Según Eduardo Ruíz Naranja o Naranxhan es el sitio donde vivió el viejo rey de Ziran-Ziran, cuya etimología alude "... a la primera ciudad que cayó bajo el dominio de los guerreros guanáxheos, capital del antiguo Reino, que vió concluir de raíz el imperio de los primeros pobladores...".
La importancia del sitio propició que se construyera en el lugar una iglesia dedicada a Nuestra Señora de la Asunción a instancias de los hermanos de San Francisco que evangelizaron en el siglo XVI el lugar.
El conjunto actual consta de templo con el atrio invadido, sacristía y torre, además de la casa cural, originalmente contaba con atrio, hoy convertido en plaza pública y capilla del hospital con éste último anexo, hoy desaparecidos ambos y convertidos en la escuela federal del poblado debido a la intervención de las misiones culturales de la Secretaría de Educación Pública que destinó los predios de este tipo a la enseñanza primaria.
La fachada es de un sólo paño plano, rematado en un imafronte delimitado por una cornisa volada de corte mixtilíneo ornamentada con almenas puntiagudas, que remata en la cúspide central con una peana escalonada que soporta una cruz de piedra de brazos foliados.
La portada, al centro del paramento se conforma por un arco de medio punto apoyado sobre capiteles toscanos con dentículos y flores circulares que coronan pilastras de fuste liso desplantadas de altas basas en los riñones se adorna con elementos vegetales. Se encuadra por un alfiz hecho a base de molduras acanaladas que remata en un entablamento de friso sin decorar sobre el que se apoya la ventana ajimez. Esta última es de doble arcada de medio punto sobre pilastras planas decoradas en su exterior éste elemento a cuyo eje se encuentra la talla de un águila de alas extendidas hecha en piedra igual que el resto de la portada. La torre al mismo paño de la nave se ubica en la esquina Sur-poniente de la nave, se ingresa a ella por la parte posterior, está compuesta de dos cuerpos cuadrados con vanos de medio punto en cada uno de los paramentos, se separa mediante una cornisa en saledizo decorada con almenas en perillón en las esquinas. El remate superior es un chapitel piramidal.
La fachada está recubierta con un aplanado de cemento decorado en su parte inferior por dos cenefas que envuelven figuras romboidales que se alternan en dos diferentes tamaños y que se tocan en las esquinas.
La nave es de planta rectangular con ábside plano, conformada por muros de piedra con lodo que muestran claros indicios de haber sido reforzados en varias ocasiones; se observan restos de muros anexos al paramento norte, en donde la fachada se extiende hasta una habitación de nueva factura. En este lado de la iglesia el terreno ha sido invadido por particulares y la construcción de una cancha. La parte oriente también ha sido invadida por un vecino quedando sólo la sección sur ocupada por la casa cural, en la que aún se conserva aunque tirada de cualquier manera la pila bautismal de cantera monolítica, con el cordón franciscano en el borde y que por se de reciente construcción carece de mérito artístico.
La puerta principal de acceso a la nave está conformada por tableros de extraño diseño, las molduras fueron raspadas en un afán de modernización, pero el corte de los peinazos es de ascendencia barroca; la herrería es de forja y conserva algunos chapetones siguiendo el diseño de las flores Isabelinas. El interior de la iglesia está aplanado y decorado siguiendo un diseño de tapiz en tonos verdes y naranjas, hecho en los años cuarenta por el maestro yesero y pintor Pedro Hernández.
Los muros se han abierto para colocar ventanas con derrames curvos en el dintel, sobre el cual corren los arrastres horizontales que soportan la doble hilera de canes con tabicas decoradas.
Los dos primeros tercios de la cubierta son de vigas planas con tablamento en la parte superior; el tramo correspondiente al presbiterio se cubre con una batea completa piramidad que contiene uno de los artesones decorados con policromía conteniendo la más rica imaginería de este tipo de elementos. Está firmado por Pedro Ximénez en 1733.
El altar es de un sólo cuerpo y tres calles separadas por columnas compuestas, albergan en su interior a la Virgen y a San José; en el centro Jesús con la cruz a cuestas inmerso en un nicho intramuros, sobre el cual se levanta el imafronte con los símbolos del calvario y un frontón curvo y trunco como remate. Es blanco con molduras y decoración dorados.
El coro consiste en un entarimado doble delimitado por un barandal de barrotes torneados, desplantado sobre canes y tabicas decoradas al temple, se ingresa a él a través del cuerpo de la torre.
La techumbre es de triángulo con estructura de madera y cubierta de teja.
