Vestigios de los muros que conformaban la capilla, el predio estaba invadido por los vecinos quienes sembraban maíz sobre las ruinas. Puede verse la escalinata de acceso en la esquina izquierda de la fotografía.Corupo se localiza en la región conocida como Meseta Tarasca en la carretera Uruapan-Los Reyes, a 4 km. de la desviación Angahuan-Charapan. Esta comunidad que ya existía antes de la llegada de los españoles fue evangelizada por la orden franciscana cuyos frailes edificaron el conjunto conventual que preside el centro del pueblo y la Huatápera con su capilla que hasta hace unos años aún existía.
Respecto a su etimología, proviene del tarasco "cuarupo" o "corupo", que significa "cierta especie de pescado blanco" o "lugar de pescaditos blancos".
Aunque existen datos sobre el poblado, no hemos encontrado referencia alguna respecto a la capilla que nos ocupa, aunque consideramos que pudo estar influida por el Iuritzio del hospital que según la "Inspección Ocular" tenía un "un artesón pintado antiguo" cuyos tablones todavía alcanzamos a ver entre el escombro de los ruinosos muros en el año de 1982.
Fue gracias al párroco del lugar que conocimos el pequeño templo de San Sebastián, su aspecto exterior no indica que se trate de un inmueble dedicado al culto, sus dimensiones coinciden con las de cualquier vivienda de la comunidad, debido a su carencia de símbolos o imágenes así como la humildad de su construcción que dada sus reducidas dimensiones obligaron a que en uno de sus extremos se hiciera una ampliación a base de muros con estructura de concreto. La ausencia de datos que la registren, ya que no se encuentra ni siquiera catalogada dentro de los bienes religiosos, la sumerge en un extraño anonimato del cual sólo la salva la tradición oral que nos trae reminiscencias prehispánicas, relacionadas con el antiguo dios del agua y adoraciones solares acompañadas del culto a la luna.
Los vecinos de mayor edad afirman que este es el sitio donde "nació el pueblo". El patrón del templo San Sebastián, nos trae a la memoria ceremonias paganas del flechamiento. La presencia mariana de su artesón pintado por un artista de corte popular que utiliza un trazo simplificado e ingenuo de fuerte colorido, nos muestra un cielo sembrado de estilizadas estrellas entre las que flotan inmersos en óvalos los apóstoles, todo esto en medio de tradicionales papeles recortados en filigrana, nos remite a un culto católico con matices de ritual pagano.
El atrio como tal no existe, el terreno que conocimos era simplemente un espacio en loma ascendente con algunos vestigios de escalonamientos cuyas características recuerdan elementos preshispánicos; carece de vegetación y actualmente ha reducido su tamaño casi a la mitad del que tenía en 1985. Los vecinos construyeron una nueva escalinata y actualmente se hace una explanada de cemento en la parte inferior.
La fachada es rectangular con vano de acceso con dintel horizontal; al frente se extiende un pórtico de reciente hechura hecho con postes de madera y canes de trazo escarzano sobre el que se apoya una viga en la que se recarga el alero de la cubierta que se tiende hacia el frente. Sobre el dintel de la puerta corre una viga y sobre ella existe un hueco que sirve de ventilación al artesón. En uno de los extremos del paramento se realizó una ampliación de concreto y tabique que se incrusta agresivamente sobre los humildes muros de piedra y lodo.
La planta es rectangular y se delimita por grueso ma mposteo de piedra de "malpais", volcánica unida con mezcla de tierra, remata en su parte superior con una trabe de concreto sobre la que descansan las vigas que conforman la cubierta a cuatro aguas protegidas por lámina acanalada. En el interior las paredes están recubiertas de enjarre de lodo pintado de blanco y carecen de ventanas.
El piso era de barro y recientemente fue cambiado por uno de mosaico corriente sube una grada hacia el presbiterio se corta a la altura de uno de los tirantes mediante el barandal del comulgatorio, este último está hecho de madera y pintado de blanco. Apoyado sobre el muro del ábside se encuentra el altar que aún conserva vestigios de sus primitivas características barrocas; al centro en medio de un fanal rectangular se encuentra un Cristo de caña; dos pilastras estípites delimitan lo que fue el retablo, sosteniendo un remate mixtilíneo de orillas roleadas en gruesas molduras que remata en un resplandor. No vemos la imagen del patrón de la capilla, San Sebastián, primer mártir de la cristiandad.
La cubierta interior es de cañón en pirámide trunca, se divide en tramos mediante alfardas que se quiebran en harneruelo simulando un almizate; está decorada con imágenes de los Apóstoles con los símbolos de su muerte y su nombre en letras negras al calce. Los personajes inmersos en óvalos flotan en un cielo de flores utilizadas simulando estrellas cuyos diseños tienen reminiscencias neoclásicas.
Una puerta hecha hace poco tiempo se ubica a la izquierda del altar, comunica a un anexo construido con tabique y concreto, cuyas trabes se incrustan en el cerramiento de éste último material que remata los muros de la nave, en los cuales observamos vestigios de enjarres hechos con lodo y una severa pérdida de material de junteo en los desplantes.
