. Construidos sus muros en cantera totalmente, se hace notoria al observador la diferente calidad de las secciones que originalmente tuvieron la protección de un aplanado, con su piedra irregular y labrado elemental, y la de la cantera con corte y labrado regular, que conforma portadas y torre, y que no tuvieron jamás recubrimiento.
La fachada principal, de proporción cercana al cuadrado y asimétrica, en función de contener la portada y una sola torre, es de singular calidad. Según González Galván, Estilísticamente resulta insólita dentro del sobrio barroco de la ciudad (1). La portada presenta, sobre un paño de cantera labrada, dos cuerpos sobrepuestos, el primero formado por cuatro pilastras excentas y pareadas de gran robustez, que soportan una gran cornisa; al centro de los dos pares de pilastra se encuentra la puerta, enmarcada por cantera finamente moldurada, y terminada por un singular arco conopial. Sobre la cornisa, se desplantan dos columnillas rematadas a su vez por una cornisa de menores proporciones, formando el marco para alojar a la ventana del coro. Complementa la portada un nicho, que separado del conjunto anterior, está formado por una cornisa que sostiene dos pilastras que, rematadas por pináculos, alojan un arco mixtilíneo que ciera el conjunto: éste, a diferencia de la portada misma que corresponde totalmente al estilo barroco, tiene un carácter de mayor sobriedad, como si no quisiera competir con la riqueza de la portada misma. Remata a ésta una moldura escalonada que termina en arco de medio punto.
La torre consta de cuatro cuerpos, de planta cuadrada, los dos primeros, construidos con cantera rústica mamposteada están casi totalmente cerrados, a excepción de una pequeña ventana en la parte baja del primer cuerpo y pequeñas ventilas en su parte alta, asimismo en el segundo cuerpo que aloja pequeñas ventilas en su parte media, se dividen entre sí con una moldura de cantera sencilla; en tanto que la separación de los cuerpos subsiguientes se logra con una doble moldura y un paño de cantera liso entre ellas. Ambos cuerpos superiores son de cantera labrada, cada uno de ellos de mayor esbeltez que el que le antecede, y se abren a los cuatro lados por vanos de un tercio del muro, cerrados con arcos de medio punto o semicirculares, dando lugar al campanil. Los paños ciegos del muro que lo limitan tienen molduraciones remetidas en forma tal que simulan discretas pilastras. Se remata la torre con una pequeña bóveda de casquete esférico en la cual sobresale un cupulín octogonal rematado a su vez con una nueva bovedilla y una cruz de hierro.
La fachada lateral está formada por un gran paño de cantera de mamposteo rústico, que aloja a tres contrafuertes del mismo material, así como a la portada lateral de cantera labrada y estilo distinto de la principal, seguramente es la original del siglo XVII. Dicha portada consta de puerta con arco de medio punto enmarcada en dos pilastras de cantera que rematan en un frontón quebrado, que aloja el emblema mercedario y culmina con tres pináculos. En la parte superior del muro, a la altura del coro, se abren cuatro ventanas rectangulares que iluminan la nave.
La cúpula de gajos se desplanta sobre tambor octogonal cargado sobre pechinas, y recubierta de azulejo, luce un bello perfil mixtilíneo que enlaza y remata las lucarnas ó ventanas abiertas en la curva de los gajos, de manera que, en conjunto produce el efecto de una verdadera corona colosal sobre la iglesia. (2)
La planta del templo es rectangular y de una sola nave, está cubierta con bóveda de lunetos -bóveda en forma de media luna- y la cúpula ya mencionada.
Consta la nave de cinco entre-ejes divididos por medio de macizas pilastras semicirculares estriadas. En el primer entre-eje nos encontramos el sotocoro enmarcado por un arco rebajado que continúa las estrías de las columnas que soportan el coro.
En el último entre-eje nos encontramos con el presbiterio, cuyo altar se conforma por dos juegos de tres columnas estriadas, con capiteles jónicos -remates cuya ornamentación es en forma de espiral-, de cantera dorada, que enmarcan al ciprés -especie de baldaquino que cubre la imagen titular- de cantera con decoración en oro. En los altares laterales la decoración, también de cantera parcialmente dorada, corresponde, como el resto, a los siglos XIX y XX.
5.-OBRAS DE ARTE
Si se habla de obras de arte en un templo como el que nos ocupa, forzosamente se debe mencionar en primer lugar el exquisito diseño y trabajo de cantería que conforma su portada principal. A pesar de que no fue concluida, es digna de admiración por su diseño y la elegante fuerza de esas pesadas pilastras excentas, y que recuerdan la forma del estípite -cuyo elemento característico lo constituye una pirámide truncada- debido al bien logrado juego que efectúan los adelgazamientos o gargantas que unen el basamento en la parte baja y el capitel de la parte alta, con el más robusto cuerpo central del fuste. Al respecto, González Galván nos dice que las cuatro pilastras excentas son monolíticas, y por su diseño y riqueza ornamental pertenecen al churrigueresco, pese a que no aparece en ellas el estípite, elemento característico de esta modalidad del barroco (3). Si bien no son estípites, este juego de líneas que perfilan su envolvente general, aunado a su rica y fina molduración los acercan a la gracia y ligereza que dichos elementos presentan.
Del mismo modo, las dos ligeras pilastras adosadas que enmarcan la ventana del coro, con un fuste -cuerpo- al que la decoración labrada en cantera con gran alarde de diseño y técnica dotan de un perfil irregular en el que se marcan tres profundas divisiones o adelgazamientos, lo que hace emparentarse con el churrigueresco -estilo caracterizado por su basta ornamentación-. Es notorio el labrado de estos elementos, en los que un mascarón -cara grande, grotesca o fantástica tallada en piedra u otro material- preside en lo alto del fuste la cascada de formas, en que, a partir de la barba del mascarón, va cayendo en una mezcla de hojarasca y roleos hasta llegar al basamento.
Mención especial merecen las puertas tanto principal como lateral del templo, de madera labrada ambas, y construidas al igual que la portada en el siglo XVIII. Las puertas de la iglesia mercedaria tanto en la portada mayor como en la lateral, son las mas hermosas que dejó el siglo XVIII en Morelia. En este detalle destacan además de los escudos mercedarios, las esculturas de San Pedro Nolasco, fundador de la orden, y de San Ramón Nonato (4). Las esculturas se encuentran en la parte alta de cada hoja, debajo de ellas se localizan los escudos, y en la parte más baja, en cada uno de los postigos -puerta chica abierta en otra mayor-, se encuentra un mascarón de magnífica talla, envuelto en follaje que simula pelo y barba.
6.-NOTAS BILIOGRAFICAS
1. González Galvan, Manuel. Op. Cit. Pág. 182.
2. IBIDEM. Pág. 184.
3. IBIDEM. Pág. 182.
4. IBIDEM. Pág. 184.
7.-BIBLIOGRAFIA
Benítez, José R. Morelia, MONOGRAFIAS MEXICANAS DE ARTE. México, Talleres Gráficos de la Nación, 1935.
Enciclopedia de México, Morelia, México, INSTITUTO DE LA ENCICLOPEDIA DE MEXICO, 1978, Tomo IX.
González Galván, Manuel, ARTE VIRREINAL EN MICHOACAN, México, Frente de Afirmación Hispanista, A.C., 1978.
La Arquitectura de Morelia, México, ARTES DE MEXICO, Año IV, No. 100-101, 1967.
Morelos Zapien, Rafael, GUIA PARA VISITAR LA CIUDAD DE MORELIA, Morelia, Ed. Morelia, 1951.
Ramírez Romero, Esperanza, CATALOGO DE CONSTRUCCIONES ARTISTICAS, CIVILES Y RELIGIOSAS DE MORELIA, México, Universidad Mexicana de San Nicolás de Hidalgo, 1981.
ELABORO: ARQ. RAMON M. BONFIL
FECHA: 1985.
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
Virgen de la Merced