Imagen principal
Clave del inmueble
MX-SC-DGSMPC-BI-000086
Nombre del Inmueble
Santiago Apóstol
Periodo legal del inmueble
Registro Federal Inmobiliario (RFI)
15 11345 9
Circunscripción eclesiástica
Época
Siglo XVIII
Siglo de creación
Antecedentes históricos
Esta parroquia de Santiago Apóstol se encuentra, como ocurre en otros muchos sitios de características similares, en el predio más importante de la localidad de Cuautlalpan, frente a la plaza principal del asentamiento y, sobre todo, en el centro de la organización urbana que se ha desarrollado, justamente, en torno del edificio comunitario por excelencia.
La iglesia fue concebida como se conserva, en el costado oriente del espléndido solar que es su atrio propiamente dicho. A diferencia de lo que se observa en otras comunidades, incluso en las más cercanas, este atrio es verdaderamente ejemplar en la medida en que, al ser superadas sus funciones originales de apoyo a las actividades de la iglesia, fue convertido en un jardín muy bello, amplio y desde luego suficiente para las reuniones que congregan a los fieles antes y después de las celebraciones.
La parroquia está integrada por la iglesia propiamente dicha y por un anexo que prestó sus servicios como recinto de visita: de esa obra complementaria perdura sólo la portería toda vez que los locales que se alzaban en la sección posterior del anexo cedieron su lugar a las nuevas obras que debieron emprenderse para alojar adecuadamente a la parroquia moderna y contemporánea.
La obra fue construida básicamente con piedra, en especial con sillares de una variedad de origen volcánico y, luego, con piezas de tezontle a cuyos lienzos se agregaron lo mismo tabiques que otras mamposterías. En las fachadas laterales y parcialmente en la posterior esos materiales van expuestos gracias a la aplicación de algunos criterios inexplicables mientras la principal presenta una solución por fortuna totalmente diferente.
La fachada de acceso, en efecto, fue proyectada y construida con un recubrimiento muy respetuoso de los materiales básicos y con un diseño que refleja, de manera fehaciente, las corrientes plásticas de la época en que se construyó. Ese paramento está integrado por la torre del campanario y por la portada que aloja la puerta de entrada al recinto.
La torre se alza sobre un cubo de planta cuadrada que concluye un poco arriba del nivel del pretil de la portada; lleva vanos de trazo mixtilíneo para la iluminación de la escalera y fue dispuesto con un paño exterior ligeramente posterior al del muro que contiene a la portada. Ésta es muy interesante porque abarca prácticamente todo el ancho del edifico aunque está compuesta con los dos cuerpos que fueron tradicionales, secciones que se encuentran perfectamente definidos.
La portada toma toda la extensión del muro principal porque su primer cuerpo va terminado con ajaracas que se encuentran entre las pilastras estípites que la confinan y las piezas labradas con argamasa que señalan los límites del edificio. Esas soluciones de acabados no son frecuentes en la zona pero las ajaracas sí lo fueron en la segunda mitad del siglo XVIII, lo que demuestra que los autores y los constructores populares disponían de información y conocimientos que impiden verlos, o estudiarlos, como personajes improvisados o sólo guiados por sus entusiasmos.
La portada es de una gran elegancia, si cabe el término: se trata de una composición en dos cuerpos que sigue la guía de un eje vertical que une la puerta, que va inscrita en un espléndido arco de medio punto en su extradós y trilobulado y mixtilíneo en su intradós. El arco de ingreso va flanqueado por dos pares de pilastras estípites de muy buena calidades cuyos intercolumnios aparecen nichos vacíos que fueron agregados a la composición con el objeto de acentuar las capacidades de producir claroscuro en la portada. Esos apoyos terminan en un entablamento que separa el segundo cuerpo, zona en la que predomina la ventana del coro, vano resuelto con un trazo mixtilíneo también de muy apreciable calidad al que flanquean, igual que abajo a la puerta, otras dos pilastras estípites que igual culminan, capitel de por medio, en un segundo entablamento sobre el que, una vez más, se alza un nuevo elemento arquitectónico: esta vez el remate de la composición, que es un nicho también protegido por estípites, en esta ocasión sólo dos de ellos y cuyo pequeño entablamento soporta un frontón triangular roto del que se inician, a ambos lados, los roleos que definen el pretil del frontis.
El espacio interior es también de riqueza notable en la medida en que los acabados combinan elementos y objetos de varias épocas distintas con muy buena fortuna. El presbiterio, que es el área principal del templo, lleva un elemento a la manera de un retablo que incluye dos pórticos laterales, adosados al muro testero, que dan lugar, al centro, a un ciprés prácticamente exento en el que se conserva una imagen de la Virgen coronada. A sus lados aparecen dos esculturas que representan a Santiago Apóstol y al parecer a San Pablo. La figura del titular de la parroquia, en su modalidad de jinete, ocupa un lugar lateral, a la altura del altar.
Lo más interesante del interior de la nave de feligresía es la coexistencia de dos colaterales barrocos en condiciones de conservación relativamente buenas con por lo menos dos altares laterales de aliento neoclásico. Llama la atención que objetos tan distintos creen una atmósfera tan respetuosa y que los mensajes de ambas corrientes perduren coherentes y vigentes.
En el lado sur de la nave, el de la Epístola, se halla el colateral dedicado a La Inmaculada Concepción, o por lo menos esa es la advocación a la que parece consagrarse el conjunto de restos de lo que fue un gran retablo. Es de madera, mixto y de dos cuerpos separados por un entablamento soportado por columnas helicoidales de las denominadas salomónicas, como las que se hicieron en varias zonas del territorio virreinal en la segunda mitad del siglo XVII.
En el lado opuesto, a la altura de la mitad de la nave, se encuentra el otro colateral, éste también barroco pero organizado en sus dos cuerpos por apoyos estípites que, con capiteles incluso, contribuyen a sólo insinuar un entablamento que ha dejado su lugar a medallones con bajorrelieves de altísima calidad. Si bien la figura central de este colateral parece ser San Agustín, es probable que haya estado dedicado a otro santo pues las esculturas que conserva no son desde luego las que podrían considerarse originales. Este retablo colateral es con mucho el más interesante pues en su composición interviene un gran lienzo en dos cuerpos del que parece sobresalir rodeado de ángeles y de otros personajes que, evidentemente, merecerían una lectura iconográfica detenida.
En el interior de la nave también son de relevancia, aunque desde luego mucho menor los ámbitos que producen la cúpula que se alza en el tramo inmediatamente anterior al presbiterio y el coro, situado como es obvio en el primero de esos tramos, al pie de la nave.
Esta es, como se indicó antes, una obra de importancia singular que merece atención y quizá hasta un trabajo de fondo que tendría que plantearse con el propósito de garantizar su conservación a largo plazo.
Planta arquitectónica (original)
Rectangular
Categoría arquitectónica
Estado, Municipio, Localidad
Nombre de la vialidad o calle
Domicilio conocido
Número y/o identificador de la vialidad o calle
N/A
Nombre del tipo de asentamiento humano o colonia
N/A
Código Postal
N/A
Otra localización
Santiago Cuauhtlalpan
Tipo de uso del inmueble
Uso inicial del inmueble
Culto público
Uso actual del inmueble
Orden religiosa (original)
Sin Identificar